¡Que vienen los rusos!

¡Que vienen los rusos!

Los rusos iban a venir en apoyo de la nueva república catalana. Sí, no se rían.  Suena a fantasmada de las grandes. Pero, considerarlo los independentistas, sí que lo hicieron. Hay gente muy, muy fanática por aquí. Sin olvidarse de cobrar, claro. Víctor Terradellas, que fue secretario de relaciones internacionales de Convergencia Democrática y es presidente de la fundación CatMón, a pesar de no ostentar ya un cargo público en la administración catalana, parece que en el infausto mes de septiembre del 2017 dio pasos en esa dirección. Contactó con un ruso bien relacionado políticamente para explorar un eventual apoyo del Kremlin a la aventura independentista catalana. Y, según parece, inspirado por el presidente Puigdemont, que, no mucho después, acabó huyendo en el portamaletas de un turismo como bien saben ustedes.

Estas malas ocurrencias las compartió con David Madí y Xavier Vendrell, dos ex altos dirigentes de los aparatos de CDC y ERC, que le sugirieron poner los pies en la tierra. No por qué no hubieran vendido Cataluña a un régimen tan democrático como el ruso sin dudarlo un momento, sino porque no lo veían suficientemente claro. Todo eso del envío de 10000 soldados, las promesas del pago de nuestra deuda o una inversión millonaria les sonaba fantasioso, potencialmente tramposo o vete a saber si cosa del CNI. Pero está todo en el sumario de la causa de la llamada “operación Vóljov”, abierta cuando, tras la detención del super agente Terradellas el año pasado (por probable desvío de fondos a CDC), le salió una bonita sorpresa a la Guardia Civil al examinar su teléfono móvil.  Dos conversaciones con Madí y Vendrell que dan para una serie chunga de espías.

Sí, esta gente está mal de la cabeza y se apuntarían a lo peor de verlo viable. Aunque hubiera muertos.  El propio Terradellas, que viajó no obstante a Rusia por tres veces (siempre pagado por ustedes) y mantuvo contacto posterior con elementos de la comunidad rusa, asegura en una de las conversaciones intervenidas que estaría bien que se reuniera “un millón de personas en la plaza Sant Jaume, en la plaza Catalunya hasta Colón” y así tendrían “que matar para entrar”.

Esta gente que frivoliza de esa manera con las vidas de sus simpatizantes (eso da una idea de lo que harían con la de los que no lo somos), ha pagado sus delirios desde hace años con el dinero de todos los españoles. Una tercera parte de las ayudas de la Generalitat se habrían otorgado a dedo.  Más de 13.600 millones concedidos sin publicidad ni concurso, de forma directa.  Por ejemplo. La Guardia Civil detalló en un informe que la Plataforma ProSeleccions Catalanes habría recibido del Govern dinero público de forma arbitraria y recurrente (pasó de los 295.000 euros usuales a algo más de 1,3 millones.) que también se utilizó en propaganda de cara al referéndum del 1-O.

En resumen, si no recurrieron a los rusos fue porque no se dieron las circunstancias. No hagan caso de que el gobierno de Vladímir Putin expresara su “total apoyo a la integridad territorial de España” y asegurara que se trataba de “un asunto interno” en el que Rusia no tenía ningún interés.  Sus medios de comunicación dejaron claras sus intenciones y su apuesta por la desinformación a través de varios medios como su agencia de noticias Sputnik o el canal internacional de televisión RT.  Y con el intenso trabajo posterior a través de las redes sociales y su armada de bots y trolls.

Cuánto más vamos sabiendo de aquella época, más nos indignamos por tener a un presidente del gobierno que se apoya en quienes quisieron hacernos tanto daño. Y que sigue concediéndoles ventajas que van en contra de la mitad de la ciudadanía catalana, como ese blindaje de la enseñanza en catalán que debería avergonzarle si supiera qué tipo de sentimiento es ese.

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