Sólo puede quedar uno… y quiere ser Sánchez

Pedro Sánchez

Quien diga que es capaz de prever lo que va a hacer Pedro Sánchez, miente. El presidente del Gobierno podría ser diagnosticado por algún psiquiatra experto, pero ni el mejor de ellos es capaz de averiguar lo que va a hacer y ni siquiera de explicar por qué ha hecho algo. Pero nos pagan por intentarlo y tenemos que hacer nuestro trabajo lo mejor que sepamos y poniendo en ello todo nuestro esfuerzo, experiencia y conocimientos. Quizá acertemos o es posible que no, no se nos va a juzgar por ello siempre que trabajemos con honestidad. Lo que se debe esperar de nuestro análisis es que apliquemos un sentido común que, evidentemente, no es la forma como actúa Sánchez desde hace muchos años, para aportar a nuestros lectores un punto de vista de lo que está pasando que les sirva a ellos para sacar sus propias conclusiones.

Tres días después de que Pedro Sánchez anunciara que disolvía inmediatamente las Cortes y adelantaba las elecciones al próximo 23 de julio, todavía hay analistas que opinan que pronto comunicará que no piensa ser el candidato del PSOE y que a partir de ahora se va a dedicar a otras cosas, como optar a la secretaría general de la OTAN o algún otro puesto de relumbrón internacional, que nadie duda de que sea su objetivo para cuando deje la presidencia. Yo, personalmente, cuando hizo el anuncio de elecciones, pensé que era posible que al día siguiente comunicara ante su partido que no se presentaría. Pero viendo el vergonzoso espectáculo que dio ayer miércoles en la reunión de la interparlamentaria del PSOE, siendo recibido entre aplausos y vítores por todos sus diputados y senadores, sonriendo agradecido con una mano en el corazón, tras la tremenda derrota del domingo; pienso que sí se va a presentar a la reelección. Aunque insisto en que es un demente que siempre nos puede sorprender.

Pero, tras escuchar su discurso en el que se refirió en decenas de ocasiones a PP y VOX como «derecha extrema y extrema derecha»; habló de la herencia franquista del PP; equiparó a la derecha española con el trumpismo estadounidense para pronosticar que la oposición va a asaltar las Cortes cuando él gane las elecciones, cosa que, por cierto, sólo han hecho sus socios de Podemos y ERC; repitió incansablemente que en estas elecciones autonómicas y municipales lo que ha pasado es que ha habido una «ola reaccionaria» contra sus democráticos avances sociales; con un discurso que en el PSOE sólo se recuerda de cuando los hacía Largo Caballero en los años 30 del siglo pasado, intentando provocar la guerra civil; estaremos todos de acuerdo en que está claro que se piensa presentar y ya tiene decidido que «o yo, o la extrema derecha», será el eslogan de su campaña electoral.

Cuando Pablo Iglesias fue pasando su guadaña por los pies de todos sus camaradas con los que había fundado Podemos, hasta quedarse solo al frente del partido, todos repetimos aquello de «sólo puede quedar uno». Y ese «uno» creíamos que era él, aunque tras su estrepitoso fracaso cuando se presentó como número uno en las autonómicas de Madrid, quisiera hacer creer que dejaba Podemos en manos de la madre de sus hijos y de su amiguita de universidad, a las que vemos cada día que maneja como a marionetas. Ahora que Yolanda Díaz ha fundado su partido Sumar, con el que Izquierda Unida y el Partido Comunista de España parece que intentan quitarse de encima a los morados, muchos han creído que el «uno» podía ser la trepa gallega. Pero Pedro Sánchez lo tiene muy claro, en la extrema izquierda española sólo puede quedar uno y ese no va a ser otro que él. El Largo Caballero del Falcon está dispuesto a todo por mantener la presidencia. Y cuando he escrito ese «todo» yo también he sentido que el bello se me ponía de punta, igual que vosotros.

Lo último en Opinión

Últimas noticias