Casi la mitad de los indicadores adelantados del Ministerio de Economía apuntan a una recesión
Media docena de indicadores de la economía española están en recesión, entendiendo ésta como dos datos consecutivos en negativo. Esto apunta a una mayor desaceleración de la admitida por el Gobierno, como ya ocurrió en las semanas previas a las elecciones de 2008. Este miércoles el Banco de España hará públicas sus previsiones de crecimiento de la economía nacional.
Según los datos de la Secretaría General de Coyuntura y Previsiones Económicas, fechado a partir de fuentes diversas el 15 de marzo, la matriculación de vehículos, las exportaciones de bienes -en valor y en volumen-, las importaciones -en volumen-, el saldo comercial y la financiación del sector privado acumulan dos datos en negativo consecutivos, como muestra la imagen.
Junto a estos indicadores, otros dos apuntan a una posible recesión, descartada por el Gobierno: el Índice de Confianza Industrial y el Indicador de Confianza del Consumidor. Se trata de indicadores que suelen marcar el comportamiento del consumo nacional, clave hasta ahora ante la caída de las exportaciones.
Junto a estos datos, otros indicadores importantes han pasado a estar en negativo. Es el caso del consumo de energía eléctrica, que en febrero ha sido negativo, o la matriculación de vehículos de carga. Caen también, aunque están en positivo, la disponibilidad de bienes de consumo y de bienes de equipo.
Como se ve en la imagen, lo único que se dispara es el Índice de Producción Industrial de Construcción, que se está recuperando de la crisis pasada, aunque sigue lejos de los datos de ventas de viviendas de antes de la gran recesión.
En cuanto al paro, aunque enero y febrero no son buenos meses, en este 2019 también ha aumentado. En febrero las cifras de desempleo aumentaron en más de 3.000 personas, el peor febrero desde 2013. Y desde la llegada de Pedro Sánchez al poder, el 2 de junio, el paro ha aumentado en más de 126.000 personas.
¿Recesión?
Estos datos apuntan claramente a que la ya aceptada ralentización o desaceleración de la economía se convierta en una recesión. Como ha apuntado en este diario el economista Daniel Lacalle, que está trabajando para el PP, «la ralentización puede convertirse en una recesión como ya ocurrió en 2008».
A esa posible recesión ayudarían las medidas adoptadas por el PSOE. El aumento de los gastos y de los impuestos frenaría el consumo y la economía y obligará al próximo Gobierno a atajar el déficit público. Además, en 2008 España contaba con un 35% de deuda pública sobre PIB mientras que ahora es del 100%. El margen de maniobra no existe.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, sin embargo, rechazó hace unos días la posibilidad de que se aproxime una nueva recesión económica y, de hecho, aseguró que ningún organismo nacional o internacional maneja datos para apuntar como cierta la llegada de una nueva crisis económica.
La intervención de la ministra de Economía podría recordar al último ministro socialista que se enfrentó a una campaña electoral, Pedro Solbes, quien en pleno 2008 negó la existencia de una crisis a la que llamó de forma eufemística “desaceleración económica” y que posteriormente acabó dañando con mucha virulencia el tejido ecónomico y empresarial español.