¿Quiere usted ganarse un sobresueldo? Hágase okupa

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Que la okupación se ha convertido en un negocio lo demuestran los hechos. Es lo que tiene un marco legal que es toda una incitación a entrar en domicilio ajeno. Que la ley se ha vuelto un reclamo para que los enemigos de la propiedad privada hagan su agosto es una evidencia. El último ejemplo es  la apoteosis del surrealismo: para desalojar al grupo de okupas que entró en distintos pisos de una urbanización de Carabanchel tras ser captados por una mafia se ha tenido que ofrecer 2.000 euros a cada uno de ellos. O sea, que en lugar de que, como en cualquier país civilizado del mundo, la Policía proceda al desalojo, aquí se les convence con dinero. Mil euros les parecía poco por abandonar los inmuebles, de modo que se ha doblado la oferta.

El problema de la okupación en España se ha visto agravado por la visión populista de un Ejecutivo que ha decidido premiar al delincuente en detrimento del legítimo propietario.

Nuestro país es el paraíso de las mafias. Proliferan al albur de un sistema normativo que es un un auténtico disparate, pues el Gobierno ha confundido gravemente el concepto de protección social, blindando de facto a los okupas y dejando literalmente tirados a los propietarios de viviendas, que no responden, ni por asomo, a ese perfil simplón que traslada la izquierda: no son ricos sin escrúpulos, sino que en la mayoría de los casos son gente trabajadora, familias con hijos o pensionistas que, de un día para otro, ven como sus domicilios han sido okupados sin posibilidad de recuperar lo que es suyo en un tiempo razonable, pues los procesos ante los tribunales se vuelven interminables. En Carabanchel una mafia vende pisos que no son suyos y la solución es dar 2.000 euros a cada okupa para que tengan a bien abandonar las viviendas. ¿Quiere usted un sobresueldo? Hágase okupa. Delirante.

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