‘Materia prima’: Laurie Pearsall despliega su memoria vital en la galería MA de Palma
Instalaciones frágiles y bellas, pintura, fotografía, escultura componen esta magnífica exposición de la artista norteamericana

La materia prima de la memoria es la propia vida. Si se trabaja con ella y se hace con cruel sinceridad, lo que se destila es Verdad, así, con mayúsculas. Y en un mundo repleto de fakes, de autoengaños, de disimulos y apariencias falsas, que la memoria y la verdad recuperen terreno es una gran noticia, algo en verdad inusual.
En el fondo, el principio del arte reside en el filtro personal que el artista dispone ante sus vivencias, de manera que ellas, conjugadas con el bagaje cultural heredado, componen el escenario en el que puede darse, de sumarse el talento, la creación. Pero siempre, por muy oculto que pueda estar, debe hallarse como fundamento, como materia prima, la experiencia personal del artista. El caso de la presente exposición es paradigmático, en este sentido, pues en ella asistimos a un despliegue asombroso, en diversos formatos alegóricos, de las experiencias, muchas de índole extremadamente íntimo, de la protagonista y artista, Laurie Pearsall. Casi podríamos decir que la artista ha convertido todo el espacio de la galería en un enorme confesionario, donde más que pedir el perdón por los pecados cometidos por ella misma (que también, cuando el caso se concita), lo que se hace es pedir que los que han cometido pecado con ella sean perdonados después de transitar el calvario de una escrupulosa y nunca leve penitencia.
Laurie Pearsall (Massachussets, USA, 1970), después de formarse en la Cooper Union para el Progreso de las Ciencias y el Arte de Nueva York, donde se licenció en Bellas Artes en 1992, y ultimar seguidamente un doble máster de Pintura y Educación Plástica en la Escuela de Arte de Massachussets, se trasladó a la isla de Mallorca, donde en la actualidad reside y trabaja. Como decía, partiendo de la pintura, Pearsall ha evolucionado hacia otro tipo de manifestaciones cercanas a la escenografía, la performance y las instalaciones site specific, en las que desarrolla y destila todos sus sentimientos y recuerdos de las experiencias, muchas de ellas traumáticas, por las que ha tenido que pasar.
Se trata, pues, de una obra referida sin ambages al yo como materia prima principal, de corte similar a la que han elaborado, por ejemplo, en la literatura reciente el noruego Karl Ove Knausgard, en su saga Mi lucha, o en nuestro mismo entorno la escritora en lengua catalana Neus Canyellas, cuya obra tiene además la característica femenina que la entronca aún más si cabe con la de Pearsall (su última publicación, Autobiografía autoritzada, es una lectura muy recomendable).
El mecanismo que activa Materia prima se origina en la escritura, precisamente, de unos apabullantes —por lo extensos— diarios por parte de la artista, diarios que ocupan fichas de pequeño formato, hojas sueltas, cuadernos… La escritura es automática y de sentido catártico, y desbordante, como decía, en cuanto a su producción. Lo curioso de estos diarios, con los que ha compuesto buena parte de las obras expuestas en esta exposición, es que lo que en verdad importa en ellos es el proceso de su redacción, que se realiza como si de un autoexorcismo se tratase. Después, una vez expulsados los demonios interiores, las hojas donde la escritura ha quedado plasmada dejan de tener un valor sacro en lo personal, de manera que pueden servir, materialmente, como herramientas para la confección de la obra de arte final.
Un ejemplo es la pieza en la que han sido lavadas las hojas en las aguas de un torrente, recogidas después y dispuestas en una instalación ad hoc, así como en diversas fotografías. Por cierto, una parte de las obras de tipo escenográfico ha sido recogida para ser mostrada en la galería mediante fotografías, que ha realizado —dado que en ellas la protagonista es la propia Laurie Pearsall— otra artista colaboradora y amiga, Natasha Lebedeva. Las fotografías son exquisitas también, verdaderas joyas de la plástica cargadas de simbolismo.
Además de ese discurso autobiográfico, Materia prima contiene también planteamientos de tipo teórico en los que se reflexiona sobre el rol de la mujer en sus diversas etapas vitales, adolescencia, madurez, viudedad, etc. Todo ello, siempre, partiendo de connotaciones eminentemente femeninas y feministas, que en el caso presente componen un bloque sólido de absoluta justificación.
Como decía, una exposición que habla de Verdad y de memoria y experiencia, y que contiene piezas de una belleza extrema, piezas que condensan la emoción y el sufrimiento con las que se van escribiendo las páginas de toda vida.
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