Estudi Zero recurre a Grumberg para hablar de intolerancia
Ha estrenado 'Els Altres' en el Teatre Sans, el más madrugador en presentar su temporada de otoño-invierno
Luego me refiero a qué responde el titular. Lo primero que importa señalar, es que el Teatre Sans ha sido el más madrugador en presentar su temporada de otoño-invierno y para variar lo ha hecho en los finales del estío. Estudi Zero, compañía propietaria del Sans, abrió el programa con nueva puesta en escena, que ocupará el grueso de este Cuaderno.
La segunda propuesta del Sans, en puertas de que el Teatre Principal comience su temporada, ha sido Wet, monólogo de Concha Vidal centrado en Jackson Pollock, precursor del expresionismo abstracto, y su vida con la también pintora Lee Krasner que decidió consagrarse a ser su representante, lo que, curiosamente, acaba traduciéndose –según las notas del programa- en cuestionar «los derechos de la mujer en el mundo del arte» y la pregunta: «Qué significa ser pintora en un mundo patriarcal». Vamos, que me meo. Un simple retorcimiento de la naturaleza de una voluntaria renuncia aquí convertida en sometimiento. Vaya por delante que la fundación que custodia el legado de Pollock lleva en su encabezamiento un apellido compuesto: Pollock-Krasner.
Las notas al programa se contradicen con las propias palabras de Pollock, a pesar de que este monólogo se basa en parte en sus diarios personales. Voy a reproducir tres frases, dos de ellas debidas al pintor: «La pintura tiene vida propia, intento dejarla salir». La otra: «Traten de recibir lo que la pintura les ofrece y no traigan temas o ideas preconcebidas». Ya está bien de tanto ir y venir con cacarear las maldades del patriarcado. Es más, en 1952 la revista ARTnews publicó un artículo del crítico de arte Harold Rosenberg, donde se relata: «El gran momento llegó cuando el gesto del lienzo era liberar el valor, la estética, lo moral». Wet no es novedad, puesto que se estrenó el año 2017 en la Fundació Pilar i Joan Miró. Ahora sí toca Estudi Zero.
Era obligado asistir al estreno de Els Altres, nueva producción de Estudi Zero que abre la temporada 2022/2023. Y era obligado por reconocimiento a una compañía independiente y con solera que lo ha pasado mal los meses pasados al no haber recibido las ayudas que venían siendo habituales, según parece debido a un error de la opaca burocracia del Consell de Mallorca.
La trayectoria que acompaña a Estudi Zero bien merece una consideración de bien cultural a preservar. Dicho lo cual. Els Altres es en cierto sentido una adaptación que algo se aleja de constantes habituales de la compañía si bien conservando ese toque del teatro del absurdo que le es tan propio, en especial referido a los cuadros 2 y 3 de esta obra original de Jean-Claude Grumberg. Una adaptación que, asimismo, cabe considerar va por libre en lo que se refiere a parte de los contenidos y el cuadro de intérpretes.
Jean-Claude Grumberg, el multilaureado dramaturgo francés (ocho premios Molière) vio estrenarse en 1986 su collage, Les autres, que escribió entre 1967 y 1968. Entonces un autor desconocido en España hasta que en 2016 Josep Maria Flotats estrenó Ser-ho o no (que vimos en el Teatre Principal de Palma). Grumberg es de origen húngaro y etnia judía que padeció en sus carnes las consecuencias del holocausto, lo que ha sido una constante en su obra. Escribió Les autres a los 28 años de edad y sin llegar a desconectar de sus constantes temáticas, en palabras suyas no deja de ser una reflexión pausada y profunda de elementos discriminatorios que nos son comunes, que nos implican queramos o no, si bien aquí prevalece un toque de ironía.
Lo explicaba recientemente él mismo: «El teatro, ahora lo sé, y lo presentía hace tiempo, no cura a los espectadores ni a los intérpretes o los autores de las maldades pasadas o presentes. Pero que haga reír, que pueda implicar placer para quienes lo practican supone un consuelo para un viejo autor como yo». En cierto sentido las licencias que se permitía Grumberg en los textos breves que configuran este collage se contemplan en esta puesta en escena de Estudi Zero con dramaturgia y dirección de Pere Mestre, quien a su vez se ha encargado de la traducción. Las partes del original, ahora se reducen a tres, y también cambia el cuadro de intérpretes: cinco hombres y tres mujeres en el original, mientras aquí se reduce a un paritario tres y tres.
La intención de Grumberg al escribir el cuadro primero (Les vacances) era dejar aflorar, y señalar, un racismo primitivo que en manos de Estudi Zero pasa a ser una foto fija en torno a los prejuicios. Para ello elige la estampa de una familia mallorquina de vacaciones en un lugar no señalado pero que permite una mirada a ese racismo que nace de cierta actitud de prepotencia, y en este caso, aprovechada para en tono hilarante hacer autocrítica. Esta es la parte más racionalmente lúdica y distendida del montaje. También la que se aleja del sello estilístico de la compañía. Muy bien los cinco en escena y desde luego la que más reclama la complicidad del público.
En cambio el segundo cuadro (Michu aquí titulado Xisco) es el que más incide en la denuncia de la estigmatización arbitraria resuelto de un modo más esquemático, también natural si se quiere. La manipulación, resuelta a la manera de sucederse movimientos mecánicos, que en definitiva vienen a reforzar la sensación de indefensión frente a los estigmas gratuitos.
Si Dominic Hull y Pepa Ramon lideran con solvencia el núcleo familiar, en el segundo cuadro es Pere Mestre con las réplicas de Pepa Ramon quien se muestra magistral en su repertorio caricaturesco, que precisamente por ser de una simplicidad envolvente expone mejor la profundidad de esa maldad.
Los dos cuadros restantes (Rixe y Guérit) quedan reducidos a Nyufs y en realidad éste es el que entra más en profundidad en la denuncia que va alojada implícitamente en la dramaturgia de Grumberg: la explotación, sin piedad alguna, de unos (el poder) sobre otros (el pueblo). Si contemplaban los cuadros a simples comparsas, esta vez todos son protagonistas, sean en el bando de opresores (el matrimonio formado por Pere Mestre y Lourdes Erroz) o de oprimidos (la pareja de artistas que encarnan Laura Dalmau y Jaume Sastre). Es probablemente la parte con mayor sustancia de la obra, además de acoplarse perfectamente a la naturaleza misma de Estudi Zero.
Aunque por encima de todo, nos enfrentamos a un espejo a través del cual Jean-Claude Grumberg reflexiona sobre el racismo, la vanidad, también la intolerancia y la codicia. Estudi Zero toma el testigo y contextualiza todo ese entramado de maldades en una obra cuya narrativa se remonta a 54 años atrás cuando todavía era posible y apropiado hablar de unos valores que han acabado por desvanecerse y en consecuencia regresando al primer plano de la actualidad unos escritos de juventud.
En definitiva, Teatre Sans vuelve a primera línea y confiemos que conforme avance la temporada puedan recuperar el ritmo que les corresponde.