Mal menor en Son Moix
Los tópicos del fútbol incluyen aquel por el que los errores de los porteros son más groseros que el de los delanteros que fallan goles. No fue el caso exacto porque a Leo Román porque no solo no cometió ninguno, sino que salvó al final dos remates a bocajarro de Manu Sánchez, un defensa, y Morales que hubieran sentenciado una derrota tal vez inmerecida en idéntica proporción al escaso merecimiento de la victoria. En la otra portería, los fallos de Sergi Darder solo ante los tres palos son inadmisibles en un futbolista de su categoría. «No es mala suerte, de haber sido Maradona hubiera marcado» (José Luis García Traid en un Racing-Atlético).
Resulta igualmente inaceptable que el Mallorca empiece todos los partidos, salvo uno, perdiendo uno a cero. Analizadas todas y cada una de las situaciones, la falta de contundencia sonroja a centrales de la experiencia de Valjent y Raillo, una dupla con la suma de quinientos partidos a cuestas que pesan más de lo que aparenta, pero mucho peor es la pésima colocación del doble pivote que integran Samu, siempre impreciso y desordenado, junto a Morlanes, apenas visible en repliegue y simple en su concepto del juego. De ahí para atrás vienen los problemas que en diez jornadas no ha sido resuelto.
Los de Arrasate entraron bien por las bandas en el primer tiempo. Mateo Joseph se activó tanto en el carril como en busca de zonas de remate y Virgili, egoista y chupón, encandiló a la grada con sus habilidades y velocidad sin proyección práctica. «Hay que apuntar a las estrellas para llegar a la luna» , aunque el espectador olvide las estrellas cegado por el resplandor de la luna.
El Mallorca ganó por cuatro «¡uys!» a tres. Menos da una piedra. Sin embargo los dos últimos congelaron el corazón de Leo Román y toda la grada. El golazo de Maffeo cuando ya moría la batalla y el tornaba oscuro, obligó a tomar riesgos innecesarios. La ansiedad pudo a la calma, la rabia al cerebro, aunque el relevo de Sergi Darder por Pablo Torre había dejado al cuerpo del anfitrión sin alma y pretender que Marc Doménech y Javi Llabrés, tengan que salvar los muebles raídos por sus compañeros de pelo en pecho, es una ocurrencia impropia de un veterano de los banquill