Isco se quita un peso de encima: capitán y doblete contra el Melilla
Isco Alarcón tuvo destellos de su calidad ante el Melilla
El malagueño fue de menos a más en un partido en el que hizo un auténtico golazo desde la frontal
A la octava fue la vencida. Melilla, Valladolid, Viktoria Pilsen, Celta, Eibar, Roma y Valencia. Ante todos estos rivales se ha enfrentado el Real Madrid desde la llega de Solari al banquillo y ante todos ellos Isco Alarcón había sido suplente o, como sucedió ante los italianos, el futbolista descartado. El malagueño, un hombre acostumbrado a estar en los partidos grandes, ha tenido que esperar a la vuelta de los dieciseisavos de Copa del Rey, ante un rival de Segunda B y con una eliminatoria totalmente sentenciada para volver a sentirse protagonista. La verdad, es que más que una oportunidad parecía un castigo.
Isco saltó a césped como siempre. Hablando con Marcos Llorente comenzó un calentamiento previo a un partido que llevaba sin hacer 39 días, la última vez que fue titular. En esa ocasión pisó el verde del Camp Nou, el Real Madrid se llevó una manita, Lopetegui fue cesado y perdía a su principal protector.
El partido de Isco fue de menos a más. El malagueño, que está convencido que debe ser titular en este Real Madrid y, probablemente, así debería ser si estuviese en su mayor esplendor, comenzó el duelo poco participativo. Con el brazalate de capitán en el brazo, pero con escasas ganas de mandar. La primera vez que entró en juego, pasado el minuto 10, fallaba ante el portero una gran asistencia de un Asensio que sí quiso tirar del carro desde el principio. Uno de esos goles que él no suele errar. A continuación, se le escapaba entre las piernas un pase de Odriozola y no era capaz de desbordar a un rival. Parecía que no iba a ser su tarde, aunque poco a poco fue mejorando.
Un gran balón en profundidad a Vinicius daba el pistoletazo de salida a una serie de buenas acciones que iban a enderezar un poco su actuación. Minutos después volvía a combinar con el brasileño para generar otra jugada de peligro. Y justo antes del descanso intentaba una vaselina de mago que si llega a besar las redes se cae el Bernabéu antes de que miles de argentinos descontrolados hagan temblar sus cimientos el próximo domingo.
El despertar de Magia
El gran final de la primera mitad y el paso por vestuarios activaron a un Isco que saltó al terreno de juego con ilusiones renovadas. La apatía del comienzo del partido se fue marchando y su juego comenzó a fluir hasta el punto de que la segunda pelota que tocaba terminaba en un auténtico golazo. Tras combinar en la frontal, el balón caía otra vez en sus botas y no dudaba en disparar para que el esférico acabase entrando por la escuadra defendida por Pedro Luis.
El partido fue muriendo y con él el renacer de un Isco que poco a poco volvió a su apatía inicial. Ni siquiera el aliento de un Bernabéu que coreó su nombre recuperó la alegría de un jugador que está atravesando su peor momento desde que es jugador del Real Madrid. Eso sí, antes de echar el cierre a la tarde volvería a levantar al respetable de sus asientos con otro buen gol.
El perdón del madridismo se lo ganó, el de Solari no lo sabemos, pero en su mano y, sobre todo, en su juego está. Los blancos necesitan su magia y Magia necesita volver a ser importante.