El Rutómetro

Auges y caídas

Vingegaard
Vingegaard celebran el Tour con la afición danesa. (AFP)

Comienzo con el ejemplo de superación y resiliencia de Mavi García. La campeona mallorquina sigue “viva” en el Tour, después del percance que ha dado la vuelta al mundo. El error imperdonable del conductor del coche de su equipo no tiene justificación. Solo cabe imaginar que el despiste fue debido a que alguien o algo le distrajo de lo realmente importante. Por suerte, la caída no supuso más que magulladuras y la tensión propia de un momento de máximo estrés, atendido lo mucho que hay en juego.

Con la llegada de las etapas de montaña concluirá un Tour de Francia femenino marcado por las caídas y por la rudeza de recorridos muy exigentes, para un pelotón poco acostumbrado a rodar con tal número de integrantes. De éxito se puede calificar la recuperación de la prueba. Un logro que traerá cola y que convierte lo que era una aventura en un proyecto de presente y mejor futuro.

El ciclismo femenino necesitaba un espaldarazo como el que representa el Tour de Francia. Muchas corredoras compaginan su dedicación al ciclismo con otras actividades, costeándose en gran parte su dedicación total. El éxito de público y de seguimiento de la prueba no hace sino proyectar una mejora en las condiciones de vida de estas mujeres, y de las que se sumarán, gracias al que, considero, será un decisivo y definitivo empujón mediático.

Movistar y los puntos sin sutura

Prosiguiendo con el Tour, el presidente de la UCI puso sal en la herida abierta que dejó la ronda francesa, después del fracaso del ciclismo español. No porque dijera algo que no se sabía, sino porque, desde su poltrona absoluta, venía a ratificar que, por muchos intentos que haya en los despachos, las reglas del juego son las que son y el Movistar se juega salvar o no su condición de equipo World Tour en las próximas semanas.

Lo inquietante que se desprende de las declaraciones de Lappartient es que confía exclusivamente la salvación de Movistar a lo que Alejandro Valverde pueda alcanzar en La Vuelta. Una afirmación que, pretendiendo dar con la solución, no hace sino retratar el problema y su causa. La Valverde-dependencia del Movistar ha terminado por anegar un proyecto referencial y de éxito que huele completamente a reestructuración al final de temporada. No ayudan nada al objetivo nuclear de los telefónicos las últimas declaraciones de su patrón, Eusebio Unzúe, desmereciendo, todavía un poco más, a Enric Mas. Algo huele a podrido y no en Dinamarca, que anda de celebraciones multitudinarias con su nuevo campeón del Tour.

La fiesta vikinga

Jonás Vingegaard consiguió destronar al que parecía invencible. El interrogante se despejó. El danés y Pogacar abren un ciclo muy prometedor, que augura muy buenas cosechas ciclistas para las próximas ediciones del Tour. La rivalidad entre grandes campeones como Anquetil y Poulidor, Merckx y Ocaña, Hinault y Lemond, Indurain y Bugno, Ullrich y Armstrong, es toda una garantía de espectáculo. Muchas de las grandes historias de la centenaria carrera se han labrado en duelos agonísticos entre grandes y carismáticos campeones.

Además, Vingegaard y Pogacar son especialmente jóvenes. Con caracteres diferentes, de momento, el trato es ejemplar como se vio en el descenso de Spandelles y el gesto que ha pasado a engrosar una de las  imágenes icónicas de un Tour muy reconocido. Y no están solos. Entre otros rivales de su generación hay muy buenos ciclistas. Está por conocerse la plena recuperación de Egan Bernal, del que ya se ha anunciado su regreso a la competición para la próxima Vuelta. Toda una invitación a soñar en positivo, aún en tiempos de inflación y grandes dificultades.

Clásica de verano

Nuestra Klasikoa más célebre se disputa este fin de semana. Un entremés entre grande y grande. Donostia albergará un nueva edición de esta carrera que ha engrosado el palmarés de grandes ciclistas. Doscientos veinticinco kilómetros, con seis puertos de montaña encadenados, que no darán tregua en un terreno que ya de por sí conlleva un  incesante desgaste con sus interminables toboganes. Muchos favoritos se dirimen entre el final de un pico de forma ― aquellos que acaban de finalizar el Tour ― y otros que han iniciado el  ascenso a su mejor momento, es decir, quienes tienen la Vuelta como su objetivo central.

Hay notables ausencias, pero también hay reconocidos nombres. Entre los favoritos está Remco Evenepoel, que ya se quitó el polvo de sus hombros ganando en San Sebastián. El joven talento  belga siempre despierta expectación y, como demostró en la Doyenne, ― siendo un ciclista virtuosísimo aún por definir ― es un valor seguro para las clásicas.  Otro es Daniel Felipe Martínez. El colombiano ya conoce el éxito reciente en Euskadi. Mohoric,  consumado “clasicómano” vencedor de la última Milán-San Remo, está en todas las apuestas; como sigue estando Alejandro Valverde, en quien hay depositadas muchas esperanzas por motivos sobradamente conocidos, además de por haber ganado en dos ediciones la clásica donostiarra.

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