Premio Sájarov: un reconocimiento a la dignidad de los venezolanos
En medio de la tormenta que sacude la estructura unitaria que se concibió para articular esfuerzos con el propósito de defender los derechos humanos de los venezolanos, nos despertamos el pasado jueves en nuestro país con la buena noticia de que el Parlamento Europeo nos distinguía con el Premio Sárajov 2017, un reconocimiento a la Libertad de Conciencia y los DDHH, bautizado en honor al científico y disidente soviético, Andréi Sájarov, y desde su creación en 1988, han sido galardonados Nelson Mandela, Malala, las Damas de Blanco (Cuba), Reporteros sin Fronteras, la Asociación Bielorrusia de Periodistas, Oswaldo Payá (Cuba), Xaxana Gusmão (líder pacifista en Timor Oriental), Alexander Dubček (considerado líder propulsor de la llamada Primavera de Praga-Checoslovaquia), Aung San Suu Kyi (activista de DDHH en Birmania), entre otros. En definitiva, es uno de los reconocimientos más importantes a nivel internacional, tanto por quien lo otorga, como por la significación de quienes lo han recibido.
Al enterarme, llamé a Antonio —yo iba camino a Toronto, a participar en el Foro organizado para tratar la crisis venezolana— y aún sabiendo que lo despertaría —eran las 4 de la madrugada en Caracas—, quería compartir la noticia que, al dársela, lo conmovió mucho. Hizo unos segundos de silencio, pensé que se había interrumpido la comunicación y luego entendí que estaba emocionado recordando a los héroes que han dado su vida en estos 19 años de batalla cívica, y fue cuando me dijo: «Bien sabes, mi amor, que Dios me ha dado ya el premio de seguir vivo. Este premio debe ser para los escuderos —esos jóvenes que salieron a las calles a defender la Libertad hasta con su propia vida—, para los héroes que han ofrendado sus vidas luchando por la democracia venezolana». No debe haber lugar a dudas de que lo que ocurre en Venezuela está a diario por todos los rincones del mundo y que es noticia renovada por los hechos insólitos que protagoniza un estado fallido, porque eso es lo que acorrala a Venezuela: un régimen que viola la Constitución y las leyes, para maltratar a su propia ciudadanía, que se ha visto forzada a pelear «hasta con los dientes» para defenderse a sí misma de los ataques desmedidos de las camarillas que están equipadas y formadas para reprimir sin piedad a todo aquel venezolano que ose disentir de la mal llamada revolución.
Por eso, el Premio Sájarov es para los millones de exiliados que están desterrados pero que sufren sin dejar de pensar en que deben sobreponerse a la nostalgia y hacer algo, lo más simple, lo más elemental, para no dejar que se desvanezca su esperanza por liberar a Venezuela. Ese premio es para los abuelos que se han manifestado en las marchas, que han tragado «gas del bueno», como lo llamaba Chávez, sarcásticamente, cuando ordenaba dispararle bombas lacrimógenas a los estudiantes que son también merecedores de este galardón. Ese premio es para los comerciantes, para los agricultores y ganaderos robados, una vez que les asaltaron sus predios y sus negocios, pisoteando las reglas del juego y por eso hasta la fecha a casi todas esas víctimas de las mal llamadas expropiaciones, no les han reivindicado sus derechos patrimoniales.
Ese premio es para los trabajadores de PDVSA, que fueron expulsados vejatoriamente de la empresa que formaron y elevaron a las alturas del prestigio que deslumbró al mundo. Es para los artistas, deportistas, profesionales, obreros, editores y periodistas que con valor se atreven a buscar la noticia en medio de salvajes atropellos. Ese premio es para las miles de víctimas de la violencia que han perdido la vida, pero que hoy recordaremos, jurándoles que seguiremos esa senda donde cayeron abatidos, porque las balas, las metras, los bombazos arteros interrumpieron su paso. Este premio es para homenajear a los torturados, a los que están presos, sin excepciones, a los que están sometidos a régimen de presentación semanalmente ante jueces que forman parte de un entramado corrompido. Este premio es para la dignidad de los venezolanos que no no se han doblegado, los que no se han puesto de rodillas, los que no han traicionado el resultado del plebiscito celebrado el pasado 16 de julio y por cuyo cumplimiento no cesaremos en esmerarnos a costa de lo que sea.