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Ten cuidado si duermes sobre el lado derecho: según los expertos estás en peligro

Seguramente habrás visto esas publicaciones en Internet que hablan sobre las ventajas y desventajas de cada postura al dormir. Podría parecer un detalle menor, si no fuera porque varias de ellas pueden causarte problemas de salud que sufrirás al levantarte. En esta oportunidad, vamos a analizar qué pasa si duermes sobre el lado derecho; y por qué deberías evitarlo siempre que sea posible.

Si bien los expertos que se han especializado en los trastornos del sueño insisten en que dormir sobre el lado izquierdo es lo más recomendable para la mayoría de las personas, no suele quedar claro por qué inclinarse hacia el otro lado es una idea tan mala.

Sólo 1 de cada 10 personas duerme «bien»

Lo curioso es que sólo el 10% de las personas duermen como deberían hacerlo, así que la mayoría se pierden los beneficios. Un artículo en el portal Heathline cita al profesional en nutrición herbal Ali Ramadan, quien afirma que apoyarse en el lado izquierdo del cuerpo reduce las probabilidades de sufrir acidez y otros trastornos digestivos por la disposición de los órganos.

Esto se debe a que, al caer sobre la izquierda, los jugos gástricos se mantienen en el estómago y no se trasladan al esófago. Contrariamente, si duermes sobre el lado derecho, corres el riesgo de que se acerquen a la garganta y nos provoquen molestias.

El caso de las mujeres embarazadas

Cuando se acerca el momento de dar a luz, las mujeres padecen de una gran incomodidad para conciliar el sueño durante la noche. Apoyándose en su brazo izquierdo, lograrán mejorar el flujo sanguíneo entre el corazón, el feto, el útero y los riñones y, lo que es igual de importante, impedirán que estos órganos presionen el hígado. Por eso es una postura conveniente en futuras madres.

Hábitos para dormir mejor

sea de un lado o de otro, seguro que quieres saber de qué forma es posible dormir de una manera más descansada durante la noche. En verano siempre se complica, pero en general, se trata de adoptar diversos hábitos a diario.

Por ejemplo, ir a dormir siempre a la misma hora, pues así el cerebro se acostumbra y tiene sueño en ese momento cada día.

Otra cosa es dejar de lado las pantallas a ciertas horas de la  noche. Lo mejor es poder relajarnos, sea escuchando música de fondo o bien leyendo un libro. Es decir, lo que nos vaya mejor pero sin estar algo enganchado a las pantallas como móviles y otros.