Ocho días de oxígeno para Maduro

Ocho días de oxígeno para Maduro

La única forma de entender los cambios de rumbo y la falta de concreción del Gobierno de Pedro Sánchez a la hora de apoyar a Juan Guaidó son los posibles favores y promesas que algunos socialistas puedan haber realizado a Nicolás Maduro. No tiene sentido que el presidente de España considere tener la potestad de marcar un plazo a Maduro para convocar elecciones y, lo que es peor, que nos pretenda engañar diciendo que dichas elecciones serían libres. Todos sabemos de sobra que con el régimen chavista es prácticamente imposible celebrar unos comicios realmente transparentes. Todos sabemos que el pueblo venezolano está sufriendo, que millones de personas han tenido que huir de su país por la pobreza extrema y que la violencia se ha disparado por todo el territorio. Y todos sabemos que el máximo responsable de estas penurias es Maduro.

Cada día que la comunidad internacional permite que el tirano chavista siga al frente, más facilidades le estamos dando para que siga machacando al pueblo de Venezuela. Además, si le dejamos que sea él quien convoque las elecciones, lo más posible es que adultere las reglas de juego con todo tipo de tretas como, por ejemplo, anunciar unas elecciones legislativas en vez de unas elecciones presidenciales, que es lo que necesita el pueblo venezolano. Los gobernantes españoles deberían recordar su pasado y desear a los venezolanos una transición pacífica y ejemplar como la vivida en nuestro país. Nuestro papel debería ser el de garantizar las libertades y los derechos humanos en un gobierno de transición presidido por Guaidó, en vez de darle tiempo a Maduro para recomponerse tras el llamamiento mundial que hicimos los demócratas el pasado 23 de enero.

Sánchez ha hecho un flaco favor a todos los venezolanos al darle aire a Maduro estos últimos días en que el régimen chavista iba en caída libre. Es más, Sánchez ha influido en la Unión Europea para imponer su doctrina, que dicho sea de paso, ha sido un tanto lenta con respecto a Guaidó –aunque este mismo jueves, por fin, el Parlamento Europeo ha reconocido al venezolano como «presidente legítimo»– y muy peligrosa por permitir que el dictador siga en su puesto. Conozco de cerca a la oposición venezolana, con la que he compartido muchos momentos juntos por las calles de diferentes ciudades de España. Sé lo duro que es para ellos tener que vivir en la distancia el drama y el sufrimiento de sus familiares y allegados. Desde ese prisma es muy complicado entender las duras palabras del presidente del Gobierno al hablar de “oposición sin escrúpulos” refiriéndose a los que afeamos su postura de connivencia con la dictadura de Maduro en Venezuela.

Posiblemente el que no tenga escrúpulos sea el propio Sánchez, al que yo le pregunto: ¿Cuántos muertos más tiene que haber en Venezuela? ¿Y presos políticos? ¿Hasta dónde tiene que llegar el hambre y la falta de medicinas para que algunos se den cuenta del drama que están viviendo los venezolanos? En fin, las últimas palabras de Sánchez refiriéndose a Maduro como un “tirano” no dejan de ser parte de la estrategia perversa de inacción, propaganda y confusión a la que ya nos tiene acostumbrado el inquilino de la Moncloa. Eso sí, nadie debería olvidar que cuando pudo actuar y forzar un apoyo unánime a Guaidó, prefirió dar a Maduro ocho días más de oxígeno.

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