La «transparente y nueva» normalidad sanchista

Un texto circula por internet con una reflexión muy actual por su contenido, que se atribuye a Groucho Marx, y que aunque no sea de su autoría, merecería serlo. Compendia lo que a estas alturas sería el resumen de lo que pasa y quizás piensa una parte no menor de la opinión pública, aunque no publicada: “Los no vacunados deben vacunarse para proteger a los vacunados, porque los vacunados no están protegidos con la vacuna que tienen que ponerse los no vacunados para proteger a los vacunados”.
Es preciso leerla varias veces para llegar a entender su enrevesado significado que, en definitiva, es en la situación en la que se encuentra sumida gran parte de la población tras casi dos años de sufrir la pandemia. Centrándonos en España, como sabemos, todo se desencadenó tras la jornada de Madrid convocada el 8 de marzo del pasado año por el feminismo oficial y el más radical, con el masivo apoyo del gobierno, que con diez ministros -y ministras- quiso patrimonializar el presunto éxito del evento.
La frase de la entonces vicepresidenta primera, Carmen Calvo, resultó profética sin saberlo “las mujeres debemos asistir, porque nos va la vida en ello”. No hay margen de duda razonable para sostener que Sánchez antepuso su interés político al interés general que exigía prevenir el contagio que masivamente se produjo a continuación. La propia Calvo experimentó en carne propia su sentencia, porque poco le faltó para que su vida, en efecto, se le fuera por asistir. Con la distancia del tiempo y la información que se va conociendo, hay base para algo más que una comisión de investigación parlamentaria de las que son tan adictos en el Gobierno y sus aliados, viendo “la paja en el ojo ajeno, mientras no ven la viga en el propio”. La entonces ministra y hoy vicepresidenta Yolanda Díaz, que parece versada en citas evangélicas, seguro que conoce ésta, y sería conveniente que aportara la información de la que disponía para, siendo tan feminista ella, no asistir aquel día a colocarse tras la pancarta principal.
No es aventurado imaginar lo que hubiese sucedido en las calles de nuestras ciudades, si todo lo que ha sucedido desde entonces, en especial durante las 14 semanas de confinamiento vividas con la suspensión total de derechos fundamentales -como los de reunión, deambulación, y libertad de fijar la residencia en cualquier lugar del territorio nacional establecido además de manera inconstitucional-, hubiera sucedido gobernando el centroderecha en España.
Para ayudar en la búsqueda de la respuesta a lo que hubiese pasado, basta remitiese a lo que la referida Yolanda Díaz le espetó a su interpelante Macarena Olona, portavoz de Vox, en la sesión de control en el Congreso de la pasada semana al decir que “ustedes no gobernarán nunca, pero si lo hicieran sabrían lo que son las huelgas y las manifestaciones masivas”. La verdad es que por desgracia, no nos sorprende esa respuesta, conociendo, entre otros muchos ejemplos, -sin necesidad de acudir al 11-M,- el vivido con ocasión del sacrificio del perro Excalibur en prevención del contagio por el virus del ébola en 2.015.
Si eso hicieron, acosando el domicilio donde los veterinarios habían ido a sacrificarlo, es fácil imaginar la respuesta que se daría en la actualidad, cuando el Gobierno ni siquiera ha reconocido una cifra oficial de fallecidos pese a que instituciones oficiales del Estado como el INE, entre otros, las han facilitado. El bloque de la moción de censura, por boca de su candidato Pedro Sánchez, afirmó que la “transparencia” sería un compromiso esencial de su Gobierno.
Esa comprometida transparencia suena a ofensa tras 120.000 fallecidos, estimados en base a datos oficiales y no reconocidos todavía por el transparente Sánchez. Ayer, se organizó una conexión televisiva en directo desde Barcelona para anunciar lo que ayer mismo ya estaba en todos los periódicos del día, acerca de una cumbre autonómica para hablar de la sexta ola con la variante ómicron de protagonista. «Casualmente», de allí se fue al congreso del PSC y de Madrid vino y regresó en Falcon. Es la “transparente y nueva” normalidad sanchista.
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