LA BUENA SOCIEDAD

Carla Ventura, la mujer al lado del gran artista Fabrizio Plessi

carla fabrizio plessi

A ver por dónde empiezo la aventura de hoy. Admito que me he metido en el berenjenal de contarles cómo son dos personas extraordinarias, que intuyo habían nacido para encontrarse y estar juntas toda la vida, pese a las diferencias que aparentemente habían de separarles. El gran artista es Fabrizio, pero la que ha sostenido la empresa ha sido Carla, organizando para el genio una vida perfecta y bella en la ciudad más inspiradora del mundo, Venecia, donde Fabrizio tiene su estudio y la familia un maravilloso palacio renacentista que flota en las aguas cercanas al gran Canal.

Pasear con ellos por la ciudad es un sueño maravilloso pues sus conciudadanos les muestran un respeto y un cariño seguramente muy parecido al que sintieron Rafael y Miguel Ángel, y tantos otros genios que han habitado la ciudad y la han convertido en lo que es. En esas sigue el matrimonio, luchando con elegancia contra todo lo que impida la genialidad del creador, uno de los artistas más importantes e influyentes del arte contemporáneo. El inventor del videoarte ni más ni menos, el que lo llevó a los bolsos de Louis Vuitton en forma de cascada de oro cayendo sobre la icónica tapa de la casa. Y ya que estoy en ese punto, fueron Fabrizio y Carla los que insistieron a los directivos de la marca para que abrieran tienda en Palma y a la vista está que no se equivocaron.

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Fabrizio y Carla con sus hijos Rocco y María Sole en la inauguración de la intervención del artista en la Plaza de San Marcos.

Recuerdo la inauguración de esta tienda, entonces pequeñita, del Borne palmesano. Fue un auténtico acontecimiento de lujo elegante. Los invitados recibimos la invitación en mano, en ella se nos indicaba que un coche limusina nos pasaría a buscar para, después de haber visitado la nueva tienda, desplazarnos por parejas hasta la casa de la familia Plessi, donde se sirvió una exuberante cena, con camarero por comensal, justo en el estudio mallorquín donde trabajaba el maestro con una energía indescriptible. Fue una noche inolvidable por muchos motivos, entre ellos, por qué no asumirlo con naturalidad, sentirnos elegidos por los dioses de la belleza, para que bebiéramos de ese elixir que cuando se prueba una vez no permite una marcha atrás. Creo que todos los asistentes habíamos vivido antes grandes acontecimientos sociales, pero éste dejó en nosotros una marca para siempre.

Un regalo de los Plessi a Mallorca dividido en muchos paquetes. El más importante, sin duda, fue la rehabilitación de una antigua primitiva casa de payés que el genio convirtió en casa escultura muy Plessi y eso que no cambió su estructura original. Es más, en un trabajo arqueológico costosísimo se rescataron para la vista las grandes rocas llenas de orificios que durante siglos habían permanecido ocultas bajo la tierra tupida. El efecto era capaz de paralizar a cualquiera, puesto que el paseo que llevaba al horno de leña y a la cisterna de agua de lluvia se convirtió en todo menos fácil de pasear. Pero era bello entre lo bello, la filosofía que define a esta familia vital, moderna y conservadora a la vez, educadísima, comandada por una de las mujeres más elegantes del mundo, sin ninguna duda.

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Carla y Esteban Mercer, en su casa de Venecia.

Cuando la pareja se conoció la importante era ella. Fabrizio se encontraba en plena lucha consigo mismo. Pero se casaron y tuvieron dos hijos, un varón, Rocco, con el estilo de los italianos guapos, y la dulce y bellísima María Sole. Los cuatro en Mallorca han sido muy felices y nos han hecho muy felices. Las recepciones que organizaban para sus amigos carecían de cualquier pomposidad y se impregnaban de esa Italia hermana, en forma de espagueti recién hecho y servido por la señora de la casa. La vi en situaciones que hoy parecen sueños.

Imagínense sentados a la mesa a los príncipes Michael de Kent, Marisa Berenson, Cristina Macaya, Marina Castaño, Maite Arias, mi ex pareja y yo y los Plessi dirigiendo el cotarro con una elegancia extrema, sin alterarse en esa batalla de egos y miedos que sólo los muy avispados ganan. Fue una velada memorable y muy divertida que supieron sacar adelante saltándose el protocolo royal pero no la buena educación que se demuestra tratando a todos por igual, sin olvidar a nadie. Y sin olvidar nada. Sus reuniones son mágicas, modernas y clásicas a la vez, como su palacio veneciano, como su casa mallorquina que nos llenó el corazón durante tantos años.

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Carla, en la sala de su casa de Venecia.

Recuerdo que conocí a los Plessi en la inauguración de una exposición en Palma, seguida de una cena en casa de Cristina Macaya. Conectamos al instante y desde entonces somos incondicionales. Hemos trabajado juntos para televisión mostrando generosamente sus casas y su aportación a la cultura, y también su gran conexión con la moda. Carla crea bolsos joya, cotizadísimos, Fabrizio interviene en creaciones de moda con toda naturalidad. En su magnífica casa de Santanyí durante muchos años, esta mujer enamorada de Mallorca sigue en contacto con la isla a pesar de la venta de la que es una de las casas más bellas del mundo, fotografiada para las principales revistas de arte y decoración.

Fue una embajadora excepcional de Mallorca, sin pretenderlo, y hoy lo es de Venecia. Nunca han dejado de visitarnos. Carla es de quedar con amigas para ir de compras, es de pandilla, es señora de los pies a la cabeza. De ahí su enorme éxito y también su poca pretensión. Deja brillar a su marido, sin dejar de brillar ella. Marcelo Mastroiani y Sophia Loren en la pantalla para siempre, Fabrizio y Carla en la vida, también para siempre.

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