Ya lo avisó Celaá: los hijos no son de los padres sino del Estado
Los materiales que prepara el Ejecutivo para desarrollar la conocida como Ley Celaá demuestran que la ex ministra no exageraba cuando afirmó que «no podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres». Los borradores de currículo de Primaria, a los que ha tenido acceso OKDIARIO, retratan la cara más totalitaria de un Gobierno que pretende enseñar a niños pequeños «el valor social de los impuestos». Y lo más aterrador del programa educativo del Gobierno es que «despoja a los padres de la responsabilidad como primeros responsables de la educación de sus hijos, un derecho que le confiere la propia Constitución española», como ha advertido el PP.
El soviet sanchista llega de esta forma a las aulas. Así puede verse en el documento en el que se insta al profesorado a incentivar la «conciencia ecosocial» de los alumnos, prestando atención a «la distribución de la riqueza», la «desigualdad social y regional en España», la «influencia de los mercados en la vida de la ciudadanía», los «agentes económicos y los derechos laborales desde una perspectiva de género», el «consumo responsable» o, como se ha comentado, «el valor social de los impuestos». El sueño húmedo de Sánchez y sus socios es construir una sociedad de borregos y serviles lamebotas que sólo sirvan para pagar impuestos.
Esto no es ninguna ocurrencia o globo sonda de verano, sino que forma parte del corpus ideológico socialista, como lo prueba el hecho de que la doctrina del Gobierno venía definida también en esa otra distopía llamada España 2050: «Habrá que ampliar las bases de los impuestos, principal causa de la baja capacidad recaudatoria del sistema fiscal», enfatizando incluso que los impuestos aumentarán… ¡la satisfacción vital! Sólo les falta decir que pagar impuestos es divertido.
Todo forma parte de lo que el mismo Gobierno denomina sin ningún tipo de complejo «alfabetización cívica»; esto es, una serie de «saberes básicos» para que en el futuro los niños sean rehenes del pensamiento único y rindan pleitesía al catecismo de la izquierda. El Gobierno de Sánchez es incapaz de resolver problemas básicos como el precio de la luz o la expansión de la pandemia, pero sabe desplegar un arsenal de palabrería hueca cuando se trata de expropiar la mente de nuestros hijos.