OHLA no paga tramposos

El consejo de la constructora OHLA se ha saldado con la dimisión, entre otros, de José Elías, voz cantante de los consejeros que entraron en la ampliación de capital de diciembre y que se han dedicado a maniobrar desde el primer momento contra los hermanos Amodio, máximos accionistas con el 21,6%. Su renuncia estaba cantaba. Es lo que tiene pasarse de frenada y utilizar información privilegiada, además de malas artes, para imponerse a los máximos accionistas de la compañía: su salida obedece al intento de evitar posibles responsabilidades penales sobre su actuación en los apenas tres meses en que han formado parte del organismo. En concreto, apuntan a que la CNMV ha pillado a uno de los dimisionarios, Antonio Almansa, utilizando información privilegiada para vender acciones de la compañía.
Las desavenencias en un consejo de administración son legítimas, pero lo que no tiene un pase es que se empleen medios tramposos para hacerse con el control de la sociedad. Y Elías tiene un largo historial de pufos empresariales e inversiones ruinosas. La salida de Elías y otros consejeros aboca a la compañía a una nueva ampliación de capital por otros 50 millones de euros, aprobada en la reunión del consejo. La situación empresarial es compleja, pero desde luego el futuro de OHLA, con José Elías maniobrando siempre en la sombra, no inspiraba la más mínima confianza. La tesorería está en una situación crítica, es cierto, pero lo más crítico y perjudicial para cualquier compañía es que haya gente dentro dispuesta a conspirar contra los intereses comunes por su estricto beneficio personal. Elías y sus socios entraron en diciembre y salen a finales de marzo, un tiempo muy breve en el que han tenido ocasión de demostrar que su estrategia no tenía más fin que su propio y exclusivo interés. La pugna ha estallado con toda su crudeza y el resumen que cabe hacerse es que OHLA no paga tramposos ni traidores.
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