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Éste es el ultraprocesado que comemos sin parar en España y que pone los pelos de punta a los nutricionistas

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Con el paso del tiempo, hemos ido tomando conciencia del impacto que tiene la alimentación sobre nuestra salud física y mental. Gracias al avance de la ciencia nutricional y a la mayor difusión de información, ahora sabemos que no todos los alimentos son iguales, y que algunos pueden resultar especialmente perjudiciales si se consumen de forma habitual. Dentro de esta categoría se encuentra un ultraprocesado muy popular en España que, detrás de su aparente simplicidad, se esconde una combinación de sodio, grasas y aditivos.

Cuando se habla de alimentos perjudiciales para la salud, muchos piensan en pizzas congeladas, snacks o embutidos, pero hay otros que pasan completamente desapercibidos. Uno de ellos son los fideos instantáneos, los cuales algunas personas creen erróneamente que son saludables. Es un plato muy habitual, especialmente entre estudiantes, personas con poco tiempo para cocinar o quienes buscan una comida caliente y rápida. Pero aunque pueda parecer una buena opción, la verdad es que se trata de una de las elecciones menos saludables del supermercado.

El alimento ultraprocesado que se consume con frecuencia en España

No todos los alimentos procesados son iguales. Existen los mínimamente procesados, como las verduras cortadas o el arroz integral envasado al vacío. Pero en el extremo opuesto están los ultraprocesados: productos con múltiples ingredientes añadidos como conservantes, colorantes, potenciadores del sabor y una buena cantidad de azúcar o sal. Estos últimos son los más preocupantes, ya que no solo carecen de beneficios nutricionales reales, sino que además están relacionados con un mayor riesgo de enfermedades crónicas.

Dentro del mundo de los ultraprocesados, hay un alimento que, por su apariencia y su popularidad, suele pasar desapercibido como perjudicial: los fideos instantáneos. Estos fideos suelen venir en sobre o en vaso, e incluyen un bloque de fideos precocidos y un sobre con condimentos que, al mezclarse con agua caliente, se transforma en un caldo sabroso.

Pero ese sabor y esa rapidez tienen un precio: una altísima cantidad de sodio, grasas saturadas, aditivos químicos y, en muchos casos, glutamato monosódico (MSG), un potenciador de sabor que genera controversia por sus efectos sobre la salud.

Sodio, grasas y aditivos: la combinación peligrosa

Una de las principales razones por las que los nutricionistas recomiendan no consumir este ultraprocesado tan popular en España es su enorme contenido de sal. Para hacernos una idea, un solo paquete puede superar los 2.000 mg de sodio, lo que equivale o incluso sobrepasa la cantidad diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un consumo excesivo de sodio está directamente relacionado con la hipertensión, el aumento del riesgo cardiovascular y la retención de líquidos.

Además del sodio, estos fideos suelen incluir grasas poco saludables, ya que se fríen antes de envasarlos. Esto eleva la cantidad de grasas saturadas, las cuales pueden contribuir al aumento del colesterol LDL, conocido como el «colesterol malo», y generar problemas cardiovasculares si se consumen en exceso.

Por si fuera poco, el sabor «casero» que prometen suele depender de una lista de aditivos como colorantes, conservantes, estabilizantes y el famoso MSG.

Falta de nutrientes esenciales: un alimento desequilibrado

Otro gran problema de los fideos instantáneos es su escaso valor nutricional. No contienen prácticamente fibra, ni proteínas de calidad, ni vitaminas o minerales en cantidades significativas. Esto significa que, a pesar de llenar el estómago, no ofrecen los nutrientes que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. De hecho, un consumo frecuente de este tipo de productos puede provocar deficiencias nutricionales a largo plazo, especialmente si forman parte de una dieta poco variada.

Además, su alto contenido calórico combinado con su bajo poder saciante puede llevar a comer más de lo necesario, favoreciendo el aumento de peso. Esto ocurre especialmente en personas que consumen este tipo de productos en lugar de comidas completas que contengan vegetales, proteínas y carbohidratos complejos.

Alternativas caseras: fáciles, rápidas y mucho más saludables

Preparar una sopa casera no tiene por qué ser complicado ni llevar demasiado tiempo. Basta con hervir un poco de agua, añadir caldo bajo en sal (o hacerlo casero con huesos, verduras y especias), incorporar vegetales picados como zanahoria, cebolla, puerro o espinacas, y añadir alguna fuente de proteína como garbanzos, lentejas o huevo. Si se desea una textura más contundente, se puede incluir arroz integral, pasta de trigo duro o quinoa. Además de ser mucho más nutritiva, una sopa casera permite controlar los ingredientes y adaptar la receta a los gustos y necesidades personales.

Ahora bien, es importante destacar que ningún alimento debería ser considerado «prohibido» en términos absolutos. Lo fundamental es la frecuencia con la que se consumen ciertos productos. Comer este ultraprocesado tan popular en España muy de vez en cuando, como una excepción, no tiene por qué tener consecuencias graves si el resto de la dieta es equilibrada y rica en alimentos frescos y naturales.

La clave está en la moderación y en ser conscientes de lo que comemos. No se trata de demonizar productos, sino de entender su composición y el papel que juegan dentro del conjunto de nuestra alimentación diaria.