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Docentes de Baleares denuncian el sectarismo del rector de la universidad que teme un gobierno PP-Vox

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El rector de la universidad balear, Jaume Carot, con la presidenta del Govern, Francina Armengol.
Indalecio Ribelles
  • Indalecio Ribelles
  • Redactor OKDIARIO en Baleares, información local de Palma, social y política en general. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

Docentes de Baleares denuncian el sectarismo del rector de la Universidad, Jaume Carot, que teme un gobierno PP-Vox, tal y como ha manifestado a un diario regional. Para el colectivo PLIS, que defiende que el 25% de clases en la enseñanza obligatoria tendría que ser en castellano y rechaza la iniciativa del citado rector de imponer el 35% de clases universitarias en catalán, «resulta intolerable que la máxima figura de una universidad pública que se sustenta en su práctica dependencia de los fondos del erario autonómico presente unas credenciales tan sectarias y tan poco democráticas, al negar la legitimidad de la única alternativa al tripartito de izquierdas en los próximos comicios autonómicos de mayo».

Para PLIS las manifestaciones de Carot, son «una muestra más del escaso sentido institucional del que va haciendo gala últimamente el rector Carot cuya cobardía marca de la casa le acerca a los colectivos más extremistas de la política balear».

En los escasos veinte meses que lleva en el cargo, apunta esta entidad, Jaume Carot está sorprendiendo a propios y extraños «con unos planteamientos sectarios y extremistas que nos recuerdan al infausto Nadal Batle, y que quedan muy lejos de los planteamientos moderados con los que se presentó a las pasadas elecciones a rector, y que le permitieron cosechar uno de cada tres votos de la comunidad universitaria».

Con sus declaraciones Carot hace un flaco favor a la universidad que representa, al alejarse de más de la mitad del electorado balear que también está contribuyendo fiscalmente al funcionamiento de la universidad balear.

Para PLIS el rector no hace sino «tirar piedras sobre el tejado de la universidad balear que si de una cosa adolece es que, tras dejarse engatusar por colectivos extremistas como el Departamento de Lingüística Catalana, Sindicatos de Estudiantes dels Països Catalans o Plataforma de la Llengua, ha logrado que muchísimas familias de Baleares prefieran enviar a sus hijos a otras universidades antes que hacerlo en una UIB estigmatizada como catalanista e izquierdista.»

Aunque estas críticas sean injustas en general, lo cierto es que declaraciones como las de Carot de este fin de semana y, sobre todo, «su cobardía y sus ansias de quedar bien con los colectivos más vociferantes y fanáticos al evitar enfrentarse a ellos, no hacen sino alimentar la impresión general de una universidad a la deriva y que camina al rebufo de lo peor de las universidades catalanas».

Unos centros universitarios, algunos de las cuales, recuerdan, «han sido severamente reprendidas por el Tribunal Supremo y el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por inmiscuirse en asuntos políticos al ponerse al lado del separatismo y rompiendo la neutralidad ideológica que debe regir en organismos sustentados con fondos públicos, máxime en instituciones como las universidades públicas que deben pivotar sobre un espíritu dialogante, abierto y tolerante gracias al que justifican en parte su propia existencia».

La deriva ideológica de Carot, recuerda esta entidad de docentes, viene de lejos desde que asumiera el cargo de rector.

«Carot mintió para cancelar la presentación de un libro crítico con el transexualismo, pisoteando la libertad de expresión y la neutralidad ideológica que se le presuponen a una universidad. Sigue callando como un muerto ante el minoritario departamento de Filología Catalana cuando persiste en la mala costumbre de hablar en nombre de toda la universidad, una práctica permanente que se ha venido alimentando gracias al silencio, no sabemos si doloso o deseado, de los rectores que han pasado por el cargo».

Por último critican que el rector, en su afán por congraciarse con grupúsculos separatistas, acaba de aprobar un reglamento lingüístico que vulnera claramente la ley de universidades, el reglamento académico de la UIB y el Estatuto de Autonomía al obligar a una parte de los profesores -los que considere cada departamento- a impartir sus clases en catalán, una medida que no ayudará precisamente a atraer a estudiantes peninsulares o internacionales, propiciando además la huida a medio plazo de talento docente e investigador.

«Carot se abstiene de enviar ninguna brigada para limpiar las pintadas separatistas y comunistas que se adueñan del paisaje del campus y ríe las gracias de grupúsculos separatistas como la Plataforma de la Llengua en sus ansias por denunciar atropellos lingüísticos que sólo están en su imaginación».

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