Reinas del mundo
Campeonas del mundo, que se dice pronto. La selección española femenina firmó una de las páginas más brillantes de la historia de nuestro deporte y conquistó el Mundial Femenino de Fútbol tras derrotar a Inglaterra en una final épica y vibrante. Olga Carmona fue Iniesta y logró el gol que ya tiene un sitio de honor en la leyenda del deporte español. Ella simboliza el triunfo de todas sus compañeras en la selección de un Jorge Vilda que también llegó a la cita mundialista como bulto sospechoso y vuelve de Australia campeón y coronado. Igual que todas nuestras chicas que, desde hoy, tienen a sus pies el planeta fútbol. Son las reinas del mundo y se han ganado su trono.
Las chicas de la selección española han hecho más por la igualdad en España en 90 minutos que el ministerio de Irene Montero y Pam en una legislatura. Han derribado mitos, tabúes y prejuicios con la naturalidad y el garbo con la que Lola flores levantaba la bata de cola. Más que cerrar, han cosido bocas y se han pasado por el forro todos los tópicos del fútbol y las mujeres. Olé por ellas y por su inolvidable lección que allanará el camino de las que vendrán, porque el fenómeno del fútbol femenino en España ya es imparable.
Jorge Vilda, el seleccionador señalado antes de empezar y criticado de forma preventiva, le echó un par. Sentó a Alexia Putellas, posiblemente la mejor jugadora española de la historia, y colocó en el once a Salma Paralluelo, heroína nacional en cuartos y semifinales y la jugadora más en forma de la selección. Era la decisión más lógica pero no la más fácil. Habría sido como si Deschamps hubiera sentado a Mbappé o Scaloni a Messi en la final del Mundial. Hasta escayolados los habrían puesto. Pero Vilda no se deslumbró por el brillo de los dos Balones de Oro y sentó a Alexia.
El resto del once era el mismo que había derrotado a Países Bajos en la semifinal. Cata Coll; Ona Batlle, Irene Paredes, Laia Codina, Olga Carmona; Teresa Abelleira, Aitana Bonmatí, Jenni Hermoso; Alba Redondo, Mariona y Salma Paralluelo. Las once elegidas para alcanzar una gloria tan inesperada como merecida. Nos dieron las doce y arrancó la final de un Mundial que España estaba a un último pasito de ganar.
De salida dominó Inglaterra, actual campeona de Europa y verdugo de España en aquella competición. Pero las nuestras, comandadas por la imponente Aitana, se sacudieron rápido el dominio británico y asumieron la pelota como propia. Se asociaba con Jenni Hermoso y entre ambas buscaban sobre todo a Alba Redondo para hacer daño a Inglaterra por la derecha.
Fuego cruzado
Superamos el umbral de los primeros diez minutos y la final del Mundial no tenía dueño. Muchos nervios, mucha presión y demasiadas pérdidas de balón. Una buena contra llevada por Jenni Hermoso con la pelota cosida al pie fue el primer aviso de la potencia de Salma, que repitió protagonismo en la siguiente acción. Ambas jugadas murieron en los pies de las poderosas centrales de Inglaterra.
Respondieron las inglesas con un disparo envenenado de Hemp que rebasó la estirada de Cata pero, afortunadamente, se estrelló contra el travesaño español. La flor de España. Las de Vilda siguieron a lo suyo: monopolizar la pelota, alargar las posesiones y buscar los huecos en la zaga inglesa. En el 17 tuvimos una doble ocasión en una subida por la izquierda de Olga Carmona a la que no llegó Salma primero en boca de gol y que después remató Alba Redondo al cuerpo de la portera Earps.
Fue el aviso más claro de que España tomaba el mando del partido. Y al segundo aviso, zas, llegó el gol de nuestra selección. Lo marcó, igual que en semifinales, Olga Carmona, que se aprovechó de una pérdida de balón de Lucy Bronze. Tere Abelleira le robó la pelota y asistió a Mariona, que había visto con el rabillo del ojo la incorporación de la lateral del Real Madrid. Olga armó la pierna, cruzó la pelota y logró el 1-0. El abrazo de las chicas de Jorge Vilda en la celebración era el abrazo de millones de españoles al otro lado de la tele.
El tanto espoleó a España y dejó muy tocada a Inglaterra. Incluso pudo haber llegado el segundo en la prolongación del primer tiempo con un disparo a bocajarro de Salma que le salió algo mordido y se topó con el palo izquierdo de Earst. Así que con el 1-0 y el Mundial en nuestras manos (o en nuestros pies) nos fuimos al descanso.
Olga de mi vida
Del que regresamos con un cambio táctico en Inglaterra para tapar las subidas de nuestras laterales pero con el dominio del juego en los pies de las españolas. Pudo llegar el 2-0 en una jugada individual de Mariona, que sentó a dos rivales en la frontal del área y se sacó un disparo envenenado con bote que sacó a mano cambiada la portera Earst cuando la pelota ya se colaba.
Pero ni la final estaba ganada ni Inglaterra rendida. En el 53 un remate a bocajarro de Lauren Hemp nos paró el corazón. La jugada, probablemente precedida de fuera de juego, acabó bien para la selección cuando el disparo de la delantera inglesa se marchó fuera a la derecha de Cata Coll. Jorge Vilda sopesaba cómo manejar su banquillo y ponía a calentar a varias jugadoras. El primer cambio fue conservador: Oihane por Alba Redondo. El objetivo del seleccionador era reforzar el costado derecho, pero también invitaba a Inglaterra a echarse hacia arriba y a España a dar un pasito atrás.
En el 60 un disparo de Aitana que se marchó alto por un puñado de centímetros volvió a meter el miedo en el cuerpo a Inglaterra. España volvió a dominar el partido y en el 64 una acción de Mariona en el área fue cortada con la mano por Keira Walsh. La colegiada Tori Penso no lo apreció pero el VAR revisó la acción. Fueron unos segundos que parecieron lustros mientras todas las jugadoras permanecían inmóviles y hieráticas en el área. Plantada delante del monitor Tori Penso se lo pensó mucho, pero al final señaló el penalti.
La pena máxima era para Jenni Hermoso, la veterana de la selección, que tenía en sus espaldas las miradas de todo el país. Su cara era un poema. Su lanzamiento no fue malo pero la portera Earps, que se había adelantado, adivinó el lado y atrapó el tiro. España se quedó compuesta y sin un gol que podía valer un Mundial. Tocaba seguir remando. Y navegar entre adversidades como la lesión de la central Laia, sustituida por Ivana.
La final se enreda
En el último cuarto de hora de la final Inglaterra empezó a echarse al monte e ir a la desesperada. Podía ser la ocasión perfecta para que España explotara la velocidad de Salma en las contras. En el 75 Cata Coll sacó un disparo a bocajarro que podía haber sido el empate. Aún nos quedaban metros que nadar para no morir en la orilla.
El partido se detuvo por una acción de Salma que dejó sin querer sangrando a una rival. Jorge Vilda aprovechó el parón para llamar a Alexia Putellas. El seleccionador echaba mano de nuestra doble Balón de Oro para los minutos finales. Hubo que esperar hasta el 89 para que entrara Alexia por una fundida Mariona. Pero el añadido iba a ser largo. Trece minutos nada menos, como media prórroga.
Ona Batlle pudo sentenciar la final en un mano a mano ante Earst, que sacó un pie milagroso al más puro estilo Courtois. España se había merecido no sólo ganar el Mundial, sino ganarlo con mayor holgura. Pero nos tocaba sufrir hasta el final y aún quedaban nueve minutos de alargue. La entrada postrera de Alexia intimidó algo a Inglaterra, cuyas jugadoras comenzaban a notar el esfuerzo.
La selección de Jorge Vilda pretendía que el partido muriera en el área de Earps y lo logró con oficio y concentración. Inglaterra fue una oda a la impotencia en los minutos de añadido. España no sólo resistió sino que dominó a las inglesas en esos momentos donde le tiembla el pulso al más pintado. Las chicas de la selección abrocharon su gesta histórica en el último esfuerzo y se proclamaron campeonas del Mundo por méritos propios. Mucho, pero que mucho mérito.