La sensibilidad de Iván Martín conmueve en el Festival de Pollença
El grancanario recreó de manera fidedigna los dos conciertos para piano de Chopin en París en 1832

La fecha del 23 de agosto en el claustro de Sant Domingo es probable que vaya a quedar como un hito en el historial del 64 Festival Internacional de Música de Pollença por la sencilla razón de asistir a la recreación fidedigna de los dos conciertos para piano de Chopin en París en 1832, al tomar como referencia la reducción de la orquesta a octeto de cuerdas en la presentación ante 150 personas del todo París, que tuvo lugar en el gran salón de Cromot -du-Bourg, un hotel con historia y punto de encuentro además de Frédéric Chopin y Camille Pleyel.
El grancanario Iván Martín vino a Pollença con el Galdós Ensemble, fundado por él mismo el año 2011, en formato de octeto precisamente. Como pianista es conocido por el público de Mallorca por la invitación de la Sinfónica de Baleares al ciclo Estius Sinfònics para tocar el Concierto de piano nº19 de Mozart. En esta ocasión el reto era acertar con los arreglos supuestamente similares a los empleados por Chopin en 1832.
Sabemos que la producción orquestal en Chopin es reducida, por lo general trabajos del conservatorio. Se dice que el éxito vivido en Varsovia y Viena, en 1828, del Gran Rondó de Concierto (Krakowiac) le animó a escribir los dos conciertos para piano, apenas cumplidos los 20 años. Después dejó Polonia para no regresar nunca más. De la representación en Varsovia de los dos conciertos el año 1830, Chopin escribió: «Toqué como tocaría cuando estoy solo».
Al llegar a París Chopin solamente llevaba consigo la versión reducida de ambos conciertos. No hay constancia de versión manuscrita para orquesta completa, circunstancia que ha dado pie a comentarios negativos sobre la capacidad de Chopin para la orquestación. El propio biógrafo de Chopin, el alemán Frederick Niecks, opinaba que el compositor polaco carecía de las cualidades para afrontar obras de gran formato «al tener subyugadas sus ideas a la idiosincrasia del lenguaje estrictamente pianístico».
La tormenta perfecta entonces es encontrar a un músico capaz de arreglar la orquesta y ajustarla a lo que cabría entender como la idea misma de Chopin y precisamente de eso iba la presencia de Galdós Ensemble en Pollença. La relación de amistad entre Chopin y Clara Schumann comenzó pocos años después de los conciertos en el Hotel Cromot-du-Bourg. Siendo ella misma una gran pianista, adquiere especial valor este comentario suyo, a propósito del estilo de Chopin: «Joyas que brillan entre otras piedras».
Interesante el comentario del pianista y educador Gregorio Benítez para ver, desde los conocimientos de un colega relevante, detalles del perfil artístico del compositor polaco: «Una magistral técnica pianística que redefinió los límites del instrumento, no sólo en cuanto a posibilidades sonoras, sino que también impulsó el desarrollo de nuevas formas de expresión, y ejecución, sobre el teclado». Refiriéndose en concreto a los dos conciertos para piano, Benítez deja claro que ambos se caracterizan por «enfatizar el papel del solista, mientras la orquesta tiene una contribución meramente formal».
Sin entrar a valorar aciertos de Iván Martín en la orquestación, sí era fundamental su capacidad de transmitir «el monólogo incesante del único protagonista, el piano». En definitiva, si en efecto podía recrear a Chopin en los salones mundanos de París en el año 1832.
De eso iba la noche del 23 de agosto en el claustro de Sant Domingo, hasta el extremo de observar al pianista grancanario plenamente identificado con el énfasis del papel del solista. Entre el público los hubo recalcitrantes, que echaban pestes por el pobre papel que jugaba la orquesta, olvidando que no hay constancia de una versión manuscrita para orquesta completa. La idea de Iván Martín me atrevo a pensar se limitaba a recrear la versión reducida (violines, violas, contrabajo, violonchelo) que tal vez pudiera escucharse en aquellas veladas de febrero-marzo de 1832. El público lo acogió muy bien. De hecho, la sensibilidad de Iván Martín conmovió en el claustro de Sant Domingo. Bien secundado por Galdós Ensemble.
Después llegaron los bises al piano solo, de Scarlatti y Bach, antes que para reivindicarse a sí mismo, para recordarnos que el barroco es la pieza grande en el acta fundacional de la embajada canaria que es Galdós Ensemble.