El cáncer, ejemplo del valor sanitario, económico y social de la investigación en medicamentos

El diagnóstico temprano y los avances en los tratamientos han propiciado sustanciales mejoras en los índices de supervivencia de casi todos los tipos de tumores; un 70% de ella se atribuye a los nuevos medicamentos

El uso de fármacos proporciona también ahorros en otras prestaciones sanitarias y otros beneficios indirectos, como el incremento de la productividad

El cáncer, ejemplo del valor sanitario, económico y social de la investigación en medicamentos

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La pandemia ha demostrado que apostar por la investigación en medicamentos es la mejor inversión que pueden hacer los sistemas sanitarios para garantizar el Estado de Bienestar, porque atrae inversión de la industria farmacéutica; contribuye a la cualificación de los profesionales sanitarios, que participan de la vanguardia científica, y multiplica las opciones para los pacientes, puesto que la participación en un ensayo clínico puede ser la única salida para aquellos que no han respondido a los tratamientos disponibles.

Esta lección, hoy ya asumida por todos, era una realidad constatada, y de una forma paradigmática en el caso del cáncer, una patología en tendencia creciente en todo el mundo y con un alto impacto tanto en los sistemas sanitarios como en el entramado social. El diagnóstico temprano y los avances en el tratamiento oncológico -donde se han introducido terapias dirigidas y la medicina personalizada ha ido ganando terreno de forma imparable- han propiciado sustanciales mejoras en la supervivencia de casi todos los tipos de cáncer.

Las cifras de la supervivencia

Este impulso a la investigación biomédica en oncología, que es el área que más ha crecido en los últimos años junto con la I+D en enfermedades raras (un 25% de las nuevas aprobaciones corresponden a medicamentos huérfanos), permite el control de la patología durante más tiempo, aumenta la supervivencia y mejora la calidad de vida de los pacientes. En concreto, los nuevos antitumorales disponibles en estos últimos 20 años han incrementado las tasas de supervivencia a 5 años para los tipos de cáncer más comunes (mama, próstata, colorrectal y pulmón). Esta evolución también ha sido favorable en los casos de tumores metastásicos, como por ejemplo en cáncer de piel, donde se ha pasado de una cifra de supervivencia del 5% al 50% en sólo diez años.

Un reciente informe sobre la mortalidad por cáncer en Europa, el estudio Comparator Report in Cancer in Europe 2020, lo confirma. Aunque entre 1995 y 2018 la incidencia de casos de cáncer en los países de la Unión Europea ha aumentado casi un 50% -pasando de 2,1 millones de diagnósticos a 3,1 millones-, la mortalidad sólo lo ha hecho en un 20% -de 1,2 millones en 1995 a 1,4 millones en 2018-.

Además, como recoge el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2021, realizado por la Fundación Weber con la colaboración de Farmaindustria y basado en la revisión de la evidencia científica, en los últimos 25 años se han aprobado más de 140 nuevos principios activos para tumores sólidos, y la supervivencia no ha dejado de crecer gracias a estas opciones terapéuticas. De hecho, un 70% de la mejora de la supervivencia en cáncer es atribuible a los nuevos tratamientos.

«Los resultados más alentadores de este esfuerzo de la industria farmacéutica por dar una respuesta a los pacientes con cáncer y sus familias son, sin duda, las cifras de supervivencia. Esta es una de las áreas en las que nuestras compañías están poniendo más empeño y en la que se están obteniendo mejores resultados, logrando así dar respuesta a la gran demanda que, por desgracia, implica el cáncer para nuestro sistema sanitario», asegura la directora asociada de Investigación Clínica y Traslacional de Farmaindustria, Amelia Martín Uranga.

Los avances en el diagnóstico, los programas preventivos de detección y, sobre todo, los nuevos tratamientos disponibles han aumentado las tasas de supervivencia. Este papel vital de los nuevos tratamientos será previsiblemente más relevante gracias a los avances en la inmunoterapia y la investigación genómica, que han revelado las complejidades únicas del cáncer y han cambiado la forma de entender la enfermedad hoy.

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Asimismo, el citado informe Weber concluye que los recursos destinados a atención oncológica son una inversión que genera un retorno mucho mayor para el paciente y para la sociedad en su conjunto, en términos de aumento de la esperanza de vida y de la calidad de los años vividos; ahorro de otros recursos sanitarios derivados de la utilización de los medicamentos innovadores, o aumento de la riqueza económica asociado a las ganancias de productividad, o reducción del absentismo, que proporciona la administración de estos fármacos. Todos estos son beneficios con una traducción directa en forma de contribución al PIB y al crecimiento económico.

 

La oncología, protagonista de los ensayos clínicos

España se mantiene en investigación clínica como uno de los referentes mundiales también en oncología. De hecho, durante 2020, y a pesar de la pandemia por coronavirus, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) continuó autorizando ensayos clínicos de medicamentos, entre los que tienen gran relevancia los oncológicos. De los más de 1.000 estudios aprobados el año pasado -cifra récord en nuestro país-, el 34% corresponden a medicamentos para tratar diferentes tipos de cáncer.

En España, el análisis de los datos del Registro Español de Estudios Clínicos (REEC) revela que la Agencia Española de Medicamentos (Aemps) autorizó en 2020 más de un millar de ensayos, de los cuales 351 pertenecen al área oncológica. Es decir, cuatro de cada diez estudios puestos en marcha son para cáncer, un porcentaje que crece a casi el 50% si se tienen en cuenta únicamente los promovidos por compañías farmacéuticas, que son la gran mayoría. “Esta cifra nos deja como principal conclusión que la investigación en cáncer no se detuvo por el coronavirus. Aun en los meses más duros de la pandemia, las compañías farmacéuticas han seguido impulsando estudios para dar entrada a pacientes, cuando era la única alternativa terapéutica para ellos”, explica Amelia Martín.

Esta posición destacada de España no es fruto de la casualidad, sino del trabajo que se ha realizado tanto por los agentes públicos como privados, que ha permitido que la innovación disruptiva que promueve la industria farmacéutica cambie el curso de la enfermedad, el pronóstico y la calidad de vida para muchos pacientes que padecen un cáncer.

«El alto nivel científico que tienen nuestros profesionales y centros sanitarios y el hecho de que las compañías estén apostando por España –para muchas multinacionales nuestro país ocupa el segundo puesto en ensayos, sólo por detrás de Estados Unidos- son los factores que han hecho posible que nuestro país sea una referencia en investigación biomédica para el cáncer. Esto se traduce en más inversiones para los hospitales, en más conocimiento para nuestros profesionales y, sobre todo, en más esperanza para nuestros pacientes», concluye.

El acceso rápido a los nuevos fármacos

“Tenemos que incidir en el valor de la investigación biomédica y, más concretamente, en los pasos adelante que hemos dado en el conocimiento del cáncer, de los distintos tipos de tumores y cómo se desarrollan en cada individuo. Estos avances son fruto de años de esfuerzo y de colaboración público-privada, que es el único modelo de trabajo que permite avanzar con rapidez en el desarrollo de nuevas soluciones terapéuticas y asegurar que no haya conocimiento que se quede sin desarrollar por falta de recursos”, recuerda Martín Uranga.

Pero, añade, «todo este esfuerzo perderá su sentido si no somos capaces de hacer llegar estos nuevos tratamientos rápidamente a las personas diagnosticadas, porque, como ha quedado demostrado, su uso tiene un claro reflejo en la mejora de la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes y de sus familias». Precisamente, España ha perdido terreno en los últimos años en disponibilidad de nuevos medicamentos frente a los países de referencia en Europa, como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, y en especial en el área de oncología.

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