Un viejo fármaco para el cáncer ayuda a controlar infecciones graves

Una nueva estrategia para evitar el fallo orgánico, aún en fase de investigación

Un nuevo biomarcador advierte del riesgo para tratar a tiempo las infecciones más graves

Infecciones
Las conclusiones se han presentado en el reciente Simposio Internacional de Medicina Intensiva y de Emergencias (ISICEM).

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Científicos de la Universidad Friedrich Shiller (Alemania) y el Instituto Gulbenkian de Ciencia en Oeiras (Portugal) explican la «tolerancia a la enfermedad» como elemento clave en formas graves de infección.

Un nuevo estudio sobre un viejo medicamento (epirrubicina) muestra que la terapia puede inducir tolerancia a las infecciones y evitar el fallo orgánico, lo que hace que la enfermedad sea más leve. Las conclusiones se han presentado en el reciente Simposio Internacional de Medicina Intensiva y de Emergencias (ISICEM) en Bruselas (Bélgica).

Sebastian Weis, autor principal, está especializado en la investigación de infecciones graves. En su colaboración con Miguel Soares, pionero en el estudio de la tolerancia a la enfermedad, usó un modelo de ratón modificado genéticamente para ver cómo el organismo reacciona a la septicemia, una forma muy grave de infección. Su modelo genético sucumbía a las infecciones por bacterias en mayor medida que otros, y la clave del proceso parecía ser la ferritina, una proteína que almacena hierro dentro de las células. La evolución de la enfermedad no dependía de la cantidad de bacterias en el organismo, sino de la ferritina.

Es un nuevo modo de abordar las infecciones, ha explicado Weis: «Solíamos pensar en las enfermedades infecciosas como procesos inflamatorios, inmunológicos, en función del organismo que causa la infección o la acción de los antibióticos… pero algunas personas ingresadas en los servicios de cuidados intensivos siguen falleciendo por fallo orgánico a pesar de recibir tratamiento intensivo con antibióticos”.

Evitar la resistencia a los antibióticos

Por su mecanismo de acción probaron a administrar epirrubicina, que además era objeto de estudio de un equipo del Instituto Gulbenkian dirigido por Luis Moita. «Así, hemos visto que un medicamento que lleva aprobado 30 años muestra potencial en una indicación totalmente diferente, y con dosis también distintas», ha dicho Weis.

Con los responsables de la UCI de la Universidad Jena se puso en marcha un ensayo en el cual se administraba epirrubicina para prevenir o atenuar el riesgo de disfunción de los órganos en personas con septicemia. Las dosis empleadas fueron bajas.

Weis también considera que esta estrategia es prometedora «porque ahora tenemos un potencial tratamiento dirigido a mecanismos de la enfermedad que no dependen del microorganismo que haya provocado la infección; podría funcionar incluso en casos de bacterias multirresitentes (las que no responden a los antibióticos), porque si no hay fallo orgánico sería posible evitar el fallecimiento».

Si el medicamento llega a la fase III de investigación (se encuentra en la fase anterior), los autores le auguran un futuro prometedor. «Nuestro objetivo es, como investigadores, encontrar un tratamiento que funcione en fases tempranas, que podamos administrar en cuanto se presenta la infección, incluso antes de saber cuál es el patógeno causante, para prevenir la evolución de infección leve a grave», ha declarado.

El trabajo puede tener un gran impacto para los pacientes que viven en países con pocos recursos para el diagnóstico, ya que combina el empleo de un medicamento a un precio asequible y que podría proporcionar protección frente a un pronóstico peor.

Además, Weis dice que hacer a los pacientes «tolerantes a la enfermedad» es una forma alternativa de tratar las infecciones más severas, con el objetivo de evitar el fallo orgánico. En sus palabras, la tolerancia a la enfermedad es un mecanismo que suele pasarse por alto, pero que tiene un gran potencial.

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