Las 5 mentiras sobre la necesidad de la inversión pública en innovación

Kim Jong-un
Kim Jong-un. (Foto: AFP)

1. El Estado: motor de la innovación y el progreso científico-técnico

Existe un mantra instalado en la sociedad que afirma que el Estado tiene un papel vital e irremplazable a la hora de abordar la inversión en innovación tecnológica. El Instituto Juan de Mariana ha elaborado un informe en el que desmiente este mito y demuestra que las políticas públicas de I+D+i «conducen normalmente a resultados desastrosos».

El informe sostiene que, aunque en muchas ocasiones se asegura que el Estado es el motor fundamental de la innovación y el progreso científico-técnico, la realidad es que «el proceso de desarrollo de nuevas innovaciones es evolutivo, descentralizado, cooperativo y competitivo».

Resalta el think tank que no sólo históricamente el sector privado ha liderado el avance del progreso técnico, sino que, además, «el único momento de la Historia que supone un cambio en la tendencia de crecimiento económico a largo plazo, la Revolución Industrial, se desarrolla y se gesta sin apenas apoyo estatal».

2. Hay una política tecnológica unificada

Equipo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid logra un gran avance en el diágnostico de tumores cancerígenos en la boca. (Foto: Getty)

Suele sostenerse que la inversión pública en I+D+i responde a una política unificada; sin embargo, el Instituto Juan de Mariana recuerda que los Estados son «entidades compuestas por diversas agencias», por lo que no cabe hablar de voluntad unificada.  Lo que investigue una universidad pública en concreto no viene dado por el mismo plan que determina lo que investiga un laboratorio estatal. El think tank destaca que en el caso de Estados Unidos, «el gasto estatal en innovación en se halla fuertemente descentralizado».

3. La inversión estatal en I+D+i es siempre beneficiosa

Ruinas en Hiroshima tras la bomba atómica (Foto: GETTY).
Ruinas en Hiroshima tras la bomba atómica (Foto: GETTY).

El tercer mito que desmiente el Instituto es que cualquier inversión pública en innovación es beneficiosa para la sociedad. La realidad es bien distinta, pues «toda acción económica conlleva costes de oportunidad y puede dar lugar a consecuencias no previstas».

El informe sostiene que la inversión estatal en innovación puede sesgar el avance de su desarrollo hacia proyectos con menor demanda por parte de los consumidores, ralentizando así el desarrollo de los que sí son demandados. Además, el gasto público en I+D+i puede no generar más progreso tecnológico, sino suponer únicamente una redistribución de la renta hacia científicos e ingenieros. 

4. El Estado debe liderar el sistema de innovación nacional para que funcione

Línea de AVE (Foto: GETTY).
Línea de AVE (Foto: GETTY).

El informe es tajante a la hora de afirmar que «las funciones de coordinación que el Estado puede llevar acabo son también realizables por la propia sociedad», y además las acometerá de forma más adecuada a sus propias necesidades. «En general, allí donde el Estado trata de liderar un cambio tecnológico, tiende más bien a fracasar».

5. El iPhone o Google son fruto de la inversión pública en I+D+i

Steve Jobs durante la presentación del primer iPhone (Foto: GETTY).
Steve Jobs durante la presentación del primer iPhone (Foto: GETTY).

El quinto y último mito que desmonta el Instituto es el de que las mayores empresas de innovación han llegado hasta donde están gracias a la inversión pública previa que realizó el Estado. El estudio señala que «el iPhone y Google son atribuibles a sus respectivos creadores» y que un análisis detenido de la historia del desarrollo de las tecnologías que constituyen el iPhone y los motores de búsqueda muestra que «el progreso en estos sectores ocurría antes de la intervención estatal y que muchos agentes contribuyeron a él, sin ningún plan a priori».

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