El PSOE se abstendrá para que gobierne Rajoy pero torpedeará los Presupuestos
Investidura sin negociación. A la espera del Comité Federal de este domingo, el ajustado calendario es el mejor aliado de aquellos que en el PSOE promueven la urgencia de evitar unas terceras elecciones, pero llegando a la investidura “sin compromisos”. Una premisa que no es menor y que permite suavizar en cierta manera las reticencias que genera el discurso de la abstención.
El paso en el que a día de hoy se sitúan los socialistas es que la legislatura eche a andar para hacer al PP una oposición frontal en el Congreso. Empezando por los Presupuestos. Fuentes parlamentarias socialistas son tajantes al avanzar una negociación a cara de perro. “No podemos apoyar unas cuentas de recortes”, dicen, colocándose de antemano en el ‘no’ a su aprobación.
En cumplimiento con las exigencias de Bruselas, el Gobierno central entregó este sábado el plan presupuestario para 2017, que supone una prórroga de los actuales Presupuestos e incluyen la previsión de ingresos y gastos, así como las medidas para garantizar el cumplimiento del objetivo de déficit del 4,6% para este año, y un déficit del 3,6% el año próximo, cinco décimas más de lo comprometido con la Comisión Europea.
No obstante, el Gobierno de Mariano Rajoy confía en que, tras arrancar la legislatura, se puedan negociar unas cuentas de las que disponer en los primeros meses del próximo año. En esa negociación, los populares se plantean dos ‘apoyos’ relativamente asumibles, y que vendrían por parte de Ciudadanos y el de PNV. La vía de comunicación entre los equipos económicos de Rajoy y Rivera es permanente desde hace semanas, antes incluso de que ambos partidos firmasen el acuerdo de investidura, el pasado agosto. El partido de centro se mantiene al tanto de las cifras macroeconómicas, que servirán de base para diseñar esas cuentas. Con los peneuvistas también se han iniciado los contactos.
No obstante, la intención del futuro Ejecutivo es contar también con el PSOE, de forma que las cuentas tengan un apoyo sólido o, al menos, que los socialistas no torpedeen su tramitación en el Congreso.
El presidente en funciones considera que la investidura debe asegurar al menos ciertas trazas de operatividad, algo que los socialistas descartan de plano. Investidura no asegura gobernabilidad es la consigna que repite la gestora y que comparten tanto los partidarios de la abstención como del ‘no es no’ a Rajoy.
Que Rajoy sea investido presidente antes del 31 de octubre permitiría al Gobierno aprobar el techo de gasto y los objetivos de déficit de las administraciones públicas para 2017 en noviembre. Un Gobierno “a pleno rendimiento” podrá aprobar mediante decreto ley las medidas de naturaleza presupuestaria que considere oportunas -como la revalorización de las pensiones- para que estén en vigor el 1 de enero.
No obstante, la prórroga automática de los presupuestos de 2016 será inevitable, porque aunque se pueda presentar el proyecto de ley con las nuevas cuentas para 2017 no dará tiempo a que esté aprobado antes del 1 de enero.
Negociación «flexible»
Si finalmente el PSOE decide este sábado abstenerse, Rajoy será conducido a la investidura sin tiempo para una negociación. Aunque con Javier Fernández el presidente en funciones ha mantenido estas semanas un contacto telefónico frecuente, esas conversaciones no han entrado en el fondo de la cuestión de las futuras y posibles reformas.
Los populares están abiertos a negociar “absolutamente todo”, incluyendo las reformas más cuestionadas por los socialistas, como la laboral, aunque eso sí, “solo para mejorar” advierten. “Todo es negociable, pero nada de una derogación de todo sin más”, confían fuentes del PP al más alto nivel.
Ello incluye, por ejemplo, un diseño “flexible” de los Presupuestos, que haga que el PSOE tenga complicado decir ‘no’. Para ello, los populares esperan que, al menos, los socialistas se sienten a hablar, a plantear sus propuestas sobre las distintas partidas y sean receptivos al acuerdo. Desde el PP creen que carece de lógica que desde el PSOE permitan la investidura para atrapar al partido en una legislatura ingobernable que acabe abocando a unas nuevas elecciones en un plazo brevísimo.
La base para convencer a los socialistas será, para empezar, el pacto programático firmado en su día por PP y Ciudadanos: un centenar de los 150 puntos suscritos ya fueron firmados por el PSOE en febrero, antes de la investidura fallida de Pedro Sánchez, y por ello, desde filas populares se ve “incoherente” que ahora se rechace lo apoyado hace apenas ocho meses.
“La legislatura será divertida”, se conceden desde el PP, suavizando un escenario que se avanza complejo. Pacto a pacto, lo que preocupa es un hemiciclo de “todos contra uno” que acabe desgastando al grupo popular hasta límites extremos.
La convicción viene porque el PSOE necesitará dedicar su trabajo en el Congreso a reforzarse como primera voz de la oposición frente a Podemos, lo que convertirá cada pleno en un escenario de fuego cruzado contra la bancada del PP. Esa desconfianza se extiende también hacia Ciudadanos. “Creen que el acuerdo con nosotros les ha pasado factura en Galicia y País Vasco -donde los de Rivera no lograron ningún escaño- y quieren deshacerse ya del abrazo del oso”, analizan los populares.
Si esto ocurriera, Rajoy podría convocar unas nuevas elecciones en un plazo corto y bajo el argumento de que la legislatura es “un viaje a ninguna parte”.