Crítica teatral

Un magistral Pere Arquillué nos transmite un relato perturbador

El Teatre Principal de Palma acogió la representación de 'L'adversari', adaptación teatral de la obra de Emmanuel Carrère

Arquillué en la piel de Carrère y Carles Martínez encarnando al asesino en serie Jean-Claude Romand se ajustan a sus papeles con exquisita precisión

Pere Arquillué
El actor Pere Arquillué en la obra 'L'adversari'.

El periodista y escritor Emmanuel Carrère, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2021, al editar en el año 2000 su novela L’adversaire, de inmediato recibió el crédito de ser el creador del género de la novela de no ficción. La novela basada en estremecedores hechos reales le afectó de tal manera, que se considera que algunas de sus obras posteriores, todas ellas inscritas en el género de no ficción, le sirvieron como terapia para superar el trauma que le supuso escribir esta obra. Se trata de Una novela rusa (2007), De vidas ajenas (2009) y El Reino (2014), que parte de la crítica literaria entiende que son reflexiones sobre las crisis de identidad y de fe. Esto último ya está implícito en el título de la novela: Carrère nos recuerda que en la Biblia se encuentran referencias a Satanás, señalándolo como «el adversario». 

Temporada Alta 2022 estrenaba en octubre de aquel año L’adversari, una adaptación teatral que los más cursis del lugar inscriben en el género True Crime, cuando en origen hablamos de una novela, toda ella una lección de nuevo periodismo, como ocurriera con A sangre fría (1966) de Truman Capote. Curiosamente ambas obras comparten un dilatado proceso antes de su publicación; la de Carrère entre 1993 y 2000, la de Capote entre 1959 y 1966. Nótese la coincidencia de siete años en ambos casos, tiempo sujeto a una exhaustiva investigación, después la reflexión y finalmente la escritura.

L’adversari es adaptación de la novela homónima de Emmanuel Carrère, en la que las primeras palabras que leemos son: «La mañana del 9 de enero de 1993 (…)», donde el personaje protagonista es el propio escritor, encarnado sobre las tablas por Pere Arquillué, lo que le valió el Premio Max. 

Dos personajes en escena, Arquillué en la piel de Carrère y Carles Martínez encarnando al asesino en serie Jean-Claude Romand. Ambos ajustándose a sus papeles con exquisita precisión, en un relato de cien minutos que son en realidad la transcripción literal de la novela que conjuga entremezcladas las temáticas que sobrevuelan permanentemente el relato: mentira, identidad y maldad. Al menos, es una de las posibles interpretaciones y que comparto. 

Por encima de todas las cosas, sea leyendo la novela, viendo la película de Nicole García estrenada en 2002 o situados en el patio de butacas, siempre nos perturba aquel relato, porque en efecto se narra un crimen perturbador. 

De ahí, quiero suponer esos reiterados y molestos efectos sonoros, que se van repitiendo a lo largo de la representación, y sí: perturbándonos. Dirige la obra Julio Manrique, que asimismo participa en la adaptación. Aquellos efectos sonoros, que firma Damien Bazin, sirven para recordarnos de qué se está hablando, frente al imprescindible encadenamiento de registros en el caso de Arquillué, que no en vano ha interiorizado los siete años de trabajo, cuya inmensa carga está presente en la escena a través de las pesadas cajas que encierran toda la información acumulada a lo largo del tiempo.

El trabajo de un experimentado Manrique es de una admirable intensidad, consiguiendo que las limitaciones de la escenografía dejen aflorar toda la carga anímica y el profundo simbolismo configurándose en la sucesión de recuerdos que van mezclándose entre monólogos y diálogos de dos actores que nos desvelan magistralmente la densa atmósfera que inunda el relato

Emmanuel Carrère fue reconocido en el año 2017 con el Premio que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y en el acta del jurado se lee que cabe considerar a Carrère como heredero de Montaigne y Rousseau.

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