El renacer de Grigor Dimitrov: el ‘heredero’ de Federer encuentra su camino seis años después
Grigor Dimitrov confirma su renacimiento con el título en el ATP de Brisbane, tras muchos años a la sombra de Roger Federer
Dimitrov llevaba seis años sin ganar un título ATP, desde que conquistara las ATP Finals en noviembre de 2017
Con Rafa Nadal eliminado y copando la actualidad tenística debido a la lesión que le impedirá participar en el Open de Australia, el foco mediático se alejó del torneo ATP de Brisbane, sin reparar demasiado en lo que sucedió a partir de cuartos de final. Sin embargo, en la competición australiana se dibujó un escenario especial, en forma de confirmación del renacimiento de una figura que apuntaba a superestrella del tenis mundial pero que no ha sido hasta que no se ha despojado de todo atributo que le relacionara con otros jugadores mayores. Hablamos de Grigor Dimitrov.
A sus 32 años, Grigor Dimitrov levantó en Brisbane el noveno título de su carrera, en un palmarés que se había visto frenado desde que se hiciera con su mayor conquista, las ATP Finals, en el año 2017, y de paso con el mejor ranking ATP de su carrera, 3º. Por entonces, hablábamos de un tenista emergente, aún joven, y que navegaba bajo la vitola de sucesor de Roger Federer, un tenista al que se parecía en forma y fondo, pero del que nunca le gustó ser sombra.
Más de seis años después, Dimitrov logró romper en Brisbane una sequía de títulos que no era acorde con su talento, pero sí con las dudas en torno a su fortaleza mental, que le habían deparado más críticos que adeptos y una irregularidad que no pudo sacarse de encima hasta hace unos meses. Grigor siempre había sido esclavo de su comparación con Federer, algo que le acabó mellando hasta limitarle en la pista, pero lo cierto es que el símil tenía su fundamento.
Desde que explotara como promesa de futuro en el circuito ATP, en el año 2011 –el primero que finalizó en el top-100–, Dimitrov fue ganando protagonismo por encima incluso de sus resultados, gracias al indudable parentesco con Roger Federer sobre la pista de tenis. En un momento en el que el tenista helvético estaba considerado ya como el mejor tenista de todos los tiempos, apareció un joven, Grigor, que jugaba casi calcado a la leyenda.
La derecha y, sobre todo, el revés, los realizaba con un gesto igual al de Federer, mientras que sus movimientos sobre la pista también recordaban a Roger. Para completar el pack, Nike y Wilson, las marcas que vestían al número uno, eran las que patrocinaban a Dimitrov, bautizado como ‘Baby Federer’, un apodo que pasó de lanzarle al estrellato mediático a no gustarle un pelo, como demostró en Roland Garros 2019, cuando reprendió a un miembro del público al pronunciar su mote.
El impacto de Federer en el circuito se fue minimizando con el paso de los años y Dimitrov, al contrario de lo que se esperaba, no dio el salto necesario para pasar a luchar con los mejores del mundo. Ya no era una promesa, si no una realidad que no colmaba las expectativas, pese a las semifinales en Wimbledon (2014), Open de Australia (2017) y US Open (2019) o el título de maestro conseguido en las ATP Finals. El sucesor de Roger Federer , quien también destacó en el plano extradeportivo por un noviazgo con Maria Sharapova, se quedó en las formas, pero lo cierto es que Grigor siempre quiso quitarse ese sambenito.
La explosión del nuevo Dimitrov
Ya sin Federer en el circuito, Grigor Dimitrov optó por un cambio en busca de su propia esencia. Su juego, alcanzados los 30 años, debía cambiar, toda vez que su físico nunca fue su fuerte y cada vez pasaría a serlo menos. La ofensiva y el talento de un jugador de otra época debía florecer para dotar de nuevo de la confianza necesaria a un tenista que también cambió su look, con cinta o gorra y barba algo descuidada, para completar la mutación.
Los resultados no llegaron de inmediato, pero su segunda mitad de año 2023 comenzó a premiar estos cambios. Dimitrov había conseguido ser, de nuevo, uno de los jugadores más divertidos de ver en el circuito, pero ahora también sumaba la máxima competitividad a la ecuación. Lo pudo comprobar de primera mano Carlos Alcaraz, a quién superó con un partidazo en el Masters 1000 de Shanghai, en el que alcanzó las semifinales, o también Daniil Medvedev, al que vencería en un Masters 1000 de París-Bercy que le alzaría por segunda vez en su carrera –ganó Cincinnati 2017– a la vitola de finalista de un torneo de esa categoría.
Dimitrov perdió entonces con Novak Djokovic, en una dura final para él, que sin embargo le dio la dosis necesaria para ver que estaba más cerca que nunca de volver a ganar un título. Grigor no quiso esperar demasiado en 2024 y en Brisbane, tras vencer en semifinales al verdugo de Rafa Nadal, Jordan Thompson, y en la final a un valor de presente y futuro como Holger Rune, lograría el primer título de su carrera desde 2017, además de la confirmación de su vuelta entre los mejores tenistas del mundo, justo antes de la llegada de su Grand Slam favorito, el Open de Australia.
A finales de 2017, Dimitrov ganó las ATP Finals.
Pasaron 2240 días y jugó 112 torneos hasta que pudo levantar otra vez un trofeo.
Se lo merecía.
pic.twitter.com/b7VbJokHZr— Set Tenis (@settenisok) January 7, 2024
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