¿Qué queremos para el 2025? Acabar con el ‘buenismo’
¿Han vuelto a oír alguna cosa sobre el autor de la masacre en el mercado de Navidad de Magdeburgo el 20 de diciembre pasado? Yo he buscado pero nada. Al parecer, la mayoría de los medios se conforman (hasta que la realidad les obligue por la fuerza) con esa idea insoportablemente peregrina de que fue un atentado llevado a cabo… por un psiquiatra saudí anti islamista en un momento de ofuscación. En esa obsesión por pasar de puntillas, los medios teutones afines al poder (casi todos, como en España) se agarraron a ese absurdo de que en realidad era un ateo con querencia por la ultraderecha anti inmigración. En Cataluña, al principio, informaron de que «un coche» había irrumpido en un mercado navideño atropellando y matando a varias personas. Daba la sensación de que el coche había cometido el atropello solo, sin conductor. Y a quienes osaban preguntar, El País los llamaba «zumbados» con un «aire de odio y violencia» y La Vanguardia, siempre tan progre, les acusaba de «portavoces de la extrema derecha» y de derramar informaciones «falsas y tendenciosas en X». Sin poner ninguno en cuestión las evidentes lagunas de la versión oficial.
Cierto que alguno con vergüenza propia y ajena, como José Alejandro Vara en Voz Pópuli, al día siguiente del atropello ya expresó sus dudas sobre esas motivaciones tan librepensadoras y pro europeas que habían llevado al psiquiatra a atacar precisamente a unos cristianos comprando belenes. Igual que haría un yihadista, vamos. Si parece un pato, camina como un pato y acabó gritando «Allah Akbar» (cuá-cuá en patoso) cuando le arrestaron, pues fácil-fácil que sea pato. Pero el mismo día en que Vara advertía de que eso iba a ser un ánade, en Vila Web, el inefable Vicente Partal tachaba preventivamente de racista a cualquiera que fuera más allá de la versión happy flowers de unos medios que al parecer nunca habían oído hablar de la taquiyyah, esa treta tan ilustrada, secular y edificante que usan los islamistas para enredar al europeo buenista. Vamos, que el saudí mentía en las redes fingiendo lo que no era.
Y aún se extrañan de que plataformas como X se hayan convertido en la principal herramienta de muchos ciudadanos para acceder a fuentes de información libres que utilicen el sentido común. Fue precisamente en X donde empezó a circular una versión alternativa que ignoraron a conciencia los medios clásicos. Por ejemplo: una activista iraní alertaba de esa taquiyyah que hemos mencionado mientras miles de personas mostraban su indignación. A día de hoy los medios convencionales mantienen su silencio sobre el atentado siguiendo, como no, con su particular guerra contra X. Lo curioso es que, esa gente que dice que el que esos atentados siempre tengan a musulmanes detrás no quiere decir que todos los musulmanes sean terroristas, son el mismo tipo de gente que aplaude que haya leyes como la de «Violencia de Género» que se basa en la idea de que, no sólo el agresor, sino que todo hombre es un presunto mata-mujeres «por el mero hecho de serlo». ¿Cómo quedamos? ¿Generalizamos o no generalizamos?
Mientras tanto, ayer, martes de Nochevieja, varias personas resultaron heridas por un ataque con cuchillo en el oeste de Berlín. A pesar de que el sospechoso fuera de nacionalidad siria y residente en Suecia, las autoridades descartaron, de entrada, motivaciones terroristas. Que si podría sufrir, el tipo, un «desequilibrio mental». ¿Les suena de algo? Otro que parecía un pato, andaba como un pato y profería cuá-cuás pero no se le podía llamar pato por no parecer racista. Ya saben, el buenismo.