Votar no a todo

Pedro Sánchez

Cuentan que, al llegar tarde a una reunión, don Miguel de Unamuno exclamó «no sé de qué se trata, pero me opongo», anécdota que, sea cierta o no, expresa perfectamente la compleja personalidad del filósofo español. Oponerse a todo es algo que inevitablemente genera conflicto. A Pedro Sánchez, su tan repetido «no es no» a Mariano Rajoy le costó una rebelión interna dentro del PSOE que acabó obligándole a dimitir como secretario general, en aquel Congreso Federal en el que le pillamos metiendo votos en una urna escondida detrás de una cortina, tratando de falsificar el resultado de la votación. Sánchez estuvo muchos meses oponiéndose a todo lo que proponía el Gobierno de un Partido Popular que estaba tan en minoría como ahora está el PSOE. Tras las elecciones de 2016, Rajoy gobernaba con sólo 137 escaños, que son 16 más de los 121 con los que ahora lo hace Sánchez.

«No es no, señor Rajoy, no es no» repetía Pedro Sánchez cansino. Y la estrategia le acabó dando resultado. Se subió a su Peugeot 407 acompañado de su mano derecha, Ábalos, el defenestrado, y de su ayudante Koldo, el imputado; y todos juntitos recorrieron España recabando apoyos entre las bases de su partido hasta que consiguió volver a convertirse en el líder del PSOE, presentar una moción de censura contra Rajoy y ganarla gracias a los votos de los proetarras de Bildu, esos con los que nunca iba a pactar y ahora ha convertido en sus socios prioritarios. Del «no es no, nunca es nunca y falso es falso» a la Moncloa y al Falcon, pasando por la excarcelación de etarras.

Por eso no se nos quita la cara de pasmarotes cuando nos enteramos de que ha sido aprobada por unanimidad la reforma que acaba de tramitar el Congreso para sacar de la cárcel por vía de urgencia a los pocos presos etarras que cumplen unas condenas tan largas por sus múltiples asesinatos como para que no hayan podido ser excarcelados ya por Marlaska y el Gobierno vasco. La excusa es que el Gobierno ha hecho trampa, ¡menuda sorpresa!; que tramitó la reforma por el procedimiento de urgencia para evitarse controles, ¡vaya novedad!; que la enmienda introducida por Sumar en la comisión de justicia resultaba confusa, ¡qué asombro! Nadie duda de que la culpa de una estafa es del estafador y no del estafado, a no ser que ese mismo estafador ya nos haya engañado catorce veces y lo hayamos pillado mintiendo en cientos de ocasiones; porque entonces nos lo tendríamos que hacer mirar.

¿Nos pueden explicar los partidos de la oposición qué hacen votando a favor de cualquier propuesta presentada por el Gobierno del reconocido embustero y trilero Pedro Sánchez? Con el presidente del Gobierno no se puede ir ni a cobrar una herencia, como bien parece haber aprendido el golpista Carles Puigdemont, que después de haberlo investido todavía está esperando sentado a ver qué hay de lo suyo. Otro que también sabe bien cómo se las gasta Pedro Sánchez es Pablo Iglesias, que todavía tiene que estar lamentándose de haber confiado en él, mientras friega los vasos en su taberna de Lavapiés.

Que se sepa, Txapote asesinó a Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica y así hasta un total de nueve víctimas inocentes. Poca cosa al lado de los diecinueve asesinatos atribuidos a Kantauri, entre ellos los de Alberto Jiménez-Becerril y su esposa. Txapote, Kantauri, Txeroki, Anboto, y hasta 44 sanguinarios terroristas de ETA van a salir de la cárcel en los próximos meses, luciendo una camiseta de agradecimiento a Pedro Sánchez. No sé si las disculpas de la oposición por el error cometido al votar a favor rebajarán algo nuestra indignación. Lo que sí tengo claro es que a partir de ahora ya no valen excusas; hay que votar no a todo, siempre y sin excepción. No es no, señor Sánchez. Dígame de qué se trata, que me opongo.

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