Contaminación

Inquietante pero cierto: revelan que los humanos contaminamos el mar desde hace más de 5.000 años

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Civilización griega frente a un mar contaminado. Foto: ilustración propia.

Un equipo de investigadores europeos develó que los humanos contaminamos el mar desde tiempos muy remotos. Por lo que este fenómeno, no sería para nada moderno como siempre se creyó. Un estudio reciente, basado en el análisis de sedimentos marinos del Egeo, mostró evidencias de contaminación por plomo desde hace más de 5.000 años.

Estos hallazgos desafían la idea de que la degradación ambiental es consecuencia exclusiva de la era industrial. A su vez, la investigación también aporta datos sobre la relación entre el desarrollo tecnológico y el impacto ecológico de antiguas civilizaciones.

¿Por qué afirman que los humanos contaminamos el mar desde hace más de 5.000 años?

Un equipo liderado por Andreas Koutsodendris y Jörg Pross, de la Universidad de Heidelberg, analizó la composición de los sedimentos marinos del Egeo para determinar la antigüedad de la contaminación en la zona.

Los resultados muestran que la presencia de plomo se remonta a hace unos 5.200 años, lo que retrasa en 1.200 años las primeras evidencias conocidas de actividad contaminante en el Mediterráneo.

El estudio empleó técnicas avanzadas como la fluorescencia de rayos X (XRF) y la espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente (ICP-MS) para medir la concentración de plomo en los sedimentos.

La clave del análisis fue la relación Pb/Zr, ya que el zirconio es un elemento estable que permite detectar el incremento de plomo asociado a la actividad humana. También se analizaron muestras polínicas para establecer correlaciones entre los cambios en la vegetación y el desarrollo de actividades industriales.

Estos hallazgos confirman que los humanos contaminamos el mar mucho antes de la Revolución Industrial, a medida que las primeras sociedades metalúrgicas comenzaron a extraer y procesar metales.

¿Cómo se fue dando la contaminación del Mediterráneo?

El estudio señala que la contaminación del Egeo está vinculada a la expansión de la metalurgia en los Balcanes, donde las primeras civilizaciones comenzaron a extraer cobre y plata. Estas actividades generaron residuos de plomo que, transportados por el aire y los ríos, terminaron depositándose en los ecosistemas marinos.

Los datos también revelan que la contaminación, inicialmente localizada, se extendió conforme crecieron las redes comerciales y la demanda de metales.

Esto muestra que el impacto ambiental de las sociedades antiguas no se limitó a sus lugares de origen, sino que se expandió con la intensificación del comercio.

Por su parte, el plomo se utilizó de manera extensiva en la extracción de plata a través de la copelación, un proceso metalúrgico que separa los metales preciosos de otros elementos. La mayor actividad en este campo tuvo lugar durante el siglo I a.C., cuando las economías del Mediterráneo se monetizaron y la demanda de metales se disparó.

Los sedimentos muestran un incremento progresivo de la contaminación hasta la época romana, cuando la extracción de plomo alcanzó niveles sin precedentes. La presencia de estos residuos en los estratos marinos indica que la contaminación persistió incluso tras la caída del Imperio Romano y la llegada del periodo bizantino.

Los humanos contaminamos el mar y también modificamos el medioambiente

El análisis polínico del estudio también revela que la contaminación estuvo acompañada por cambios en la vegetación. A partir del siglo I a.C., los registros muestran un descenso en los árboles caducifolios y un aumento en los pinos, junto con una expansión de cultivos como el olivo, la vid y los cereales.

Estos cambios están relacionados con la deforestación y la expansión de la agricultura, lo que sugiere que las actividades humanas no sólo contaminaron el mar, sino que también modificaron el paisaje terrestre. La tala de bosques para la agricultura y la minería alteró los ecosistemas y contribuyó a la acumulación de metales pesados en los sedimentos marinos.

Los resultados también confirman que el Mediterráneo fue un epicentro de cambios ambientales desde la antigüedad. La concentración de metales pesados en los sedimentos de la bahía de Port Lligat (Girona), con registros de hasta 4.500 años de antigüedad, ilustra la persistencia del problema.

Por último, la investigación destaca la importancia de ecosistemas como las praderas de Posidonia oceánica, que han servido como filtro natural y sumidero de contaminantes. Este hallazgo refuerza el papel de los ecosistemas marinos en la regulación de la calidad del agua y la protección de la biodiversidad.

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