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Frenadol: el secreto del éxito de los Laboratorios Abelló en León y el inicio empresarial de Mario Conde

El laboratorio estaba inscrito como tal en Madrid y la filial sería fundada en  1943 en la ciudad de León

Frenadol: el secreto del éxito de los Laboratorios Abelló en León y el inicio empresarial de Mario Conde
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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Mario Conde es uno de los personajes más controvertidos de la historia reciente de España. Empresario, exbanquero y político ocasional, su figura se ha visto marcada tanto por sus logros como por sus problemas judiciales. Sin embargo, sus orígenes son menos conocidos y estuvieron lejos de la notoriedad pública que más tarde marcarían su carrera. Uno de los primeros capítulos en la vida de Mario Conde ocurrió en los albores de los años 80, cuando dio sus primeros pasos profesionales en los Laboratorios Abelló de León, una empresa farmacéutica que tuvo un impacto clave en su formación.

En 1973, con apenas veinticuatro años, ya era abogado del Estado con el número 1 de su promoción y fue en aquellos años cuando conoció a Juan Abelló, propietario de los conocidos laboratorios farmacéuticos. Trabajó a su lado durante varios años y como él mismo cuenta, «viví experiencias de gran valor, sobre todo por el conocimiento del mundo internacional que me suministró el mundo de la farmacia». En 1982 decidió que esa experiencia tocaba a su fin y serían entonces cuando montó su despacho de abogados con Enrique Lasarte, al que posteriormente, al abandonar la política, se incorporó Arturo Romaní.

A pesar de la venta de la filial de leonesa, su vida profesional, ligada a la industria farmacéutica, continuó en la misma ciudad. León, que en ese entonces buscaba evolucionar bajo el paraguas de una industria no relacionada con la minería, que era su motor principal, encontró en el sector farmacéutico una nueva oportunidad de crecimiento. Así fue como Juan Abelló introdujo a Mario Conde como consejero en otra farmacéutica en la misma ciudad, Antibióticos S.A. En aquellos años, era la única empresa productora de antibióticos por fermentación y una de las principales proveedoras de este producto en Europa. Fundada en 1949, en la posguerra, la empresa fue creada para producir penicilina y contribuir a la reconstrucción de ciudades devastadas por la guerra.

En 1983, tras una serie de vicisitudes demasiado prolijas, se convertiría en accionista, con un 23% del capital social. Juan tenía algo menos del cincuenta por ciento; los Botín, Jaime y Emilio, asumieron otro 23% y el resto, Enrique Quiralte, casado con una hermana de Juan Abelló. En 1987, con una empresa con gran peso en la industria del sector, fue vendida a la italiana Montedison por 400 millones de dólares; sin duda el negocio del siglo y el comienzo de la debacle de la empresa leonesa y que agonizaría hasta un estado realmente febril durante más de dos décadas.

Laboratorio Abelló y Frenadol

El laboratorio estaba inscrito como tal en Madrid y la filial sería fundada en  1943 en la ciudad de León, como una pequeña empresa farmacéutica dependiente de la Fábrica de Productos Químicos y Farmacéuticos Abelló que nació en 1925 de la mano de Juan Abelló Pascual en el barrio de la Prosperidad en Madrid. En la sede principal se realizaba la parte fundamental de los medicamentos que se producían y con activos que se fabricaban en León como el cloroformo, efedrina, éter o perborato sódico, entre otros.

La base de León se fue consolidando en el sector farmacéutico, centrando su actividad en la producción de medicamentos y en la investigación de nuevas fórmulas. Abelló se destacó por su capacidad de innovación y su expansión dentro del mercado español, convirtiéndose en una de las empresas de referencia en su sector.

En este contexto corría el año 1971 cuando apareció en el mercado el primer prospecto y la primera caja del que sería años después el antigripal más famoso del país. En la España de los 70 una barra de pan costaba 4 pesetas, 1 litro de gasolina súper 12,50 pesetas, un SEAT 124D, 113.900 pesetas, y un Frenadol, 73.

Lo cierto es que siempre se ha hablado de cómo se logró la famosa fórmula, esa combinación magistral contra los resfriados. No es ajeno en León, una historia contada de boca en boca sobre cómo el cúmulo de casualidades pudo alcanzar su desarrollo industrial. Se cuenta que un trabajador, al mezclar varios productos caseros para aliviar los síntomas del resfriado, fue preguntado casualmente por uno de los químicos de la compañía sobre los ingredientes que usaba en su remedio. Esa simple respuesta, sobre la combinación de los productos, podría haber inspirado la idea de crear un medicamento combinado para combatir los catarros de invierno. Casualidades o no, lo cierto es que el éxito del producto fue rotundo.

Sin prescripción médica

Años después, en 1992, Frenadol dejó de ser un medicamento de prescripción médica. Se convirtió en un OTC-especialidad farmacéutica publicitaria, naciendo con ello la primera campaña de publicidad. En este contexto de cambios para el antigripal, nace frenazo, que se acabará convirtiendo en el Brand device del medicamento.

No tarda en haber noticias de este fármaco cuando en 1994 el compuesto granulado pasa a apellidarse Complex, continuando además con su estrategia multisíntoma. En este mismo año, se ampliaría su familia con su primer hijo: como Ps Cápsulas. De ahí, los siguientes cambios dentro de la propia marca como los junior, efervescentes o el descongestivo.

Cierre del laboratorio de León

El empresario, Juan Abelló, comenzó su trayectoria en el sector químico-farmacéutico al ingresar a la Fábrica de Productos Químicos y Farmacéuticos Abelló, S.A. en 1965, donde inicialmente se formó parte del Departamento de Alcaloides, y posteriormente del Departamento Comercial.

En 1966, fue ascendido al cargo de director general adjunto. Al año siguiente, en 1967, adquirió la dirección general, y en 1973 se convirtió en vicepresidente. En 1983, fue nombrado presidente de la compañía.

Ese mismo año, llevó a cabo la venta de los laboratorios mencionados a la multinacional Merck Sharp and Dohme por un valor de 2700 millones de pesetas. Con las ganancias obtenidas de esta transacción, en 1984 adquirió el control de Antibióticos SA, obteniendo menos del 50 % de sus acciones junto con otros socios españoles. En 1987, todos los socios decidieron vender la empresa a la multinacional italiana Montedison por 58.000 millones de pesetas, lo que representó la mayor inversión extranjera de capital privado en la historia económica de España hasta ese momento. Ahora, es uno de los mayores empresario del país y continúa con industrias en el sector farmacéutico.

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