El suizo levantó dos bolas de partido para vencer (6-0, 4-6, 7-6(3))

La magia de Federer aparece a tiempo para acabar con Monfils

Federer
Federer conecta un revés. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El Mutua Madrid Open estuvo hasta en dos ocasiones a un punto de perder a Roger Federer. El tenista suizo completó uno de sus partidos más irregulares de los últimos tiempos, pero despertó a tiempo para superar a un combativo Gael Monfils (6-0, 4-6, 7-6(3)) en un encuentro en el que el suizo logró un rosco en menos de 20 minutos para más tarde encontrarse en una situación límite que superó para definir en un tie break sencillamente espectacular. Federer tendrá que mejorar mucho de cara a su enfrentamiento de cuartos de final, en el que se medirá con Dominic Thiem.

El debut de la leyenda suiza en su regreso a la tierra batida se saldó con una victoria impoluta frente a Richard Gasquet en apenas 52 minutos, así que el duelo de octavos traía a Monfils como posible nueva víctima de la velocidad de Federer para finiquitar los encuentros. Todo ello, siempre y cuando el helvético se adaptara al particular tenis de Gael, que había salido victorioso de dos de los últimos tres precedentes entre ambos.

La puesta en escena de Roger no pudo ser mejor y siguiendo la misma estrategia que le había funcionado con Gasquet, el tenista suizo comenzó al resto y rompiendo el saque de su rival. Monfils trató de devolverle de primeras el contrabreak, pero esto no sólo no resultó insuficiente –no pudo culminar sus dos pelotas de break– sino que ejerció de encendedor de un festival de golpes en los que el único protagonista fue Roger.

A partir del 2-0, Federer sólo concedió cuatro puntos a su rival, repartidos en los juegos que de forma irremediable fueron a parar al casillero de un inspiradísimo Roger, que estaba haciendo las delicias de los presentes en el choque. Los que hubieran llegado tarde deberían lamentarse. Federer había hecho la mitad del trabajo en apenas 18 minutos. De locos.

La reacción de Monfils se esperaba y el francés, uno de los tenistas más queridos del circuito, encontró al público como aliado para alargar el partido y no sufrir de nuevo el martirio de Roger. Gael ya había sufrido un 6-1 en contra en el primer set de su enfrentamiento ante Fucsovics, que levantó para firmar su clasificación a octavos, y el talento y una cierta relajación de Federer le concedieron dos juegos de salida que celebró primero con rabia y más tarde buscando la aprobación del respetable. Monfils había llegado al partido para quedarse.

Siesta tras el rosco

Los juegos fueron pasando con la incapacidad de Federer para frenar la sangría de Monfils, y mucho menos para reducir distancias, pero la irregularidad del francés le pasó factura cuando más lejana veía su marcha del Mutua Madrid Open. Con 4-2 favorable, Gael encadenó una serie de errores prácticamente incomprensibles que permitieron a Roger, sólo metiendo la pelota en el otro lado, igualar la contienda en cuanto a breaks y empatar el marcador con su servicio a continuación.

La locura no había acabado en el segundo set y Monfils colocó el 5-4 después de un juego impredecible para poner la presión en la raqueta de Federer. Fue entonces cuando los botes de la tierra y la tensión del momento afectaron a Roger, cuya estética perfecta no pudo apartarle de la realidad. El parcial era para Monfils y el pase a cuartos de final se decidiría en el tercer y definitivo set.

La situación era límite para un Federer que debía pelear en una superficie en la que llevaba tres años sin jugar y sin viento a favor todo se hace más peligroso en lo desconocido. A esta receta había que añadirle el ingrediente del nivel de Monfils, excéntrico pero ultracompetitivo, y que se iba a colocar 2-0 de salida con el público madrileño siguiendo la inercia del segundo set y apoyando, casi instintivamente, al tenista parisino.

El genio sufre y reacciona a tiempo

Federer estaba fuera del partido –incluso pegó un pelotazo al cielo tras un mal punto– y las oportunidades de remontada se disipaban al tiempo que Monfils conseguía, no sin dificultad, conservar el servicio de su lado. Gael lo había apostado todo a su saque, una estrategia lógica pero que podía tener inconvenientes en caso de despertar del mago de Basilea.

Era algo que podía suceder, y sucedió. Fresco aún por la escasa hora y media de juego y con el público madrileño de nuevo de su lado, Federer enlazó varios puntos de una elegancia y estética extraordinarias para acompañarlos de una efectividad necesaria que acabaron con la ventaja de Monfils en un abrir y cerrar de ojos. El 4-4 volvía a campar en el marcador al límite de la decisión final, que iba a alargarse dos juegos más después de que ambos pudieran sostener sus saques con precisión.

El tie break parecía irremediable pero el notable juego de Monfils a punto estuvo de dejar a Madrid sin uno de sus grandes atractivos. Hasta dos pelotas de partido tuvo que levantar Federer, ya con el mono de trabajo puesto y rebozado en el barro para evitar un despido prematuro del torneo elegido para su regreso en arcilla. La muerte súbita dictaría sentencia y una vez ahí, la magia de Federer iba a despertar para dejar boquiabiertos a los espectadores y dejarle a él, después de un 7-3 inapelable, con los dos pies en los cuartos de final, donde se medirá a Thiem en un duelo de estilos que puede servir de revancha tras la final de Indian Wells.

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