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Jamás compres estas sandías en el supermercado: peligro por bacterias como E. coli o salmonella

Sandías
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Durante los días calurosos del verano, una rodaja de sandía fresca parece la elección perfecta para calmar la sed y refrescarse. Es jugosa, dulce y está cargada de agua, lo que la convierte en una de las frutas favoritas de la época estival. No es extraño, entonces, que en los supermercados y fruterías encontremos sandías ya partidas, cortadas en trozos, listas para consumir y presentadas en bandejas de plástico. A simple vista, parecen una opción conveniente, pero, detrás de esa comodidad puede esconderse un peligro invisible.

Lo que muchas personas no saben es que estas sandías cortadas y expuestas a temperatura ambiente pueden convertirse en el escenario perfecto para la proliferación de bacterias, como Salmonella o Escherichia coli. Aunque parezcan frescas, si no se han almacenado adecuadamente o han pasado demasiado tiempo fuera de la nevera, pueden representar un riesgo real para la salud.

El problema de las sandías cortadas: una amenaza silenciosa

Cuando una sandía está entera, su cáscara funciona como una barrera protectora frente a contaminantes externos, evitando que bacterias, suciedad o químicos penetren en su interior. Pero una vez que se parte, esa barrera desaparece.

Además, la pulpa de la sandía, rica en agua y azúcares, es el ambiente ideal para el crecimiento microbiano. Si la fruta se deja fuera dela nevera durante mucho tiempo, las bacterias pueden multiplicarse rápidamente, sobre todo si la temperatura del ambiente es elevada, como suele ocurrir en verano. Y lo más preocupante es que no siempre se notan señales visuales de deterioro.

Las dos bacterias más asociadas a la contaminación de sandías cortadas son Salmonella y E. coli, ambas responsables de infecciones gastrointestinales que pueden variar desde leves hasta graves.

  • La Salmonellapuede provocar fiebre, diarrea, vómitos y calambres estomacales. Los síntomas suelen aparecer entre 6 y 72 horas después de consumir el alimento contaminado y pueden durar varios días. En personas con sistemas inmunológicos debilitados (como ancianos, niños pequeños o pacientes con enfermedades crónicas) la infección puede derivar en complicaciones más graves.
  • La E. coli, por su parte, puede provocar desde diarrea leve hasta cuadros más complejos, como el síndrome urémico hemolítico, que afecta principalmente a niños y puede dañar los riñones. Esta bacteria suele estar presente en ambientes sucios o en manos que no han sido correctamente lavadas.

¿Cómo saber si se ha puesto mala?

A diferencia de la carne o la leche, donde los signos de descomposición son más evidentes (olor, color, textura), en las frutas cortadas el deterioro puede pasar desapercibido. Las sandías infectadas pueden seguir estando jugosas y rojas, incluso oler bien. Por eso es importante no fiarse sólo de la apariencia.

Sin embargo, hay algunas señales que pueden ayudar: si la fruta tiene una textura demasiado blanda, está muy húmeda por fuera, o presenta un color opaco o grisáceo, es mejor no consumirla. También hay que tener cuidado si la bandeja tiene exceso de líquido, ya que esto puede indicar fermentación o crecimiento bacteriano.

Otro punto crítico es la temperatura a la que se expone. Si ves que la sandía está en una vitrina sin refrigeración o simplemente colocada en una mesa al aire libre, lo más prudente es no comprarla.

Los especialistas en seguridad alimentaria coinciden en que las frutas deben mantenerse refrigeradas una vez cortadas. Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), cualquier fruta partida debe mantenerse a una temperatura inferior a cuatro grados y consumirse en un plazo no mayor a dos o tres días. Pasado ese tiempo, aunque no se noten cambios visuales, el riesgo de proliferación bacteriana aumenta.

Consejos prácticos

Una de las maneras más efectivas de evitar riesgos al comer sandía es optar por comprarla entera. Aunque pueda parecer menos práctico, lo cierto es que cortarla tú mismo en casa garantiza un mayor control sobre la higiene y conservación del alimento. La cáscara de la sandía actúa como una barrera natural frente a gérmenes, pero es importante recordar que esa superficie también puede acumular suciedad o bacterias. Por ello, antes de partirla, conviene lavarla bien con agua potable y, si es posible, frotarla con un cepillo para eliminar cualquier residuo.

Además, hay que prestar especial atención a la limpieza de los utensilios. Asegúrate de usar cuchillos bien lavados y de cortar la fruta sobre superficies desinfectadas. De igual manera, tus manos deben estar recién lavadas, ya que una mala higiene personal también puede ser fuente de contaminación.

Una vez que la sandía está cortada, no la dejes a temperatura ambiente por mucho tiempo. Lo más recomendable es guardarla de inmediato en un recipiente limpio, con tapa, y conservarla en la nevera. Este paso es esencial para frenar la proliferación de bacterias. Cuanto antes se refrigere, más segura será su ingesta.

Por otro lado, es fundamental evitar comprar bandejas de sandía ya cortada que no estén refrigeradas. Si están expuestas al calor, fuera de vitrinas frías o sin envoltura protectora, lo mejor es no adquirirlas. Aunque se vean frescas, la apariencia no garantiza su inocuidad.

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