¿Por qué no cae la ministra de Hacienda?

Nada tiene de extraño es que las encuestas más fiables hablen del sonoro varapalo que se llevará el PSOE andaluz cuando se abran las urnas en aquel territorio. No pasará mucho tiempo hasta que eso suceda.
La candidata María Jesús Montero, una broma política a la que Pedro Sánchez entregó hace tiempo la cartera de Hacienda (ni más ni menos), mantiene el ministerio y, además, pretende quitarle la presidencia de San Telmo al popular Moreno Bonilla. Hace siete años, la señora Montero hasta hacía gracia porque, al fin y al cabo, se presentaba como un ama de casa que gritaba y gritaba como si estuviera oficiando en cualquier patio de vecindad.
Tras siete años cuajados a propósito de llenar el «cupo andaluz» en el Gobierno, Montero no hace ni puñetera gracia; entre otras cosas, porque ha metido la mano en el bolsillo de los contribuyentes 70 veces siete. Y eso son palabras mayores, amén de cosas de comer. Por si fuera poco, personas de su confianza están de hoz y coz en el caso Aldama, que es lo mismo que decir el caso Ábalos o el caso Koldo. Su jefe de gabinete que consiguió grandes cosas en Hacienda a favor del «nexo corruptor». Y esto es una evidencia. Montero miente y miente sin parar, sin gracia alguna. Sus contestaciones a la oposición en las sesiones de control parlamentario podrían formar parte de una opereta bufa al grito de «¿Dónde vas? ¡Manzanas traigo!».
Dicen que Sánchez la está abrasando hasta el último pelo. Y dicen también, fuentes socialistas, que el presidente no le perdona el hecho de que se pusiera de perfil cuando estalló el caso Begoña y, además, se patrocinó ella misma como posible sucesora en la cúspide del PSOE y del Gobierno en aquel falso amago sanchista de irse a su casa. La pilló con el carrito del helado puesto y al completo.
Sabe que se estrellará en Andalucía y será la ocasión de mandarla directamente al averno. Pero, mientras tanto, recauda los impuestos y los dilapida al albur de lo que manda el jefe.
¡Pobre mujer! Ella que había nacido para disfrutar de la vida… ¡Qué pena me da!
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- María Jesús Montero