Qué significa dormir tapado incluso en verano, según la psicología
Dormir tapado aporta seguridad y con ello se puede beneficiar la calidad del sueño
Si duermes boca abajo o cambias de postura constantemente, podrías estar sufriendo esto
«Lo están haciendo todos en TikTok, pero puede ser mortal»: un otorrino advierte sobre el ‘mouth taping’ sin supervisión médica
Ahora que estamos en verano, seguro que no te apetecerá para nada taparte cuando estás durmiendo. Sin embargo, incluso en las épocas más calurosas de año, hay quien tiene la necesidad imperiosa dormir tapado. Algo que nada tiene que ver con el miedo a pasar frío si por la noche, baja la temperatura, sino que la respuesta la hallamos en la psicología de esa persona.
En pleno mes de agosto, dormir tapado es prácticamente imposible, pero si conoces a alguien que necesita hacerlo, o tú mismo eres así, que sepas que la psicología lleva tiempo estudiando este tipo de conductas, y resulta que está relacionado con algo mucho más profundo. No se trata de temperatura, sino de algo que tiene que ver con la seguridad, y la calma, y cómo el cuerpo y la mente encuentran su forma de desconectar del día. Teniendo todo este mente, taparse, incluso con una sábana fina, puede activar una respuesta física y emocional que favorece el sueño. Entonces, nada tiene que ver con el hecho de tener manías sino con una mezcla de biología, emociones y hábitos que analizamos con detalle, a continuación.
Qué significa dormir tapado incluso en verano, según la psicología
Puede parecer una tontería, pero esa sábana fina que muchos se echan por encima cumple una función clave. Da igual si hace un calor de más de 30 grados. Dormir tapado da seguridad a quien sí o sí, debe dormir de esta manera. De hecho, la ciencia ha descubierto que taparse activa el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de relajar el cuerpo. Es decir, al cubrirnos, el cuerpo entiende que ya puede descansar.
Podemos entender el hecho de taparnos con la sensación de separar lo que hay afuera de lo que está dentro. Y ese gesto, por simple que parezca, ayuda a liberar tensiones. Incluso a liberar ciertas hormonas como la oxitocina o la serotonina, que tienen un efecto tranquilizante. Así que no es solo costumbre: es una reacción que se produce desde dentro, y que muchas veces ni siquiera notamos.
Cuando destaparse se siente como estar expuesto
Lo más curioso es que, para algunas personas, dormir destapadas no sólo es incómodo. Es inquietante. Como si algo faltara. Como si no pudieran bajar la guardia del todo. Y no hablamos de miedo consciente, sino de una sensación más sutil: la de estar demasiado expuesto. Sin la sábana les es imposible ponerse a dormir.
Esto puede tener raíces muy profundas. De pequeños, muchos aprendemos a sentirnos protegidos cuando alguien nos arropa. Y ese gesto, que parece infantil, se queda grabado. De adultos, buscamos esa misma sensación. Taparse se convierte entonces en una forma de autocuidado.
Las mantas con peso y sus beneficios
No es casualidad que las famosas mantas con peso se hayan puesto tan de moda. Hay estudios que las respaldan: se ha visto que ayudan a personas con ansiedad, insomnio o incluso dolor crónico. Al ejercer presión sobre el cuerpo, generan un efecto calmante. No son mágicas, pero funcionan en muchos casos. Y lo hacen precisamente por eso: porque reproducen esa sensación de estar cubiertos, contenidos, protegidos.
En niños con TDAH o con trastornos del espectro autista también se han probado, aunque los resultados no siempre son los mismos. Hay pequeños que se calman, sí, pero otros se agobian más. Lo importante es entender que no hay fórmulas universales. Lo que para unos es consuelo, para otros puede ser molestia.
Rituales que nos dicen que ya es hora de dormir
Más allá de lo físico, hay algo de ritual en todo esto. Taparse es, para muchos, el último gesto del día. El momento que marca el final de la actividad. Lo hacemos casi sin pensarlo: apagas la luz, te colocas bien la almohada y por último te tapas. Aunque estés sudando. Aunque sepas que hace calor y que te va a costar más dormir, pero aunque suene paradójico, sabes que si no te tapas no concilias el sueño.
Y tiene sentido. En un mundo en el que todo va tan deprisa, donde cuesta desconectar, estos pequeños rituales se vuelven esenciales. Taparse es uno de ellos. No lo hacemos sólo por costumbre: lo hacemos porque funciona y nos lleva a pensar que el día ha acabado y que es hora de dormir.
Ahora que lo sabes, ¿te sientes identificado? ¿Eres de los que no puede pegar ojo si no tiene aunque sea una esquina de la sábana encima? No eres el único. Hay algo profundamente humano en ese gesto tan simple. No es algo tan raro. Es una manera de buscar tranquilidad, de separarte de lo que te rodea y estar seguro, aunque sea por unas horas.
Así que si eres de los que se tapa incluso cuando el calor no da tregua, no lo veas como una manía. Piensa que, probablemente, tu cuerpo antes que frescura necesita sentirse protegido y eso lo encuentra en algo tan básico como echarse una sábana por encima.
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