Pedro, el sinvergüenza

Pedro Sánchez

Créanme que me gustaría escribir de otros asuntos, pero siempre que me pongo a ello, viene Sánchez con su último desfase y me obnubila. Cómo escribir de otro tema teniendo a Sánchez, musa de columnistas y encantador de ministrillas.

Y también, desde hace unos días, prometedora figura histórica. Ya no
sólo nos gobierna a los vivos, su impronta trascenderá generaciones. Al menos, por ahora, en dos cosas: en el pago de la deuda que va a dejar y en la Historia que estudiarán, donde él figurará como Pedro, el exhumador.

Yo ya lo estoy imaginando: en el año 100 después de Pedro, cuando nuestros bisnietos sean examinados, ya no les preguntarán quién descubrió América, sino quién desenterró a Franco, eso sí que es para pasar a la Historia y no lo que hizo el tal Colón. Ni tampoco el resto de cosas chulas que hacen en el Gobierno.

Lo más chulo, nos alecciona el presidente, ha sido llevar a un dictador muerto en helicóptero. Lo de hacer leyes para rebajar condenas a más de 40 agresores sexuales (y subiendo), indultar a sediciosos que no se arrepienten, beneficiar a etarras que no colaboran para esclarecer asesinatos, batir el récord de deuda pública, cargarte la separación de poderes, debilitar la unidad de España y, ahora, asaltar el Tribunal Constitucional, no, todo eso no se recordará. Quizá hasta lo hayamos olvidado antes de las próximas elecciones. Así somos. Mejor recordar la gran gesta de Cuelgamuros que recordarle como ‘Pedro, el sinvergüenza’ ya que, mientras no cambien el diccionario (la RAE aún no la han asaltado) sinvergüenza es desfachatez, falta de vergüenza, descaro. Y algo de eso hay.

Porque, hasta ahora, aunque sus acuerdos y acciones revelaban gran desfachatez, aún se esforzaba en buscar argumentos que Pilar Alegría mandaba vía wasap a todo el agitprop para que, repitiendo mil veces sus mentiras, nos convenciesen de que eran verdad. Y así, algunos terminaban por creer que, por ejemplo, lo de la sedición es para homologarnos con Europa, que la Guardia Civil se va de Navarra porque es lo que toca por desarrollo competencial y que Cataluña ha recuperado la convivencia gracias al diálogo, no a su alianza con el independentismo y sus cesiones.

Esto sólo era tratar como idiotas a los españoles que pensamos algo más que lo que nos dice El País, la Ser o RTVE. Pero ahora, ya ni se molesta en engañarnos. Yo lo prefiero, así no me siento insultado. Ahora evita el disimulo y, sin vergüenza alguna, ha decidido poner en el Constitucional al ex ministro que ha hecho las leyes que habrá de juzgar y a su ex asesora catalanista. Ello es, sencillamente, una sinvergonzonería, que ya sabemos, nuevamente, a quién beneficiará. Desde hace años, los indepes saben cuál es el último paso antes de la independencia: Hay que anexionar Navarra antes de la independencia, dicen los oteguis y sabinos. Hay que maquillar el proceso con un referéndum a la carta, dicen los junqueras y puigdemones.

Y en ambos casos, además de en otras sorpresas que vendrán, la clave estará en el Tribunal Constitucional. Pues, ¡a por ello, indepes! Es tal la ambición de nuestro líder que lo tenéis cogido por los fueros. Pasito a pasito y, ya, sin vergüenza.

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