San Otegi, benevolente y mártir

San Otegi, benevolente y mártir

Retorcer arteramente una historia tan televisada como sangrienta tiene sus riesgos. A propósito de la década en la que ETA enfundó las pistolas (en la nuca) y se le acabaron los explosivos, no son pocos los que intentan colgarse la medalla de su fin, que no derrota.

El principal es el infeliz (dentro de un orden) Rodríguez Zapatero. Baste recordar al respecto que a las 24 horas de afirmar (en calidad de presidente del Gobierno) con esa solemnidad y empaque que se concede a sí mismo que lo de ETA “está mucho mejor…”, la banda criminal puso una bomba en la T-4 del aeropuerto de Barajas ocasionando víctimas mortales y muchísimos daños materiales. Habló de Arnaldo Otegi como “hombre de paz” y comisionó a un sinfín de mediadores en un intento vano de pasar a la historia. Por cierto, lo mismo que pretende con Venezuela.

ZP tuvo entonces todo el apoyo del líder de la oposición, Mariano Rajoy, hasta que llegó el bombazo del aeropuerto internacional. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad. El blanqueo de Bildu no es cosa de estos días. Sánchez lo perpetra desde el mismo instante en el que triunfó la moción de censura contra el Gobierno del PP. Luego, se han ido materializando ósculos de amor y abrazos -fotos incluidas-con los herederos de la banda. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad.

Resulta enternecedor contemplar la última declaración del jefe de los abertzales (lo de izquierda tengo mis dudas) presentándose como un compungido arrepentido (sin arrepentirse) sobre “lo que nunca debía haber ocurrido”. Fueron los de su banda. Fueron los de su banda. Fueron los de su banda. Porque aquí a partir de 1977 y sustancialmente un año después se había restaurado la democracia y asesinaron en un régimen de libertades.

El problema, queridos amigos, no es Otegi. Les conocemos lo suficientemente bien como para llamarnos a engaño. El problema es el jefe del Gobierno español. Un problema que traslada (grandemente) a uno de sus socios preferentes actuales, el Partido Nacionalista Vasco. Porque su poder ancestral en el País Vasco, tras un más que probable acuerdo PSE/Podemos/Bildu, está en almoneda. Los señores Urkullu, Ortuzar, Esteban y demás compañeros carlistas, parecen desconocer (o no) un elemental principio evangélico: “Quien a hierro mata, a hierro muere…”

Otegi ha dicho esto a sus mesnadas (en euskera, naturalmente). “Si para sacar a los 200 presos que todavía quedan tenemos que votar los Presupuestos Generales, no os quepa duda alguna que los votaremos…”. Todo dicho.

Lástima que no viva monseñor Setién, aquel amigo confesable de los terroristas, para que pudiera iniciar el proceso de beatificación de tan cristiano Otegi.

PD. Cierto que ETA no mata. Cierto. Lo cual no significa que hayan caído los “ghettos” en los que están metidos socialmente aquellos que pretenden que el País Vasco continúe siendo España. Mal vistos, arrinconados, ellos y sus hijos. No digamos si son miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Esta es la verdad. Y la verdad es siempre la verdad.

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