Giro oficial en el precio del aceite de oliva en los supermercados: lo que va a pasar
Los supermercados siguen bajando el precio del aceite de oliva
Puede que para muchos suene lejano, pero lo cierto es que todavía nos acordamos de que no hace ni un año, el precio del aceite de oliva estaba por las nubes. Ibas al supermercado, mirabas la etiqueta y te planteabas si de verdad merecía la pena llevarte esa botella. Un ingrediente básico que se convirtió en un lujo, pero que ahora parece que por fin recupera la estabilidad, de modo que vamos a analizar cuál es el precio del aceite de oliva en los supermercados actualmente.
Después de años de subidas, crisis de producción y de que se haya hablado mucho del oro líquido, el mercado da señales de que se está asentando. Y eso, quieras o no, se nota en el bolsillo. El litro de AOVE vuelve a situarse por debajo de los cinco euros en muchas cadenas, por lo que es más que evidente el giro o cambio que se está produciendo para el aceite de oliva que encontramos en los supermercados. Es un dato importante, pero más importante todavía es lo que hay detrás de esa cifra. Y no se trata de una bajada puntual, ni de una oferta aislada por fin de stock. Hablamos de una tendencia que empieza a consolidarse. Y que, si nada se tuerce, podría marcar el comienzo de una nueva etapa más estable.
El precio actual del aceite de oliva en los supermercados
Las cifras más recientes apuntan a algo que ya se venía notando en los meses previos: el aceite de oliva vuelve a venderse como se vendía antes de la crisis que provocó su subida. Según los datos de Anierac que recoge Las Provincias, y que es la asociación que agrupa a las principales empresas envasadoras del sector, entre abril y junio de este año se han vendido más de 174 millones de litros. Es un repunte claro respecto al mismo periodo del año pasado, donde la cifra se quedó bastante por debajo.
Y lo curioso es que el protagonismo no se lo lleva cualquier variedad, sino el virgen extra. El más valorado y que también es el más caro. En total, 104 millones de litros vendidos solo de esa categoría. Un cambio de más del 50% que hace que el consumidor pierda ese miedo que tenía a comprar aceite de oliva y en concreto, esta especialidad. Y además, también para los
productores y distribuidores es un alivio.
Un aceite que llegó a estar a más de 15 euros el litro
No hace falta tener mucha memoria para recordar los precios disparatados de hace apenas un año o dos. En 2023, la botella de virgen extra llegó a alcanzar los 15 euros. Aquello parecía una exageración, pero era real. De este modo, el aceite se convirtió en protagonista de las noticias, pero también de los hurtos, por lo que incluso algunos supermercados, optaron por poner alarmas especiales o hasta candados, a las botellas de aceite para que nadie las robara.
Las causas de aquella subida fueron muchas y bien conocidas: sequía, mala cosecha, inflación, costes energéticos por las nubes y, por si faltaba algo, los efectos indirectos de la guerra de Ucrania. El sector estaba al límite. Tanto fue así, que el Gobierno decidió suprimir el IVA del aceite durante unos meses. Una medida temporal que finalizó el pasado 1 de enero, y que, curiosamente, no provocó la subida que algunos temían. Al revés: desde entonces, los precios han ido descendiendo de forma constante.
Los precios en los supermercados ya son otros
Y ahora a fecha actual del mes de agosto, basta con entrar en la web de los supermercados para comprobar que el aceite sigue su tendencia a la baja y los consumidores pueden estar contentos con ello, Mercadona por ejemplo vende su AOVE a 4,65 euros el litro, el mismo precio que tiene el que se vende en Carrefour o en supermercados DIA. Un poco más caro lo tiene Alcampo, con su AOVE de la marca propia Auchan a 4,99 euros, mientras que El Corte Inglés lo tiene a 4,75 euros.
Más baratas son las especialidades de aceite de oliva suave e intenso, con precios que en prácticamente todos los supermercados se sitúan entre los 3,64 y los 3,99 euros el litro.
El sector, entre la prudencia y el alivio
Desde el lado de la producción, sin embargo, el mensaje es más cauto. Hay alegría, sí, pero también precaución y entendemos el porqué, ya que el aceite depende, en buena medida, de algo que no se puede controlar: el clima. Y la amenaza de la sequía sigue estando ahí.
Lo positivo es que, a corto plazo, el equilibrio parece haber llegado. Las ventas se recuperan, los precios bajan, y el consumidor ha respondido de forma directa. Esto podría significar un nuevo escenario en el que el aceite vuelva a ocupar el sitio que ya tenía: ni como bien de lujo ni como producto en extinción, sino como parte indispensable de nuestra gastronomía, dieta y cultura alimentaria.
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