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¡Viene la extrema derecha! La cantinela de siempre

¡Viene la extrema derecha! La cantinela de siempre

Se publicaba días pasados un sondeo de intención del voto elaborado por el Instituto Balear de Estudios Sociales (IBES), según el cual el Ayuntamiento de Palma en 2023 volvería a ser gobernado por la derecha, por desgaste del voto socialista que parece ser el único que obliga a pagar los platos rotos en contraste con el milagro del resto de izquierda radical (Podemos, Més), que al parecer no experimenta fatiga alguna por su penosa gestión en esas áreas de gobierno municipal que vienen parasitando sin el menor rubor.

Se olvidan permanentemente de la proximidad con la ciudadanía, toda ella. La buena noticia -al menos- es que la derecha crece con fuerza, hasta llegar a la mayoría absoluta. Porque según esta encuesta del IBES, tanto PP como Vox crecen en términos razonables y algo de cierto habrá en ello cuando la izquierda radical toda ella se rasga las vestiduras porque ¡viene la extrema derecha! La cantinela de siempre, que ya no se cree el ciudadano corriente.

El PSIB es el único que no se cree la encuesta del IBES, porque según el portavoz de los socialistas en Cort, Francisco Ducrós, «somos un gobierno solvente que ha estado al lado de las personas cuando más se nos ha necesitado». ¿Qué carajo entenderá por estar al lado de la gente? Según la vocera separatista, Neus Truyol, el bajón socialista se debe a «la tibieza de sus políticas, que no están a la altura del momento histórico». Vale figura.

El momento histórico al que se refiere esta pelanas se resume en aplicar sin desmayo el rodillo sectario. Por cierto, Truyol, pelanas en el lenguaje coloquial quiere decir persona sin importancia y ya verás como así será nada más dejes la política. Aunque llevas razón cuando hablas de la tibieza de las políticas socialistas, especialmente al manteneros en el gobierno de la ciudad. Tú empeñada en borrar la fachada del Hotel Artmadams sólo por prejuicios y tu compadre podemita, Jarabo, regando generosamente a la Federación de Asociaciones de Vecinos, afín a la izquierda, y negándole el pan y la sal a Sa Federació de Veïnats de sa Ciutat de Palma, por no ser de su cuerda. Y los dos, por estas acciones, llevados ante los tribunales.

En los primeros años 90 del siglo pasado colaboré con la Universitat de les Illes Balears (UIB) cuando era rector Nadal Batle Nicolau, elaborando un programa de radio (Temps de Campus), desde RNE, con estudiantes de Filología Catalana como redactores-locutores y que debía ser el germen de una radio universitaria.

En aquel proceso tuve ocasión de conversar con personal de comunicación de universidades europeas y estadounidenses, y me llamó especialmente la atención una periodista contratada por la uni (que dirían los cursis podemitas) de Upsala. Ella me explicaba que en la legislación universitaria de Suecia existía el principio legal de dar voz a la oposición, razón por la cual en el presupuesto anual se contaba con una partida específica para garantizar fondos a las voces críticas.

Pues bien, si tanto se llena la boca la izquierda radical de semejanzas con las maneras de conducirse de la socialdemocracia escandinava, ¿por qué no empiezan dando carpetazo a su rodillo sistemático? Subiría enteros su credibilidad.

Pero cuando el río suena agua lleva; dicho de otro modo: el cambio de ciclo es una realidad que se avecina probablemente imparable, si PP y Vox no se empeñan en estropear los vientos a favor. Y como no hay dos sin tres, tal vez el próximo en llegar a despacho de Alcaldía sea Fulgencio Coll Bucher porque de casta le viene al galgo y la suya ha visto sentados a dos alcaldes de Palma: Joan Coll Crespí en el siglo XIX (1856) y Joan Coll Fuster en el siglo XX (1945). Empieza a tocarle a otro Coll en este siglo XXI. Una saga familiar de brillantes militares y magistrados. No olvidemos que Fulgencio Coll Bucher fue jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, JEME, en los días de presidente del nauseabundo socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Entiendo que Més mantenga sus tres concejales capitalinos, puesto que sus parroquianos andan bien instalados en esos 15.000 votos de la ensoñación separatista que les convertía en sexta fuerza política el año 2019. Lo que no se comprende es que Podemos mantenga su cuota (también tres regidores), después de perder cerca de 7.000 votos en el 2019, un vez desaparecida la plataforma Som Palma, engañabobos que no sobrevivió al engaño original. Hoy es una marca, la morada, completamente desprestigiada.

Total, ¡viene la ultraderecha! O sea, la cantinela de siempre. Y para ver que el bulo ese no era para tanto, Jaime Martínez y Fulgencio Coll deben acudir noblemente al diálogo por el bien de ésta, nuestra querida ciudad.

Palma está obligada a recuperar el brillo que han hipotecado las izquierdas radicales en las dos legislaturas consecutivas, poniendo patas arriba el buen juicio que siempre nos había caracterizado. Ya está bien de gilipolleces a lo Hila, Jarabo, Truyol y compañía, esa tropa de pelanas sin más.

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