Adiós a las transferencias entre padres e hijos: en Hacienda se ponen serios y van a por todas
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Durante años, ha sido habitual que padres e hijos se prestaran ayuda económica sin mayor complicación: un ingreso puntual para afrontar una reforma, un poco de dinero para el alquiler o incluso el pago íntegro de un coche. Pero ahora esa práctica tan común se ha convertido en un foco de atención para Hacienda, que ha decidido poner límites y reforzar los controles. La Agencia Tributaria ya no pasa por alto estas transferencias entre padres e hijos, por pequeñas que parezcan, si no se declaran correctamente. Y en el caso de no hacerlo, las consecuencias pueden ser mucho más serias de lo que la mayoría imagina.
La razón de este cambio no es casual. Hacienda está endureciendo sus mecanismos de control para frenar el blanqueo de capitales y reducir la evasión fiscal. Y lo está haciendo a través de una vigilancia mucho más exhaustiva de los movimientos de dinero entre particulares. Ya no se trata sólo de investigar grandes sumas o movimientos sospechosos entre empresas: ahora las miradas también se centran en las familias. Porque sí, inclusolas transferencias entre padres e hijos se pueden convertir en un problema legal si no se comunica como es debido. Por eso, conviene conocer con detalle qué cantidades están bajo la lupa, qué documentación debe presentarse y cuáles son los riesgos reales de no hacerlo.
Porque decir adiós a las transferencias entre padres e hijos no significa que estén prohibidas, sino que a partir de ahora, quien no quiera tener problemas con Hacienda, tendrá que seguir las reglas al pie de la letra. A continuación, te explicamos cómo funciona esta nueva fiscalización, qué exige la ley y qué debes evitar para no meterte en un buen lío.
Adiós a las transferencias entre padres e hijos
La Agencia Tributaria ha dado un paso firme en su objetivo de reforzar el control del dinero que circula entre particulares, especialmente en el ámbito familiar. Las transferencias entre padres e hijos están en el punto de mira, no porque se hayan prohibido, sino porque se han convertido en un vehículo frecuente para eludir impuestos sin que muchas personas sean siquiera conscientes de ello. La normativa actual establece que cualquier transferencia que supere los 3.000 euros debe ser comunicada automáticamente por los bancos. Si la cantidad alcanza los 6.000 euros, el sistema puede activar una alerta que derive en una investigación formal por parte de Hacienda.
Pero incluso por debajo de esas cifras, el peligro no desaparece. Si se trata de una transferencia reiterada o si la Agencia Tributaria detecta un incremento patrimonial no justificado en la persona receptora (por ejemplo, un hijo que de pronto puede comprarse un coche o hacer frente a un pago importante sin ingresos claros) puede considerar que se trata de una donación encubierta. Y en ese caso, exige que se haya declarado y pagado el correspondiente Impuesto de Sucesiones y Donaciones, cuya cuantía varía mucho según la comunidad autónoma.
Qué considera Hacienda una donación (aunque no lo parezca)
Uno de los errores más comunes entre los ciudadanos es pensar que, por tratarse de una ayuda familiar, el dinero no tiene que tributar. Sin embargo, desde el punto de vista fiscal, cualquier transferencia no justificada entre personas físicas puede ser interpretada como una donación. Así, si un padre ingresa 5.000 euros a su hijo sin declarar nada y sin que este tenga ingresos que lo justifiquen, Hacienda puede intervenir y exigir el pago del impuesto correspondiente.
En comunidades donde este impuesto es elevado, como en Cataluña o la Comunidad Valenciana, el coste puede suponer un porcentaje significativo de la cantidad recibida. Por si fuera poco, si no se presenta el modelo adecuado ante la administración autonómica (habitualmente el modelo 651), y Hacienda lo detecta más adelante, no solo se deberá pagar el impuesto atrasado, sino también una multa que parte de los 600 euros y puede crecer exponencialmente.
Las consecuencias de no declarar: sanciones, recargos y disgustos
Ignorar esta normativa no es sólo una cuestión de papeleo. Las consecuencias económicas pueden ser severas. Si Hacienda detecta una transferencia no declarada y considera que es una donación, no solo aplicará sanciones, sino que además puede recalcular el IRPF del receptor. Esto ocurre porque la administración considera que ha habido un incremento patrimonial no justificado, lo que obliga a tributar como si se tratara de un ingreso extraordinario.
En los casos más graves, y dependiendo del importe, el tipo impositivo puede llegar al 56%, especialmente si el dinero se ha usado para adquirir bienes o propiedades. A esto hay que sumar los intereses de demora y las posibles penalizaciones por ocultación o falsedad documental si se intenta encubrir la operación. Por tanto, el coste de no hacer las cosas bien puede superar con creces el valor del dinero que se quería regalar.
¿Se pueden seguir haciendo transferencias entre padres e hijos?
La respuesta es sí, pero con condiciones. Lo fundamental es cumplir con los trámites fiscales correspondientes. Si un padre quiere ayudar a su hijo económicamente, debe informarse previamente sobre la normativa vigente en su comunidad autónoma, presentar la documentación adecuada y, si procede, pagar el impuesto de donaciones. En algunos territorios este impuesto es simbólico o incluso está bonificado entre familiares de primer grado, por lo que el coste puede ser muy bajo o incluso nulo, pero solo si se declara correctamente.
También es recomendable que, en caso de una ayuda que no sea una donación por ejemplo, un préstamo entre particulares, se formalice mediante un contrato privado y se presente ante Hacienda mediante el modelo 600. De esta forma, se evita que el dinero sea considerado una donación encubierta. Cada movimiento debe estar justificado, registrado y documentado, porque Hacienda ya no da margen para la improvisación.