De Xi Jinping a Pedro Sánchez

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Xi Jinping

Este fin de semana todos pudimos ver como a Xi Jinping no le dolían prendas en humillar públicamente a su predecesor, Hu Jintao, y hacerlo expulsar a la fuerza por dos esbirros de la reunión del partido comunista ante la atónita mirada de millones de personas. El actual dirigente chino en su discurso previo había lanzado un conjunto de críticas al mandato de Jintao en lo que muchos consideraron una enmienda a la práctica totalidad de los años en lo que entre 2003 y 2013 China se desarrolló pacíficamente, multiplicó el crecimiento económico y abogó por la diplomacia.

Pero de nada sirve esa trayectoria para el actual presidente chino convertido en una suerte de Mao Zedong que como líder supremo reprimió y persiguió a dos millones de “burgueses”. Esa cifra sumada a los 45 millones de personas fallecidas por la gran hambruna de finales de los 50, le colocaron en el gran vertedero de los dictadores más sanguinarios de la historia.

La purga de Hu Jintao no dista mucho de la renuencia de Felipe González a participar en ese bodrio con aspecto de documental que Pedro Sánchez se ha hecho grabar a cuenta de los 40 años de la victoria del primero. Todos sabemos la afición de Sánchez por ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, pero hacer desaparecer al verdadero protagonista de un documental elaborado supuestamente para conmemorar su éxito electoral, ya no es sólo adanismo de Sánchez sino también una enmienda a la memoria del primer presidente socialista que conoció la democracia.

Las únicas referencias a Felipe González son esos segundos de vídeo color sepia de un político con 40 años menos que no vive como pensaba entonces, pero al menos piensa cómo vivía entonces. González fue un personaje con muchas aristas, con muchas sombras en su mandato, pero que tenía una idea de España tan clara que no dejó chantajearse, ni claudicó sobre cosas tan elementales como ha venido a hacer Sánchez en los últimos cuatro años.

Durante los tiempos de González había más democracia y participación institucional de la que hay ahora. Como para no recordar las huelgas generales, movilizaciones y protestas de todo tipo que se organizaron contra sus políticas. Hoy en día, pese a que Sánchez presuma de estabilidad social frente a ese hervidero en que se han convertido las calles de países como Francia, Reino Unido y otras naciones europeas, lo que prevalece aquí es una actitud entre servil e irresponsable de unos sindicatos y otros colectivos que no se atreven a protestar por temor a perder la subvención oficial.

El sábado pasado hubo por fin una manifestación de varios sindicatos en Madrid (por supuesto ni UGT ni CCOO estuvieron) que además de reclamar otra clase de sindicalismo para nuestro país se levantaron contra el encarecimiento de la vida y el empobrecimiento de los españoles. Es decir, por lo mismo que en otros países europeos la gente sale a la calle a protestar. Somos el país con más paro de Europa, el país que sigue sin recuperar sus cifras de crecimiento anteriores a 2020, uno de los estados donde la presión fiscal es más asfixiante, un país donde la pobreza crece a pasos agigantados, el país con la mayor inflación de las grandes economías europeas, etc., ¿y no hay razones para salir a manifestarse?

Uno de los grandes daños que Sánchez ha hecho a la democracia española es que ha privado del debate público cuestiones que son clave en un estado de derecho. Mientras que algunos se ríen de lo que ocurre en la vida política del Reino Unido, les diré que eso es parte de la democracia, donde un dirigente es constantemente objeto de escrutinio y discusión por parte de sus compañeros de partido, de los medios de comunicación y de la opinión pública. Desafortunadamente en España, no hay debate alguno en el Partido Sanchista, nadie se atreve a rechistar al ‘amado’ líder, un alto porcentaje de medios sirven de altavoces oficiales y los agentes sociales son agentes de la propaganda. El daño a la democracia española por parte de Pedro Sánchez costará mucho tiempo en ser reparado.

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