Sarna o escabiosis: ¿Una nueva epidemia?

sarna o escabiosis
El picor se vuelve más intenso por la noche.

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La sarna es una enfermedad parasitaria que hace mas de un siglo se relacionaba con condiciones higiénicas malas, desnutrición y contacto intenso en reducidos espacios de convivencia.

Su incidencia como la causa mas frecuente de enfermedad parasitaria se redujo de manera excepcional tras la segunda guerra mundial, por la mejora en las condiciones de vida y el conocimiento de la enfermedad que permitía su diagnostico reduciendo el vector del contagio.

Pero desde los años 70 asistimos a un crecimiento exponencial con autenticas epidemias, tal vez debido a la aparición de un paciente mas susceptible por el descenso de la inmunidad (como la llegada del HIV), o el aumento de la convivencia en espacios reducidos (como la vivida tras el inicio del covid en 2020).

Aunque relacionada siempre una incidencia mayor en población indigente, su diseminación actual conlleva la aparición en cualquier estrato social, y en ocasiones la falta de experiencia en su diagnostico lo retrasa y favorece el contagio a convivientes y de estos a núcleos cercanos de relación.

El parasito hembra apenas tiene 0,30 mm. Y por lo tanto imperceptible, la hembra labra los túneles en la dermis para depositar los huevos, que tienen un ciclo vital de unas tres semanas, pasando a larva a los cuatro o cinco días, con capacidad ya para infectar. Los túneles avanzan 2 o 3 mm. Por día y se forman especialmente por la noches. El parasito carece de capacidad de supervivencia o de deposito de huevos fuera del huésped humano, por lo que en tejidos, ropa… sobrevive entre 24-96 horas.

La propia formación de los túneles provoca un intenso picor en el paciente, pero además se ha comprobado que la saliva del parasito o su boca produce unos antígenos capaces de generar una respuesta inmune con una reacción local ajena a la propia parasitación y que agrava sus síntomas.

No es extraño que hasta los 30 dias del inicio de la parasitación sea posible la ausencia de clínica, precisamente porque esta se vea agravada por la respuesta inmune y alérgica del paciente huésped al parasito. Respuesta que puede persistir y prolongar los síntomas incluso una vez la infección este controlada y curada, lo que conlleva normalmente ansiedad en el paciente, siendo preciso aclararle las diferentes etapas evolutivas de la enfermedad y que los síntomas pueden persistir aunque esté curado.

El sintoma prioriario es el prurito especialmente nocturno, pues la hembra pone los huevos por la noche. De modo especial se afectan las manos (muñecas y zonas interdigitales) y nalgas, pene o región de tobillos.

Hay que diferenciar las lesiones provocadas por la infección del parasito, como es el surco acarino (por la entrada de la hembra para depositar los huevos), y nódulos en la terminación del surco, de las lesiones causadas de modo secundario, ya por la reacción inmunológica reactiva o por el rascado.

Si la evolución de la enfermedad es larga el diagnostico puede ser más confuso al ser mas relevantes las lesiones secundarias y reactivas que las primarias y enmascararlas.

El diagnostico suele ser clínico, pero se puede recurrir a biopsias o microscopia electrónica del raspado de las lesiones.

El tratamiento ha de ir encaminado:

• Uno eliminación del parasito preferiblemente con escabicidas orales para evitar la irritación del los productos químicos locales, en este sentido el tratamiento se repetirá a los siete días para atajar el ciclo de las posibles larvas que eclosionen de los huevos, que hayan podido resistir el tratamiento.

• Eliminar el parasito de los tejidos en contacto con el paciente, lavando la ropa con agua caliente durante los siete primeros días, y aquella que no fuese posible lavar introducirla en bolsas de plástico cerradas durante 7 dias para que la hembra muera (no puede depositar huevos en tejidos, solo en piel).

• Tratar a personas cercanas o convivientes para evitar la diseminación y posibles «recontagios».

• Tratar la reacción inmunitaria de la enfermedad que puede provocar la persistencia del prurito durante periodos de uno o dos meses y habran de tratarse con antihistamínicos, y tratamientos locales (como corticoides) que reduzcan las lesiones secundarias tanto reactivas como causadas por el rascado.

• En algunos casos se producen nódulos reactivos, incluso granulomas, muy persistentes (agravados con frecuencia por el rascado) que no responden a terapia convencional y pueden requerir corticoides intralesionales.

Es muy importante el diagnóstico precoz y tratamiento en centros donde convivan niños o adultos, como guarderías, en hospitales o residencias de ancianos donde puede producirse la diseminación a través del personal sanitario y con gran facilidad por los tejidos (ropa de cama, toallas…).

Lo importante es un diagnostico correcto (que requiere el conocimiento de la enfermedad) y rápido, con el fin de evitar la transmision. Por ello ante prurito persistente es preciso consultar siempre a un dermatologo, con el fin de tener una certeza clínica y paliar los síntomas y la enfermedad.

Dra. Elisa Pinto

Jefe de Dermatología Hospital Ruber Juan Bravo 39, Madrid

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