Refranes y dichos populares: significado y origen
Todos en alguna que otra ocasión hacemos uso de los refranes españoles, aunque en la mayoría de los casos desconocemos su origen. Es de especial interés saber por qué se utilizan ya que todos describen experiencias que vivió el pueblo español en el pasado.
“Como Pedro por su casa”
Este es uno de los refranes más empleados por todos nosotros, y hace referencia a una persona que se mueve de forma cómoda por un espacio que no le pertenece. Los historiadores explican que se trata de un refrán popular que tiene su origen en Pedro I de Aragón. En el año 1906 conquistó Huesca tras ganar la batalla de Alcoraz sin apenas resistencia.
“Salvado por la campana”
Utilizamos este dicho cuando algo o alguien nos salva de una situación incómoda o de algo que no queremos hacer. En la antigüedad, a muchas personas se les enterraba mientras todavía estaban con vida. Para que no murieran bajo tierra, se optó por colocar una pequeña campana fuera del féretro. De esta manera, si alguien despertaba, podía pedir ayuda.
“Irse de picos pardos”
Es una conjunción coloquial que hace referencia al hecho de salir de fiesta en busca de un hombre o una mujer con quien tener una aventura amorosa. El origen de este dicho es de lo más curioso. Carlos III obligó a todas las prostitutas a vestirse con una falda de color pardo con picos en el bajo para diferenciarse del resto de mujeres.
“Quien se fue a Sevilla perdió su silla”
Todos en alguna ocasión hemos usado este refrán después de ocupar una silla en la que antes estaba sentada otra persona. Su origen está en una disputa entre dos hombres que querían hacerse con el Arzobispado de Sevilla. El primero se fue a Santiago de Compostela para preparar el cargo del segundo, pero cuando volvió a Sevilla descubrió que le había usurpado su puesto.
“A buenas horas mangas verdes”
Cuando utilizamos este refrán es para referirnos a alguien que llega tarde y ya no puede ayudarnos en una tarea. En la época de los Reyes Católicos existía una Hermandad que capturaba a los bandidos, pero en la gran mayoría de casos los guardias, que vestían un uniforme con mangas de color verde, no llegaban a tiempo para evitar las fechorías.