Trucos

Ni vinagre ni amoníaco: el truco de los expertos para acabar con la grasa de la campana extractora y dejarla como nueva

truco grasa campana
Blanca Espada

La campana extractora suele ser ese electrodoméstico o aparato que usamos sin pensar, hasta que tras muchas semanas e incluso meses de cocinar, te das cuenta que está cubierta de una fina capa de grasa imposible de quitar. Da igual el producto que uses, el vinagre, el amoníaco o el desengrasante más potente del supermercado: la suciedad se resiste. Y, claro, con el tiempo empieza a oler, a perder brillo y a recordarte que ahí arriba tienes una tarea pendiente.

Por suerte existe algún que otro truco para acabar con la grasa de la campana, aunque sin duda, uno de los más efectivos lo ha dado a conocer una creadora de contenido llamada Ana Tuñón, quien ha compartido en redes sociales cómo es capaz de dejar la campana como nueva. En su caso, no suele utilizar a lo que siempre se recure como el vinagre o el amoníaco. Prefiere apostar por ingredientes naturales, que además todos solemos tener en casa, y que sobre todo, no dañan el acero inoxidable. En el vídeo que publicó muestra todos los pasos de como consigue que la campana quede literalmente como nueva y además asegura que el truco no sólo le ahorra tiempo, sino también dinero. Lo curioso es que el secreto no está en frotar ni en usar productos milagrosos, sino en dejar que el vapor y el bicarbonato hagan el trabajo por ti.

El truco para acabar con la grasa con la campana

El proceso es muy sencillo. Lo único que tenemos que hacer es llenar una olla con agua, añadir una taza de bicarbonato y unas gotas del jugo de medio limón. Luego, se pone la olla al fuego y se enciende la campana extractora al máximo tras retirar los filtros. En unos minutos, el vapor empieza a subir y a colarse por todas las rendijas, ablandando la grasa acumulada con el paso del tiempo.

Después de aproximadamente una hora, la suciedad empieza a despegarse sola y a caer. No hay que rascar ni usar estropajos. Sólo  pasar una bayeta con un poco de desengrasante o jabón neutro y listo. La superficie queda brillante, sin olor y sin esa sensación pegajosa tan común en las cocinas.

Por qué funciona y cuándo hacerlo

El bicarbonato de sodio tiene un efecto desincrustante muy potente. Al combinarlo con el vapor caliente, rompe la grasa y permite que se desprenda sin esfuerzo. El limón, además de desinfectar, ayuda a eliminar el olor y deja el acero inoxidable reluciente. Juntos, forman un limpiador natural que, según muchos, supera a los productos comerciales.

Los expertos en mantenimiento doméstico recomiendan aplicar este método una vez al mes si se cocina a diario. Si apenas se usa la campana, cada dos meses es suficiente. Es importante no abusar del vinagre ni del amoníaco, ya que, aunque limpian, también pueden deteriorar el acabado del metal o dejar olores muy fuertes en la cocina. Este sistema, en cambio, es suave, barato y respetuoso tanto con el electrodoméstico como con el medio ambiente.

Cómo limpiar los filtros y dejar todo reluciente

Una vez terminada la parte del vapor, hay que aprovechar para limpiar los filtros metálicos. Se pueden dejar en remojo con agua caliente, una cucharada de bicarbonato y una gota de lavavajillas. Después de unos veinte minutos, se aclaran con agua y quedan como nuevos. Si la grasa está muy incrustada, repetir el proceso suele bastar.

También conviene pasar un paño húmedo por los muebles de alrededor. Muchas veces, el vapor arrastra pequeñas partículas que se depositan en las puertas o en los azulejos cercanos. Con un repaso rápido, la cocina queda completamente libre de grasa y con ese brillo que parece recién estrenado.

Lo cierto es que este truco ha devuelto al bicarbonato de sodio el protagonismo que nunca debió perder. Es uno de esos productos de toda la vida que sirven para casi todo: desde desinfectar tablas de cortar hasta limpiar el horno o las bandejas más difíciles.

Por ejemplo, para limpiar una bandeja del horno basta con cubrirla de bicarbonato, añadir un chorrito de vinagre blanco y dejar que actúe toda la noche. Al día siguiente, los restos se desprenden sin esfuerzo. No hace falta frotar ni recurrir a productos abrasivos. Además, no deja olor, algo que se agradece cuando cocinas después.

Quizá el éxito de este método no está solo en el resultado, sino en la simplicidad. No hay que comprar nada raro ni invertir horas. En poco más de una hora, el vapor hace el trabajo y tú solo tienes que repasar. Es una forma de limpiar más natural, más consciente y, sobre todo, menos estresante. Cada vez más personas están apostando por este tipo de métodos caseros. No contaminan, no irritan las manos y dejan los electrodomésticos impecables. Y si además huelen bien, como ocurre con el limón, mejor aún.

Lo último en Curiosidades

Últimas noticias