Pedro Sandoval: «Con dos años sabía que había algo extraordinario dentro de mí y no es arrogancia»
Mediodía en Madrid. Parque de El Retiro, Casa de Vacas. Poco dado a las entrevistas, el artista venezolano Pedro Sandoval me recibe con una sonrisa y un abrazo, es muy de abrazar, para charlar conmigo sobre la muestra que tiene su firma: Pasión por el color. Cuando se adentren en la sala verán un neoexpresionista abstracto, una pintura en acción como la de Jackson Pollock, un poco del suprematismo de Malevich. Mucha vida, mucho diálogo entre el público, el arte y el espacio. Déjense llevar.
Me adentro en el espacio, Pedro y yo no nos conocemos, decido no decirle nada. Le observo. Escucho lo que dice el público de las obras que están colgadas en la castiza sala de exposiciones. “Me gustaría llevarme esta obra a mi casa, pero no cabe por las escaleras”, comenta una señora. Sandoval, cariñoso, le responde que lo más complicado de aquella obra es el peso que tiene. Rondaba los 200 kilos, creo recordar.
“¿Es usted el artista?”, le pregunta la buena mujer sorprendida del espontáneo diálogo. Bien, sepan que esto es solo un detalle de las dos horas en las que acompañé a Pedro en Casa de Vacas. Sonríe a los niños y da charla a los adultos. Al fin y al cabo, lo que nos gusta en la vida es charlar.
“No me gustan las entrevistas, ni que me fotografíen, pero me estoy acostumbrando”, explica Sandoval. ¡Quién lo diría! Se le ve dicharachero, cariñoso y sociable. No quiero creer que tras esa sonrisa afectuosa hay algo poco acogedor. De hecho, no lo presiento ni un segundo mientras hablamos.
Siempre ha pensado en pintar, siempre. “Con dos años sabía que tenía algo extraordinario dentro de mí, no es por arrogancia, pero te das cuenta”, explica. Incluso, con 6 años ganó el premio Young Master of the World en la ciudad japonesa de Osaka.
«No me gustan mucho las entrevistas, pero me estoy acostumbrando»
“El arte de centroeuropeo es más oscuro, los mediterráneos solemos jugar más con el color”, explica. A Sandoval los críticos de arte le han llamado “El Mago del Color”, para comprobar que no mienten solo deben dejarse abrazar por el calor de su obra. El artista ha tratado tanto la figuración como la abstracción, y se ha formado y trabajado junto a grandes maestro reconocidos a nivel internacional como Oswaldo Vigas o Jesús Rafael Soto.
No encontraran en el mercado o en una de sus muestras los bocetos de sus obras. No existen, el artista aborda el lienzo de manera directa, sin amagos, sin contemplaciones. Juega con el color y tiene el boceto en su cabeza. Su cuerpo comienza a bailar y a mecer la obra hasta que la termina.
«Dedico esta exposición a mi amiga Sofía Ímber»
Actualmente, Pedro Sandoval centra sus investigaciones tanto en las nuevas vanguardias alemanas como en el trabajo de los expresionistas abstractos norteamericanos como Hans Hofmann, Barnett Newman, Jackson Pollock o Cy Twonbly entre otros.
Hoy en día las obras de Pedro Sandoval pueden encontrarse en museos como el Guggenheim de Nueva York o en los museos de arte contemporáneo de Caracas y Boca Ratón (Florida), así como en grandes colecciones como la de la Casa Blanca, la de los Museos Vaticanos o la de la familia Kennedy, entre otras
En medio de la sala, interactuando con el espectador hay una escultura hecha al alimón con Juan Gerstl, un joven artista venezolano afincado en la capital. Es la gran atracción de los niños, el material está horadado y lo tomarán como una pieza clave de su diversión. Pongan en Instagram #PedroSandoval y verán lo que les digo.
Ciertamente, asoma la emoción en este férreo artista cuando llega el momento de los agradecimientos. Sonríe, me mira y no lo duda: “A mi amiga Sofía Ímber, sobre todo, te la dedico esta exposición”. Ímber, fallecida recientemente, fue la fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACCSI). Todo un icono cultural en el país de Venezuela que dirigió la pinacoteca durante 27 años, en 2001 fue destituída por Hugo Chávez. El presidente consideraba que “había sido secuestrada por la élite”.
Hay que gritar agradecimiento hacia quienes lo merecen, al fin y al cabo, no hemos venido a este mundo a estar solos. Siempre conectados, siempre compartiendo. Pedro y yo no decimos hasta pronto, pero antes, nos damos un gran abrazo. Ya saben, él es muy de abrazar.