La telearmengol se defiende como gato panza arriba
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La telearmengol se está defendiendo como gato panza arriba de la mano de su todavía director general, Andreu Manresa. Tras ser gentilmente «invitado» a poner tierra de por medio por parte del Govern del Partido Popular, el otrora corresponsal del diario El País en Baleares ha decidido atrincherarse en el cargo alegando que su permanencia expira en 2028, fecha en la que, según la legislación en vigor, la Cámara balear sí podrá
sustituirlo por otro director general más de su agrado. Tal vez. Porque se podría dar la circunstancia de que en 2027 la izquierda venciera nuevamente los comicios autonómicos con lo cual Manresa podría permanecer en el cargo otros seis años más.
Manresa es director general de la Radiotelevisión Balear desde 2015 cuando fue nombrado por Francina Armengol, renovó su cargo hace apenas un año en 2022 -sabedor de que en un año se disputarían elecciones autonómicas- y aspira a continuar hasta 2028. Ni que decir tiene que IB3 con Manresa al frente es tan «independiente» como el «diario independiente de la mañana», como se llamaba El País en sus albores. O sea, nada. La neutralidad ideológica de la radiotelevisión pública balear ha brillado por su ausencia en los ocho años en los que el de Felanitx ha ocupado el cargo.
El colofón a su condición lacayuna concluyó con la controversia anterior al debate electoral a siete de las pasadas elecciones autonómicas y en el distinto tono utilizado por los periodistas de la casa a la hora de entrevistar a los distintos candidatos. En función del color del candidato, ya se sabe, la entrevista se convierte en un masaje o en un debate a cara de perro para poner al invitado en evidencia. No tanto porque el entrevistador esté predispuesto de antemano a no ser neutral o imparcial como por las consabidas preferencias ideológicas de la mayoría de titulados en Ciencias de la Información, un gremio que comparte con la izquierda toda la panoplia de pequeños dogmas política y periodísticamente correctos.
Incluso sin darse cuenta, el gremio periodístico no puede quitarse el pelo de la dehesa izquierdona y, mal que les pese admitirlo, sigue cojeando de un zurderío innegable, máxime si tenemos en cuenta la gratitud debida que deben profesarle los centenares de trabajadores de IB3 a una Francina Armengol que decidió iniciar el famoso proceso de internalización para hacerlos a todos funcionarios de por vida.
Por si todo ello no fuera suficiente y tal como ha informado este mismo digital (https://okdiario.com/baleares/govern-funciones-armengol-coloco-20-periodistas-afines-bolsin-television-balear-11372654), Andreu Manresa ha tenido el tupé de abrir un bolsín de interinos para incluir a una veintena de periodistas afines que hasta las elecciones del pasado 28-M ocupaban cargos de confianza en el anterior Ejecutivo de Armengol, trabajando como jefes de prensa o de gabinete.
Por el mero hecho de haber trabajado como cargos de confianza del Govern de Armengol, estos periodistas han sido premiados por Manresa con una mayor puntuación en la baremación concursal que aquellos que venían trabajando en la redacción de un periódico, un escándalo que fue denunciado incluso por la poco neutral Asociación de Periodistas de las Islas Baleares (APIB).
Al contrario de otras formaciones, los socialistas siempre curan a sus heridos en el fragor de la batalla y nunca dejan muertos por el camino. Esta es una de las claves para no desplomarse electoralmente pese a su
gestión de gobierno, tan penosa como despilfarradora. Y para tener siempre a mano cuadros suficientes para colonizar todas las áreas de las Administraciones cuando el turnismo imperante les brinda tarde o temprano una nueva ocasión para ocupar el poder.
En estas circunstancias, queda claro que IB3, con o sin Andreu Manresa, seguirá ejerciendo de telearmengol por los siglos de los siglos puesto que la mayor parte de sus cuadros y trabajadores son de la misma cuerda. El Partido Popular lo tiene mal, muy mal, no ya para convertir IB3 en un instrumento político a su servicio como ha venido haciendo por otra parte la izquierda sin ningún rubor, sino incluso para que IB3 se acerque a los imprescindibles estándares de imparcialidad y neutralidad política que se requieren en una televisión pública que pagan todos los contribuyentes, sean estos de uno u otro color.
Haz lo que te digo pero no hagas lo que yo haga
Pese al desfondamiento ético y cívico que guían tanto a Pedro Sánchez como a su alumna aventajada Francina Armengol, dispuestos absolutamente a todo para mantenerse en el poder, no deja de llamar la atención la desvergüenza de los dirigentes del PSIB que en un comunicado al respecto de IB3 han aplaudido el atrincheramiento de Manresa al frente de IB3 y tildado de «ideológica y partidista» la intención del Govern del PP de cesar al antaño corresponsal de El País. Según el PSIB, IB3 «perdería independencia» si se nombrara a un nuevo director general, acusando a Marga Prohens de «volver a la época más oscura del ex presidente Bauzá».
De consumarse el relevo de Manresa, dicen los socialistas, sería «con una intención clara del PP de volver a manipular la televisión pública y convertir el ente en una herramienta propagandística al servicio del Govern de Prohens». No cabe mayor hipocresía y cinismo en las declaraciones del PSIB. No es que no disimulen, es que, en un clarísimo ejemplo de esta «proyección psicológica» a la que se refirió Sánchez para acusar a Feijoo en su cara a cara televisado, acusan al PP de querer hacer lo mismo que los socialistas han estado haciendo durante los últimos ocho años. Haz lo que te digo pero no hagas lo que yo haga.
Los socialistas pueden cambiar la ley para nombrar al director general de IB3 a su antojo para favorecer a su candidato pero la derecha no puede hacerlo porque no lo vale. Los socialistas pueden digitar a los altos cargos de libre designación que quieran porque ellos sí lo valen pero los populares no, es más éstos tienen la obligación de aceptar con resignación cristiana a los altos cargos socialistas en un Govern del PP aun a riesgo de que terminen actuando de quintacolumnistas. Si la incoherencia argumental, la doble moral y la doble vara medir de los socialistas es sencillamente escandalosa, más escandaloso resulta todavía su cinismo a calzón quitado. Esta desfachatez no tendría pase en una sociedad con suficientes resortes éticos y morales para rechazar los delitos de autor (donde la importancia radica en el «quién» y no en el «qué»), la doble vara de medir y la contradicción flagrante que supone no aceptar que le apliquen a uno la misma
medicina que después receta al otro.
Sólo desde la convicción de que la sociedad española está tan polarizada y dividida en dos bloques ideológicos estancos cuyo desprecio mutuo y hemiplejía ética impiden reconocer lo que está bien o lo que está mal con carácter universal, puede entenderse el descaro de la posición del PSIB. Menos mal que prometieron una «transición ejemplar» tras la pérdida del poder. Sólo desde la convicción de que la sociedad está dividida en
dos bloques infranqueables hasta el extremo de que los partidos se permiten el lujo de hablar sólo a sus votantes más fanatizados y no a toda la ciudadanía en su conjunto puede entenderse la insolencia del PSIB en defender una «independencia» de IB3 que ha brillado por su ausencia en los ocho últimos años del bracito de Manresa.
Right or wrong, my party, este es el lema del PSIB. O si lo prefieren, «nuestra única patria es el partido». El salto cualitativo a la hora de romper las reglas de juego es enorme y más valdría que el PP se pusiera las pilas y se percatara de cuál es la situación política que ha dejado el sanchismo y de cuál es la envergadura de su enemigo porque así, como enemigos a batir y no como adversarios, los tratan los socialistas.
Es más, debería plantearse hasta qué punto le conviene heredar un muerto como IB3 colonizado por el PSIB. Y si por el bien de todos, no convendría, no ya sólo detener el proceso de internalización para evitar convertir IB3 en una televisión controlada por el socialismo, sino incluso echarle el cierre de una vez por todas. Se lo tienen bien merecido.