Retos en Europa para Pablo Casado

Retos en Europa para Pablo Casado

El nuevo presidente del PP, Pablo Casado, ha estado hablando en sus primeras entrevistas de la importancia que tienen para él las relaciones trasatlánticas y con Europa. Hasta aquí, nada que comentar pues son dos ejes vertebradores de nuestros intereses nacionales y del diseño de la política exterior.

Sin embargo, donde creo que hay que incidir es en la manera que nos relacionamos con el resto de Europa y cómo queremos que los demás lo hagan con nosotros. Pablo Casado no es actualmente presidente del Gobierno de España, pero como líder del principal partido del centro-derecha español y segunda formación en número de militantes en Europa tras la CDU de Merkel en Alemania, tiene mucho que decir sobre el futuro de Europa y, especialmente, con el horizonte inmediato de unas elecciones europeas a la vuelta de la esquina.

La derecha ideológica europea es la que controla las principales instituciones comunitarias, como son el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo Europeo. Sin embargo, la presencia de España y de dirigentes del PP en todas esas instituciones se reduce a la mínima expresión. Posiblemente el expresidente Mariano Rajoy no sentía especial fervor por la política internacional y eso tuvo un reflejo directo en el papel que el PP ha tenido en Bruselas desde hace más de una década.

Soy de los que piensan que a Bruselas no se puede ir como hiciera el diplomático del siglo XIX, Pedro Gómez Labrador, en Viena durante 1814 y 1815. Gómez Labrador hizo tocar fondo a la política exterior española siendo nuestro país el único que no suscribió ninguno de los acuerdos de paz que se firmaron tras la derrota de Napoleón.

Una cosa no quita la otra. No se trata ya sólo de rozar el esperpento o atravesarlo, sino que tampoco es cuestión de asentir cabeceando todo lo que otros quieren imponernos. Y ésa ha sido una constante durante los últimos 15 años del centro-derecha español en Bruselas.

Como he comentado, el PP es el segundo partido europeo liberal-conservador, pero otros partidos hermanos con muchísima menos tradición en sus países y con un número todavía menor de afiliados han sido capaces de imponer su relato a los intereses de la formación que ahora dirige Pablo Casado.

El Partido Popular Europeo nominará a su candidato próximamente en noviembre de 2018, que dirigirá una campaña para las elecciones europeas de 2019. Ahí el nuevo PP debe decir mucho más de lo que se dijo cuando se decidió apoyar a Juncker hace algunos años. El candidato que apoye la delegación española debe ser alguien con un contenido que cautive el voto de los españoles. Para ello, deberá abordar algunas de las cuestiones que más preocupan a los ciudadanos españoles como es el tema de los refugiados, la amenaza del terrorismo internacional y no el monotema Rusia, sobre el que el Partido Popular Europeo no sale desde hace cinco años.

El PP de la era Pablo Casado debe transmitir también al resto de la familia del Partido Popular Europeo que no va a consentir más atropellos a ninguno de sus representantes en Europa ni actos de deslealtad con los intereses que defiende la formación en España. El PP de Pablo Casado no puede tolerar que allí donde el Partido Popular Europeo está representado, como es en la propia familia popular europea, en el Parlamento Europeo, la Asamblea del Consejo de Europa, la Asamblea de la OTAN o la Asamblea de la OSCE, ser objeto de ataques de deslealtad por compañeros de otros países movidos por intereses domésticos. La CDU de Merkel no lo consentiría. Casos así los hemos visto recientemente en la Asamblea del Consejo de Europa y tras la crisis catalana.

Por ello, mientras muchos miran con atención las elecciones que vendrán en España y en algunas de sus autonomías, el papel que Casado sepa jugar con el resto de la familia popular europea en los próximos meses será determinante para las expectativas electorales de mayo de 2019.

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