Maite Arias, la empresaria del lujo de Mallorca
Maite es la amiga que todos querríamos tener a nuestro lado para siempre. Su inteligencia y una elegancia más que probada, unida a una discreción que en sociedad es fundamental, han hecho de ella una de las grandes. Su mundo no se limita, sin embargo, a esa sociedad elitista y con posibles, donde tiene un puesto destacado y asegurado. Va más allá y eso es lo que la hace distinta.
Al igual que su amiga, y también uno de mis cisnes de la que un día les hablaré, Mayte Spínola, la Grande, nuestra Arias, se abre a otros mundos sin complejos ni clasismos de ningún tipo y con un único afán, aprender, divertirse y seguir en la brecha de la actualidad, no la suya, que ya tiene más que superada, me refiero a la actualidad de la que muchos huimos pavorosamente porque si bien la información es poder y saber, también es bastante limitante. Adoro a las personas que no esconden la cabeza debajo del ala, que se enfrentan a la vida y sus novedades de cara, y lo más importante, que muestran interés por aprender.
Maite Arias es, sin duda, una de las personas que más sabe de alta moda de este país en el que demasiados se cuelgan la medalla de expertos y pocos lo son. Comenzó su andadura con una pequeña tienda en la Ibiza gloriosa de nuestra juventud. Su éxito se basó en saber elegir producto y en saberlo exponer y vender con la categoría que se merecía. A su alrededor creó un mundo de fantasía que la convirtió en un referente en poco tiempo.
Recorrió los mejores showrooms de París y Milán, donde sólo son aceptados los grandes y se hizo un hueco entre los destacados del mundo entero. A sus locales, situados siempre en puntos estratégicos donde la dama sabía, antes que nadie, que iba a llegar el nuevo cliente en busca de lujo de verdad, llegaron las marcas, léase Valentino, Dior, Versace… cuando ni siquiera se había creado la Milla de Oro madrileña que hoy las acoge.
Su gran poder ha sido siempre el conocimiento, el saber qué ocurre a su alrededor y saber llevar la información que recibe a su terreno. Antes de ir a ver y realizar las compras de las colecciones de lujo, analiza primorosamente los tiempos que vivimos, las necesidades de la sociedad que ha de comprarle y saca una conclusión que en cuanto la escuchamos parece salida del mejor financiero del mundo.
Maneja un negocio, junto a su marido Sergio San Juan y su hijo Eduardo, y lo dirige con rigor, dureza y competitividad. Valga un ejemplo muy significativo de su carácter. Cuando se declaró la pandemia, las nuevas colecciones ya estaban en sus tiendas, pagadas y sin devolución posible. Lejos de amedrentarse, la familia al unísono ideó un plan que salvó la situación. Se trataba de algo sencillo que demuestra ese estar al día del que les hablaba antes, ese vivir en el futuro sin despreciar el pasado que a mí tanto me gusta.
Ha diversificado su mundo: perfumería, zapatería y su propia marca
La idea no fue otra que descolgar pieza por pieza las prendas de las tiendas y subirlas a la casa. Viven en una casa suspendida en las montañas sobre Puerto Portals, en la que se dice es hoy la calle más cara de España. Allí montaron un estudio fotográfico improvisado en el que poder crear, a partir de las imágenes obtenidas de manera casi profesional, una página web, donde vender, a su precio, las prendas de los mejores creadores del mundo. Su mercado se abrió de repente, la idea funcionó, y lo más importante, permitió que el negocio siguiera funcionando. Eduardo San Juan Arias, su único hijo, tuvo mucho que ver en ese triunfo que ha marcado sin duda un antes y un después en la empresa que crearon sus padres.
Ahí no acaba todo. Maite ha sido capaz de diversificar su mundo abriéndolo a la perfumería, la zapatería y demás complementos, y también ha tenido la genial idea de crear su propia marca, Marie Mariée, con la que el éxito ha sido total y absoluto. Seguramente fruto de la experiencia que proporciona estar durante tantos años al pie del cañón, trabajando duramente, escuchando a los clientes y con la disposición necesaria para desvestirse en un santiamén si una clienta se enamora de su look y quiere llevárselo puesto. Ha ocurrido alguna que otra vez.
En el mundo de Maite hoy falta una pieza fundamental, Cristina Macaya, que fue una de sus grandes amigas y mentoras, pero ha seguido adelante. Las fiestas de verano que ambas organizaban llenaban un espacio que hoy ocupa únicamente Maite. Son fiestas en las que los invitados acuden, como ocurría en Es Canyar, con la elegancia como bandera, sabiendo que van a disfrutar de una noche exquisita en la que se cuidarán todos los detalles. No hay casa donde se coma mejor.
Maite es natural de Bilbao, no hace falta decir más, pero se mueve por el mundo desde Mallorca aceptando cualquier plan apetecible. Estamos en tiempos de conocer a mis cisnes y faltan algunos de los más importantes. Se habrán dado cuenta de que mis fiestas son de todo menos vulgares o aburridas con semejantes personajes bailando al son de la música de Paco Colombás.
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