Uno de los yihadistas detenidos en España hace 12 días: «Que se jodan los muertos en los atentados»

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Imagen de un yihadista del Frente Al-Nusra. (Foto: AFP)

La Comisaría General de Información de la Policía, que dirige Enrique Barón, puso en manos de la justicia el pasado 5 de noviembre un comando yidahista. Ante la amenaza de posibles ataques terroristas, intervinieron sus móviles. El nivel de sus conversaciones están en el mismo plano de actuación que el Estado Islámico.

Los testimonios que le ofrecemos a continuación ponen negro sobre blanco hasta qué punto las frustraciones personales se disfrazan de soflamas religiosas y odio. Una información policial que resulta demoledora a la hora de trazar el perfil psicológico de este tipo de personas. Frases como «todos los españoles son unos criminales» o «maldita sea la raza española, que asco, los odio… el día menos pensando hago una locura…» son pruebas más que evidentes de la inestabilidad emocional de un hombre que se escuda en la religión para verter toda su inquina interior y fanatismo.

En todas estas declaraciones también se refleja el machismo que va inherente en este tipo de movimientos. Observaciones como «ahí estaba esa pareja, la está besando en un autobús, esa tía es una guarra» se completa con «todos los españoles son unos criminales». Este personajes iba más allá. Afirmaba, cuando se asomaba al balcón de su casa en Madrid que «sólo veo mujeres desnudas por la calle».

Minorías musulmanas

Los miembros del Estado Islámico desprecian a las minorías religiosas aunque sean musulmanes. Su radicalismo implica el rechazo a aquellos que no conciben el Islam como una corriente de muerte y destrucción: «Los chiíes merecen morir por criminales». Esta sentencia va acompañada por otras perlas como «los marroquíes son musulmanes basura» o «que se jodan los muertos en los atentados de Kuwait, Túnez y Lyon».

El autor de estas frases es Abdessadek Essalhi, líder de una red yihadista radical operativa en España y disponible tanto para acometer atentados como para sustentar las actividades complementarias que complementan la estrategia de la organización terrorista DAESH. Los agentes de seguridad lo localizaron en la zona de las tres mezquitas del centro de Madrid y destacado por su perfil extremadamente radical.

Este individuo se reunía de manera clandestina con otros yihadistas en la zona de Embajadores, donde adoctrinaba a los jóvenes en base a unas ideas basada en la muerte y la destrucción, tal y como se comporta el propio Estado Islámico.

En otra de las conversaciones telefónicas intervenidas, Essalhi hablaba con un supuesto amigo, Walid Oudra, también detenido, y denigraba a los musulmanes sufíes que tenían una tienda debajo de su casa: «Infieles, peores que los judíos, hay que lapidarlos, me metería con un palo y les partiría, hacen ofrendas a Satanás, que Dios les maldiga”. Además, añadía: «Les voy a tirar una granada, van a ser víctimas”. La conversación terminó aludiendo a la conciencia expansionista que también los define: «Haremos como Saladino, que empezó conquistando a los hipócritas chiítas para finalmente atacar a los judíos de Jerusalén”. Saladino es uno de los grandes dirigentes del mundo árabe, un personaje histórico del siglo XII que gobernó en Egipto y Siria.

El mundo de Abdessadek Essalhi se quedó reducido a su habitación e Internet, uno de los foros más potentes de la yihad, donde comparten ingentes cantidades de información.

Tanto él como su compañero Oudra tan sólo identificaban a los salafistas como verdaderos musulmanes. Ambos sumidos en ilusiones de violencia y tiempos pasados, en los que hablan de «volver a la época de las espadas para cargarnos a gente.»

Estos son los diálogos entre dos seguidores del islamismo radical. Estas son sus conclusiones, complejos, delirios, filias y fobias. Esta es la amenaza con la que convive Occidente.

 

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