Opinión

Tiempo de héroes y antihéroes en el sanchismo

Los malos tiempos son momentos para los más grandes. Para que demuestren toda su disposición, todo su sacrificio y su incondicional adhesión a la causa. Y ayer, sin duda, era un día para María Jesús Montero. Porque ayer, dentro del contubernio sanchista, era día de cobro para la muchachada indepe. Era día para que la vicetodo sacara el monedero y, más que darles su paga, entregárselo directamente a sus compinches.

Si las cosas quedan, y lamentablemente quedarán, en lo que ERC y PNV (que son quienes esta vez pasan la cuenta más gorda) están exigiendo, el ventajismo catalán y vasco habrá dado un descomunal salto cualitativo y cuantitativo. De facto, y a pesar de ser una evidente transgresión a la Constitución y a los principios de igualdad y solidaridad, será Cataluña quien decidirá el importe de su financiación y, en consecuencia, de su contribución al Estado; e, igualmente, el País Vasco dispondrá de la llave de la caja de la Seguridad Social para, como aquel mayordomo infiel del cuento de Roald Dahl, llevarse lo que decida que quiere llevarse (recuerden que las pensiones vascas son más altas que las de los demás por un motivo tan incontestable como la ausencia de la proteína Rh de sus glóbulos rojos).

Pero volvamos a Montero y a su inmunidad al ridículo. A pesar de los novillos que se hizo ayer, el arrojo de esta mujer no tiene precio, o quizá sí, porque no crean que todo el mundo vale para encampanarse y jurarnos que esto es bueno para todos. Para llevar a cabo esta sinvergonzonería hay que recurrir a la más desvergonzada, ya no solo en el ánimo sino sobre todo en el intelecto. Por eso, igual que hace unos días nos dijo que Santos Cerdán nada tenía que ver ya con el PSOE, ahora nos dirá que si una comunidad decide cuánto se come del pastel y cuánto deja para los demás, lo que hace es ayudarnos a controlar nuestro colesterol.

Y ya que nombramos a Cerdán…, ¡ahí tenemos a otro héroe! Por mucho que ahora les parezca un pariente lejano, Cerdán era uno de los suyos y aún el mejor de todos ellos. Son incontables las turbias faenas que viene haciendo para Sánchez desde antes del asalto al poder, y, entre ellas, recomponer el sanchismo aprovechando la oportunidad que dio el recuento electoral de julio del 2023. Porque los números daban, pero había que contar con todos, incluidos los golpistas y filoterroristas. Componer ese excremental gurruño exigía tener tragaderas y no titubear al bajarse los pantalones ante esos inmisericordes verracos; y claro, para eso necesitaban al más indigno, a ese que para beneficio de la causa ya llevaba años saliendo de casa con el cinturón flojo.

Sin duda Cerdán o Ábalos fueron héroes para el advenimiento y consolidación del régimen, pero en el tardosanchismo hay algunas figuras que, por exigencia del manual de resiliencia, asumen esa condición. Ayer fue el papelón del canario Ángel Víctor Torres, pero otros personajes como Pumpido, Armengol, Marlaska, Albares, Bolaños o Puente habrán quedado marcados para siempre por una indeleble indignidad. Supongo que les habrá merecido la pena, pero con certeza que habrá un día después del sanchismo, y ese día traerá para ellos la imposibilidad de ir a un teatro, comer en un restaurante o pasear por la calle sin que alguien les señale, con asco y repulsa, como escorias morales.

Todavía nos queda espacio para glosar a quien en estos días juega un papel de supuesto antihéroe, pero que también forma parte del sistema. Emiliano García Page empezó a rezongar casi desde el principio, pero fue en 2023 cuando la simulación de un enfrentamiento se convirtió en su mejor arma electoral. Encontró una táctica que después convirtió en la estrategia que ahora afianza su liderazgo regional.

La deriva del sanchismo le permite escenificar su impostura de forma cada vez más estridente y eso le hace aparecer ante sus votantes como un opositor del grupo, cuando simplemente es un outsider que lo robustece por otras vías. En primer lugar, porque los votantes, que se creen que apoyándole se oponen a Sánchez, no se desconectan del partido, y esa conexión refuerza el automatismo de seguir votando al PSOE en todas las elecciones. Después porque ni una de las quejas ante las indecentes actuaciones del sanchismo se traduce en un esfuerzo real y efectivo por impedirlas. Como decía el irrepetible José María García ni una mala palabra ni una buena obra.

Y, por último, porque se ha consolidado como el opositor interno que necesita el partido, más para cerrar las filas que para generalizar la disconformidad. Page, en definitiva, dentro del sanchismo cumple con su misión y, al contrario de lo que parece, sumisamente.