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Así es el Captagón: un psicoestimulante anfetamínico con alto daño neurológico y motor de redes violentas

En lugar de contener la fórmula original, estas versiones ilegales suelen mezclar anfetaminas, cafeína y otros estimulantes

La policía española investiga si un joven presunto yihadista usó Captagón, un psicoestimulante producido principalmente en Siria y Líbano, ampliamente vinculado a combatientes del Dáesh y, según algunas informaciones, al entorno de Hamás. Este narcótico no sólo potencia el rendimiento en combate, sino que se ha convertido en una importante fuente de financiación para redes criminales y paramilitares en Oriente Medio.

El Captagón es el nombre con el que popularmente se conoce a la fenetilina, una sustancia psicoestimulante creada en Alemania en los años sesenta para tratar trastornos como la depresión, la narcolepsia o el TDAH. Fue considerada inicialmente una anfetamina suave, pero su alto potencial adictivo llevó a que fuese prohibida en la mayoría de países a partir de la década de 1980.

Aunque la fenetilina real casi ha desaparecido del mercado legal, el término Captagón se mantiene hoy para referirse a millones de pastillas falsificadas producidas principalmente en Oriente Medio. En lugar de contener la fórmula original, estas versiones ilegales suelen mezclar anfetaminas, cafeína y otros estimulantes, configurando una droga barata, potente y muy lucrativa.

Esta droga se ha convertido en un fenómeno global porque combina euforia, resistencia al cansancio, aumento del estado de alerta y disminución del miedo. Sus consumidores experimentan una sensación de energía inagotable que puede durar horas, lo que la hace especialmente atractiva en contextos de guerra, fronteras conflictivas o actividades delictivas. Es precisamente esta mezcla de efectos lo que ha llevado a su uso entre combatientes de grupos armados.

Efectos y riesgos en el organismo

La droga actúa como un potente estimulante del sistema nervioso. Entre sus efectos más habituales destacan:

Más allá de sus efectos inmediatos, el Captagón supone un serio riesgo para la salud: genera adicción, deterioro cognitivo y problemas cardiovasculares, además de episodios de agresividad, impulsividad y desinhibición extrema. Su bajo coste y su facilidad de síntesis han favorecido su expansión, convirtiéndola en la droga ilegal más rentable del mundo árabe.

Hoy, esta droga no sólo es una sustancia adictiva; es también el motor económico de redes criminales y un instrumento de desestabilización regional. Su producción masiva, especialmente en Siria y Líbano, ha generado un mercado multimillonario que financia milicias, clanes y estructuras corruptas, extendiendo su impacto mucho más allá del consumo individual.

¿Dónde se produce?

La producción ilícita de Captagón está fuertemente asociada a Siria, especialmente desde el inicio de la guerra civil. A falta de sectores económicos tradicionales, numerosos grupos han visto en esta droga una fuente de ingresos inagotable. El país se ha convertido en un auténtico epicentro del narcotráfico regional.

Líbano es otro de los puntos clave, con laboratorios escondidos en zonas montañosas y áreas de difícil acceso. Desde allí, la droga se mueve hacia Jordania, Arabia Saudí, Egipto y otros países del Golfo, donde existe una demanda enorme, especialmente entre jóvenes y trabajadores sometidos a largas jornadas laborales.